Mirum II.

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Ronan sorprende a Adam con un vaso de jugo.

—No quiero alejarme mucho. —Adam acepta el vaso de jugo a pesar de que no sabe de dónde lo ha sacado.

—Escuché tu mensaje. —interrumpe alguien. —Lo siento. —aparta a Adam de Ronan. —¿Qué ha sucedido? —Adam le cuenta con lujo de detalle. —De verdad, lo siento...

—Descuida, estaré merodeando cerca... —Arthur le deja la chaqueta.

—Póntela, hace frío. Yo me encargo de sacarlos, lo más pronto que pueda, pero no aseguro nada, mi padre, ah, él es un dolor de cabeza, a veces dice cosas que ah, un maldito dolor.

—Lo sé, estaré por aquí si necesitas apoyo. —el compañero de Adam asiente y corre hacia su apartamento.

—Si pudiera darte mi ropa interior ahora mismo, lo haría.

—Por los dioses, Ronan. —es una broma pesada para Ronan, pues para él sólo había un Dios. Pero estar en el barrio gitano con un montón de adivinas al rededor, ¿cómo no decir aquello?

Adam recibió un mensaje de su compañero, todo iba a estar bien así que él podía regresar a las habitaciones de la universidad.

—¿Quieres sexo en la universidad?

—Pero claro que sí. 

—Vamos, ya estoy preparado para ello. —Adam le guiña a Ronan.

Aún es de día, los rayos del sol se cuelan por las cortinas de la habitación.

—¿Dónde está el otro compañero?

—No lo conozco, pero según Arthur no estará hasta mañana.

Las manos de Ronan buscan desesperadamente tocarlo, tocar la piel suave de Adam, contar las pecas que se esconden bajo la ropa. Adam no quiere hacerlo cuando hay tanta luz, pero cambia de actitud cuando Ronan mete las manos dentro de los shorts y aprieta sus glúteos.

Pudieron haber ido a caminar alrededor del campus, visitar alguna tienda cercana, Adam pudo presentarle a Ronan sus amigos, pudieron haberse tomado fotos, ido por un helado y haberse sentado en una banca y platicar. Pero no, Ronan Lynch quería desquitar todo el tiempo que no había sido capaz de tocar a Adam, y Adam estaba dispuesto a darle el gusto, porque oh por todos los cielos, Ronan había aprendido de quién sabe dónde cosas que le producían a Adam un placer exquisito, sentía los toques de Ronan como si fuera una especie de choque eléctrico, pero Adam estaba seguro que Ronan utilizaba la yema de sus dedos para tocarlo.

Metió sus dedos en la boca de Ronan, él tenía esa especie de fetiche. Ronan sentía atracción por las manos de Adam, Adam sentía atracción por todo Ronan Lynch. Peligroso, seductor, sexy, ardiente, alto, fuerte, mal vocabulario y al mismo tiempo un hombre que habla latín; siendo un maldito fuck boy por fuera y con sentimientos de osito cariñosito por dentro.

 Adam estaba sujetándose de alguna parte de la ventana, Ronan estaba penetrándolo con fervor, sentía que el cuerpo perdía fuerza por lo que inclino la cabeza para poder hablarle y decirle que volvieran a la cama. Ronan lo sujetó con fuerza y lo separó de la ventana. Mierda, Adam iba a caerse, su rostro iba a estamparse con el piso, pero no. Nada malo le ocurrió a Adam Parrish, todo lo contrario: cosas buenas: cosas como placer.

Ronan llegó a la cama y se acostó con Adam encima de él.

—¡Oh mi Dios, Ronan! —dejó caer con cuidado su cabeza, si la ladeaba un poco podía morder la oreja de Ronan, pero no podía, Adam gemía por el enorme placer que sentía en esos momentos, sentía a Ronan más profundo.

Continuaron hasta que el cielo oscureció. Adam no tenía fuerzas para moverse.

—¿Ahora sí he sido una bestia? —ríe Ronan, con bastante arrogancia.

—¿Viste suficiente porno, Lynch? 

Sueños, sin pesadillas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora