Capítulo 14.

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El tiempo parece no pasar en ese lugar, así que Adam intenta hacer todo lo que no hizo en su vida; corre junto a Ronan, le reta a aventarse al pequeño lago, ambos se sumergen, salen empapados y riendo como tontos

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El tiempo parece no pasar en ese lugar, así que Adam intenta hacer todo lo que no hizo en su vida; corre junto a Ronan, le reta a aventarse al pequeño lago, ambos se sumergen, salen empapados y riendo como tontos. Adam vuelve a retar a Ronan, le provoca, quiere correr y ser atrapado por sus brazos, quiere correr y quedar tirados en la hierba, viendo hacia el falso sol; quiere verlo con las orejas rojas de vergüenza así que se saca la camia y los pantalones con el pretexto de secarlos, logra su objetivo.

—¿Quién diría que Adam Parrish es porcelana? —suena avergonzado, pero, aun así, Ronan, se las arregló para avergonzar a Adam. —Yo, sin importar cuantas horas pase al sol, nunca cambio de color. Siempre estoy con un tono pálido desagradable.

—¿Quieres una piel tostada como la mía? —juega, ríe; se avergüenza después de ver los ojos afilados de Ronan. Puede ser que Ronan sea fácilmente provocado.

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De vuelta en el auto, con la ropa puesta y seca, Adam ve hacia Ronan.

—Fue el mejor día que tuve en muchos años, y sí, es patético...

—Me alegra que te divirtieras... yo no suelo hacer esto.

—Tienes amigos, te diviertes con ellos.

—No de la misma manera. Esto fue... fue especial para mí.

—¿Por qué? —Adam está intrigado.

Ronan, que todo el tiempo estuvo viéndolo, ladea su cabeza y ve hacia el frente. Adam sigue su mirada, no hay nada, no puede ver nada por la oscuridad de la noche.

—Es que, me gustas.

—Ridículo.

Puede sentir la intensa mirada sobre él, Adam la ignora, sigue viendo hacia el frente.

—¿Ridículo?

—¿Por qué te gustaría? No hay nada bueno o bien en mí.

—Tienes una percepción equivocada de ti mismo.

Niega con la cabeza, la agacha, mira sus zapatos con lodo y hierba pegados a la suela.

—No, sé qué mira la gente cuando me ve. Lástima, pena, repulsión...

—Estás loco.

—Estoy jodido. —levanta la mirada para encararlo. —Sé lo que soy.

—No lo sabes.

—Y ¿tú sí?

—¿Cómo podría? Te conozco hace poco e intento acercarme con sigilo porque pareces una serpiente de cascabel, alejando a todos de su territorio.

Adam sonríe.

—La gente lastima siempre al más débil.

—Tú eres fuerte.

Sueños, sin pesadillas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora