Una brevis

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Coca-Cola fredda senza ghiaccio. II


El hombre parecía echar chispas, fuego ardiente, flamas azules como sus ojos. Por un segundo, Adam, se sintió atraído al peligro.

—Tal vez es en contra a la política de tu compañía, pero no tenemos otra cosa. —le pone delante de él un vaso de cristal lleno de líquido oscuro hasta el tope. Sus dedos blancos, largos y huesudos le llaman la atención y por otro segundo, Adam, quiere tener contacto con ellos. No tiene idea de lo que dice... hasta que su cerebro vuelve a trabajar y conecta las ideas. El hombre habla su idioma.

—No bebo cerveza.

—No es cerveza.

—¿Soda?

—Sí.

Las palabras que intercambian parecen vanas, pero esos ojos azules lo miran con la misma intensidad de azul eléctrico que poseen. Adam se siente desnudo. No puede re dirigir su mirada hacia otra parte, realmente hay algo atrayente en él.

—¡Ronan, deja de coquetear y haz tu maldito trabajo!

Ese grito los despierta. Adam toma el vaso y lo acerca a él para bebérselo. El bar tender gruñe por lo bajo un "estúpido Declan".

Han pasado dos minutos. Adam bebe un poco de la soda sospechosa, tiene un ligero sabor a cereza, o algún fruto rojo. La bebida es dulce por lo que no está enojado que no sea Coca-Cola. En un parpadeo, tiene al sujeto detrás de la barra frente a él, limpia una copa y lo analiza con esa intensa mirada (otra vez).

—Nunca lo he probado.

—Me puedo dar una idea del por qué.

Adam puede estar sorprendido por dos cosas: a) le ha contestado con tanta rapidez y confianza que parece que lo conoce de alguna parte; b) parece que ese no era el tema de conversación que esperaba que Adam sacara.

—Porque sea un turista no quiere decir que ande buscando el sexo de verano en el mismo lugar en donde se han basado varias películas de amor clichés.

—Porque seas un turista no quiere decir que alguien esté dispuesto a ofrecerte sexo de verano en Venecia, de ese en los cuales se basan las malas películas clichés de amor.

Entonces, después de lo que parecía un insulto y una discusióncivilizada ligeramente acalorada. Adam parpadea y está detrás del localbesándose, con las luces amarillentas, con el cuerpo del bar tender apretándolocontra la pared, con esas manos acariciándolo sin orden alguno, y esa bocacomiéndole los labios ahogándolo entre gemidos. Quiere más, necesita más.Necesita sentir esa descarga eléctrica que le provoca. Adam jadea y lograsepararlo.

Sueños, sin pesadillas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora