〜【 Heres meus 】〜
En momentos cuando las pesadillas parecían bastante reales, Ronan dejaba su habitación en Manufacturas Monmouth, encendía el auto y conducía. Pisaba a fondo el acelerador esperando que la adrenalina invadiera cada rincón de su cuerpo; su cabeza daba vueltas y su corazón palpitaba descontrolado. Ahora no necesitaba hacer algo como eso. Dio vuelta en la cama, Adam dormía placido en su lado, sin playera. Ronan se deslizó como serpiente para acomodarse cerca de su pecho. No puede evitar que Adam de un pequeño salto de susto.
—Lo siento. —murmura.
—Me haces cosquillas. —responde Adam. Una risilla se escapa de sus labios y Ronan está tentado a besarlo, pero vuelve su cabeza hacia el pecho de Adam y se esconde. Adam lo rodea con sus brazos, cálidos y suaves.
—La maldita alarma no deja de sonar.
—No es la alarma. Cierra lleva media hora picoteando la ventana.
—Maldita sea. —remueve sus piernas en protesta, pero no sale de la comodidad y calidez que el pecho de Adam ofrece. Se siente tranquilo, completo, aquí es una zona sin pesadillas. Adam le besa la frente.
—Por favor, has algo.
—Quiero quedarme aquí al menos por dos horas. —sus manos juntas y pegadas a su pecho descansaban sin ningún morboso plan hasta que Ronan les ordenó tocar a Adam.
—Necesitas afeitarte. —otra risilla escapándose sobre la cabeza de Ronan.
Las manos de Ronan comenzaron a explorar, reconociendo las costillas de Adam, su columna vertebral, su cadera, su espalda baja.
—Ronan. —advierte Adam.
Sonríe. Lentamente, despreocupado, levanta un poco su cabeza para alcanzar la clavícula de Adam y succionar, mordisquear y dejar una marca.
—Ro~
Si iba a iniciar la semana necesitaba energía, necesitaba a Adam por la mañana.
Y alguien más los necesitaba a ambos.
Cierra voló enojada sobre ellos y salió por la puerta que en algún momento fue abierta. El llanto de un bebé la había asustado.
Declan había dicho que tener un cuervo como mascota era mala idea si tenían a un bebé cerca.
Ronan suspiró con pesadez.
—Más tarde, Corvus Rex. (Rey Cuervo)
Metió su lengua en la boca de Adam, no podía esperar otra cosa de él, no por ahora. Salió de la cama.
Adam y Ronan se habían instalado en su habitación, su hijo tenía la vieja habitación de Declan (que ya no la necesitaba porque ahora vivía en D.C.). Cierra posaba esponjada en la cabecera de la cuna.
El pequeño bebé estiraba las manos hacia ella. Ronan le abrió la ventana.
—¿Piensas dejarlo visco? —la arreó. —Ve a fuera. —Cierra protestó, pero gustosa de salir abatió sus alas. Al verla salir, su hijo también protestó. —¿No podías esperar una hora más? —lo sacó de la cuna. Su hijo miraba por la ventana. —Ella también tiene que ir a conseguir su comida. ¿Vamos con papi?
Al llegar a su habitación no había nadie. Bajó las escaleras.
—¿Adam?
—Preparo avena. —contestó desde la cocina.
—¿Puedes darle de comer a este parva ursi? (osito)
Adam cargó a su bebé para darle su biberón. Ronan continuó haciendo la avena y el resto del desayuno.