Atom III.

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El tiempo pasó volando, Aurora Lynch siempre hablando y aconsejando, regañando a Ronan, advirtiéndolo, riendo, cantando. Adam no quería que acabara aquello, pero Ronan tenía otros planes por lo que tuvieron que dejar a Aurora en Cabeswater.

—Tienes razón.

—Obviamente.

—No sabes en qué ¿cierto?

—No leo mentes, Parrish. —la luz roja del semáforo hace que el BMW detenga su carrera. Ronan le ve y sonríe maliciosamente. —¿Te imaginas que sueñe con un objeto que lea la mente de Adam Parrish?

—Perturbador.

—Interesante. —arranca al cambio de luces.

No cree que su mente sea peor que la de Ronan, pero Adam definitivamente no quiere que tal objeto viole su mente. —No. —responde. —Si hicieras eso te perderías de lo que realmente siente Adam Parrish. La magia no está en el cerebro del Mago, está en el corazón.

—Entonces, ¿me dices que debo crear un objeto que entienda tu corazón?

—Te digo que no sueñes tal objeto o me enojaré contigo.

Desde que están juntos, Ronan siempre tiene una especie de ataque de felicidad que brota en carcajadas.

—Por cosas como estas, haces que mi resistencia sea echa mierda.

A pesar de que están juntos, las malas palabras brotan de la boca de Ronan sin ningún cuidado.

De vuelta en St. Agnes Ronan baja del auto y le abre la puerta a Adam.

—¿Estás siendo un caballero conmigo?

—Acostúmbrate, Parrish.

—¿Por qué mi casa? —recarga parte de su cuerpo en la puerta, cruza los brazos y sonríe hacia Ronan. —¿Qué planeas hacer, Lynch?

Ronan tiene diferentes formas de hacer una sonrisa, y esa es una de las que Adam puede saber lo que hará Ronan a continuación. No es traviesa del todo, pero sí que significa algo sagaz. Tal vez más besos sentados en el piso, tal vez Ronan se atreva a morderle el labio. La semana pasada, Ronan, había descubierto que sus besos podían viajar hacia la garganta de Adam y perderse en su clavícula.

—Sexo. —le susurra en el oído bueno.

Adam comienza a reírse, como si Ronan le hubiera dicho algo gracioso al oído y no una declaración sexy.

—Por favor, Lynch... aprendiste a besar conmigo... y ahora, después de dos semanas quieres ¿sexo? Sabes lo que significa ¿verdad? —no quiere insultarlo, pero Ronan ya está caminando hacia el otro extremo del auto. —Ronan...

—Olvídalo. —cierra la puerta, Adam intenta abrir la del copiloto, pero el rugido del motor lo aparta.

Tal vez Adam estaba nervioso y lo único que pudo hacer fue reírse. Estúpido Adam. Entró a su hogar.

El tiempo siguió. Adam habló sobre cómo se sentía al respecto... Ronan igual habló. Teniendo en cuenta sus sentimientos, el sexo quedó descartado por ahora.

Volvió a Cabeswater para arreglar algunas cosas, para despejar su mente y para ver a la mamá de Ronan.

—Llorar no siempre significa que eres frágil o débil. A veces, llorar, ayuda al corazón a no sentirse tan pesado. —le sorprende las palabras de Aurora; los Lynch siempre lo toman desprevenido.

Adam no pensó en ese momento que iba a ser lo último que escucharía, por lo que tampoco pensó que no responderle iba a ser lo último que haría.

No lloró, a pesar de las palabras de Aurora Lynch, no lloró. No lo hizo cuando Ronan se quebró frente a él. No lo hizo, aunque estuvo sólo y nadie podía escucharlo. Pero cuando llegó a Cabeswater y no lo recibió una sonrisa cálida con una mano llamándole, invitándolo a sentarse y a escuchar una linda canción. Las lágrimas brotaron con fuerza. Sonaba tan desesperado que provocó que Cabeswater se preocupara, que tuviera que llamar al Greywaren por qué no sabía qué le ocurría a su Mago. En lo que Cabeswater hacía la llamada, Adam enterró las manos en la tierra, apretó hasta que las uñas también fueron hundidas por tierra. No aguantaba más dolor, ya le habían quitado a Phersephone, que la consideraba como a una madre, y ahora... y ahora otra vez ¿Qué es lo que le intentaban decir? Que Adam ya tenía una, y que, aunque fuera cómo fuere esa era su madre y no había nadie más para él ¿era eso?

Lo peor de Cabeswater era que no podía pensar en Phersephone o en Aurora, gritó con fuerza, ¿por qué no se le permitía ser feliz?

Claramente, el bosque encantado, no sabía cómo mitigar el dolor de su Mago así que lo único que pudo hacer es envolverlo en raíces hasta que el Greywaren llegara.

Sueños, sin pesadillas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora