Una brevis.

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『 Little bear 🐻 』


—Vamos a estar bien. —repite por sexta vez.

—Estoy a quince minutos, Ronan. —cuando Adam utilizaba "Ronan" es porque hablaba enserio, preocupado, molesto, inquieto. Ronan tragó con fuerza para pasar el pan que olvidó remojar en su chocolate caliente. —Si algo sucede márcame. —Normalmente Adam pronunciaba: "Ro", y eso le hacía perder el control, quería estar cerca de él y de... mierda, si seguía por el camino de los pensamientos sucios no iba a dejar que Adam saliera por esa puerta, y él realmente parecía no querer ir, pero Ronan entendía que debía ir. Mierda.

—Ni se te ocurra manejar como un idiota.

Los ojos azules dejaron de ver al pequeño bodoque que comía puré. Sus ojos claramente acusadores reflejaban: "como tú." Así que le devolvió la mirada: "sí, joder, como yo."

Adam iba a dejar por primera vez el nido. Incluso después de aliviarse pudo regresar al trabajo, pero este se negó y eventualmente lo despidieron, encontró trabajo en línea y estuvo muchos meses de esa forma. Ahora su trabajo volvió a ser presencial después de la pandemia. Después de casi dos años era tiempo de regresar a la rutina. A la "normalidad".

—Si tienes un asunto fuera...

Estaba empezando a irritarse. El chocolate caliente no estaba siendo un relajante para apaciguar a Ronan.

—Te juro, Adam Parrish-Lynch que si no sales al maldito trabajo voy a patear tu lindo trasero y voy a echarte yo mismo.

Adam cubrió las orejas del pequeño. —No digas groserías, sigues diciéndolas a pesar de que hemos hablado de esto.

—¡Es que me haces querer decirlas!

—¿Soy yo realmente el culpable de tus malos hábitos?

—Mierda, no. No vamos a comenzar una jodida pelea.

—¿Por qué nuestro hijo nos está mirando?

—Porque aún no me termino mi chocolate caliente y porque no vas a ir a encerrarte a la habitación y fingir que eres la víctima para no ir a trabajar. Adam, estás buscando pretextos para no ir, ¿realmente no confías en mí para cuidar a nuestro hijo? ¿Te he demostrado que soy incapaz? ¿Todo este tiempo...? —se detuvo. ¿Qué mierda estaba diciendo? Era normal que Adam se sintiera mal por dejar a Rowan Parrish-Lynch, su único hijo.

—No es eso...

—Lo sé, perdón... —dejó el pan en el plato, limpio sus manos en su pantalón antes de acunar el rostro de su esposo. —Joder, no quise decir eso...

Su cabeza niega ligeramente. —Confió en ti. Me has demostrado muchas cosas, Ronan Lynch... entre ellas que eres un buen padre... solo que... yo...

—Lo sé, mierda, lo sé. —quiere quitarle esa expresión de preocupación del rostro. Lo besa. Un pequeño piquito, a penas un roce.

Los balbuceos de su pequeño hijo llamando atención hace que Ronan recuerde que tiene un hijo. Mierda.

—Voy a llamarte, juro que lo haré.

—No, si es una emergencia...

—Sí. Llamo primero a emergencias, lo sé.

Ronan estaba un noventa y nueve por ciento que Adam era el dios de la manipulación.

—Los amo. —su esposo repartió un tierno beso para su pequeño y luego para Ronan.

—No. —le atrapó la mano antes de que se fuera. —Di que me amas más. —demandó. Tiró de él para acercarlo, cuidando perfectamente y demostrando que era habilidoso en tener de un brazo a su hijo y en el otro mantener a Adam.

Sueños, sin pesadillas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora