—¿Sabes? Vine porque invité a una chica, pero esta chica es de un carácter fuerte... ¿cómo explicarlo? Veníamos bien en el camino, y yo dije que sólo era una tonta fiesta... y ¿disculpa estoy molestándote?
—No, puedes discutir tu molestia conmigo, descuida.
—Gracias, perdón es que creí que estabas en algún tipo de trance. No te movías y mirabas al cielo.
—Hay muchas estrellas.
—Sí, muy hermosas.
—Entonces, ¿por qué discutieron?
—Por supuesto, retomando, le dije que no era necesario comprar un obsequio, no es como si Henry lo necesitara de todos modos, pero ella se enojó.
—Tal vez porque estuvo pensando todo ese tiempo en qué podría gustarle al chico abeja.
Gansey III sonrió, Adam tuvo que mirar la oscuridad de la noche para no sonrojarse.
—No piensa tanto las cosas cuando me compra algo.
—Tal vez... ¿te conoce lo suficiente?
—Sí, creo que puede ser. De todos modos, no quería que viniera, Kavinsky está aquí y puede ser un problema. —Adam asintió, vio a Gansey III disimuladamente, y descubrió observándole. —¿Estás en nuestra escuela? —preguntó.
—Claro, compartimos latín juntos... y tu amigo el de cabeza rapada.
Echó carcajadas, como si Adam hubiera dicho la cosa más graciosa. —Ese es Ronan, no viene a fiestas.
—Chico anormal. —¿quién era Adam para decirlo? Adam en este momento se sentía con el derecho de decirlo.
—Prefiero pensar que es un ser único e inigualable.
—Entonces, todos lo somos. No hay nadie más como yo en el mundo ¿o sí? Porque no he visto a otro Gansey III...
Otra risa.
—Bueno, tienes razón.
Hablaron por tanto tiempo que Adam no creyó que fuera posible, más cuando empezaron hablar sobre autos y reparaciones, Gansey III conducía un Camaro al cuál, por su plática, le servía mejor como maceta que como auto.
Ese fue el único momento que valió la pena de la fiesta, Gansey III fue llamado para hacer algo, su amabilidad lo había conducido a llevar a Adam a la carpa.
Bebieron alcohol, bailaron, había más gente alrededor de Adam y Gansey. Todo iba bien, entonces ¿dónde se jodió todo?
Alguien habló sobre explorar una cueva cercana, Adam estaba lo bastante sobrio para declinar la idea, Gansey III también se negó, pero Henry los arrastró.
No era una cueva, era una carpa más alejada, con velas iluminando la carpa blanca que, en comparación con la otra, estaba cerrada.
Unas manos agiles sujetaron a Adam.