Timor II.

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—¿Estás listo para dormir? — Adam no quería dormir.

—¿Qué quieres que haga? —Ronan tira de Adam, no puede creer la fuerza de este para hacerlo, pero ahora mismo no está de pie junto a su novio, no. Adam está entre sus brazos, Ronan está cargando a Adam. Las manos de Ronan posan en los glúteos de Adam, descaradamente apretándolo. —¿Qué quieres que te haga? —vuelve a preguntar Ronan, con la voz ronca. Entonces Adam cree que es buen momento para besarlo, y Ronan cree que es momento de ir a la cama y seguir besándose.

Ronan tambalea, pero finalmente se aparta de Adam.

—¿Qué...? Oh! Es muy grande...

—Demonios. —Ronan tapa su erección con las manos. —¡No lo mires!

—Tenemos que arreglar eso. —Adam coloca a Ronan para que este quede recargado en la cabecera de la cama, Adam se sienta sobre él. —Cuando querías tener sexo, pero en realidad no tuvimos... compré esto... —saca de la gaveta cercana un bote. —Es hora de que nos sirva. —derrama un poco sobre el miembro de Ronan y comienza a masturbarlo. —Yo estoy igual, Ronan... —Ronan lo toca para comprobar, entonces su mano saca el miembro de Adam. —No quiero que duermas hoy. —Adam no quería que Ronan soñara con muñecas malditas.

—Aún no baja. —Ronan limpiaba la mano de Adam.

—Eres insaciable, Lynch. —Adam no era ningún experto en sexo, así que no tenía idea de cómo continuar. Ronan, en cambio, parecía saber lo que hacía. Por fin iban a tener sexo.

Los dedos de Ronan se movían dentro de Adam, él no podía articular palabra lo único de salía de su boca eran jadeos y gemidos ¿por qué Ronan sabía cómo tocarlo y dónde tocarlo?

—Voy a... —Ronan Lynch era gruñidos comprimidos del placer y jadeos. —Voy a meterlo.

¡Santo cielo! ¿Ronan era así de grueso y...?

—Duele. Ronan, duele...

—Pero no ha entrado todo. —se queja.

—Espera... no sigas metiéndolo, sólo dame un momento...

—Me moveré con cuidado... demonios, no debí meterlo, yo—Ronan intenta sacar su miembro, pero eso no ayuda en nada.

—¡Cállate! —los ojos de Adam por alguna razón sacan lágrimas. —Está bien, sólo duele un poco, no es el fin del mundo. —acuna el rostro preocupado de Ronan.

—¿Por qué estás llorando? Nunca lo haces... es porque duele.

—Es porque estás follándome, Lynch. Esta no es la forma en la que debes distraerme para que me acostumbre a ti. Eres un virgen de mierda.

—¿Yo? Eres el que está... —Adam tiene que callarlo con un beso, mueve un poco su cadera para saber si ya es hora de moverse. Sí. —Ronan, hay que terminar.

—¿Terminar? —suena asustado, entra en pánico.

—Idiota ¡terminar de meter tu pene! ¡Dios! Me voy a morir aquí. —cubre su rostro (probablemente ardiendo de la vergüenza).

Los labios de Ronan están besándolo, susurra un débil "lo siento", y de la nada Adam está siendo embestido una y otra vez. Claro que de la garganta de Adam salen gemidos descarados sin ninguna vergüenza. Adam nunca creyó que diría "más", o "no pares". Era algo tan cliché, pero eran bien recibidas por Ronan.

—Justo aquí. —sentencia Ronan. Adam llega a una felicidad máxima y termina. El líquido que corre dentro de él es algo excitante de sentirlo.

—¡Mierda, hay sangre! ¡Adam voy a llevarte al hospital!

—¡Vetea la mierda, Ronan!

Sueños, sin pesadillas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora