Capítulo 10.

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El encuentro con Declan lo puso de mal humor

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El encuentro con Declan lo puso de mal humor. Y cuando ve el BMW estacionado en St. Agnes, piensa en Ronan repartiendo puños coléricos a Kavinsky y su secuaz de pacotilla. Kavinsky lleva esos lentes ridículos.

—Me hice cargo de la trabajadora social.

—¿Fuiste tú o Prokopendejo? Porque si es en ese caso, no quiero saberlo.

—¿Crees que algún día dejes de depender de mí?

—Así que me dices dependiente.

—Eso eres.

—No, estás confundido, y probablemente ebrio, drogado, tal vez ni vienes totalmente despierto. Soy el amo y tu mi subordinado.

Kavinsky esconde una risita. —¿Quieres jugar a eso? Porque si hablamos de despierto, hay una parte de mí que lo está, amo.

—¿A qué viniste?

—No a pelear, definitivamente. Vine a ver cómo crece mi supuesto bastardo.

Le lanza la bolsa de los pañales, desafortunadamente es su única bolsa.

—Vamos, Adam, no seas malo conmigo. ¿sabes? Anda circulando un rumor sobre nosotros.

—No quiero escucharte decir otra cosa. —sigue avanzando hasta llegar a las gradas, pero Kavinsky dice:

—Declan le contó a su padre de su aventura clandestina que pasó en la playa.

Todo estaba perdido.

—¿Cómo? —logró gesticular.

—Te lo dije, hay rumores sobre nosotros. Niall Lynch no debería preocuparse por un "drogadicto" —lo dice como si en verdad no lo fuera. —y un pobre infeliz de clase baja con aires de "dominador". Aun así, sabes del peligro que te acecha, conozco mi gente y mis límites, aunque te parezca imposible de creer.

Adam seguía sin saber porque Kavinsky seguía ayudándolo cuando, claramente, tenía el poder de botarlo.

Esa noche... esa noche después de lo que pasó, Kavinsky le había confesado que prácticamente era estéril por la absurda cantidad de drogas y alcohol que consumía, pero nada era verídico. Kavinsky bien podría ser el padre de Owen, por lo que, con esa duda, tal vez ayudaba a Adam.

—Tarde o temprano ibas a tener problemas con los otros alfas, te lo advertí mas no quisiste escucharme. Será mejor que dejes el pueblo de mierda en el que vivimos.

—El pueblo no tiene la culpa de la gente que vive en él. Adonde vaya, siempre habrá gente estúpida. No me sirve correr.

—En este caso sí, porque te mantienes con vida.

—Tal vez quieras que me vaya porque te diste cuenta que Ronan no te ha prestado mucha atención. —¿pero qué idioteces decía Adam? Ahora Kavinsky deja escapar una risa espeluznante, entre enojado, burlándose y pareciendo patético. Adam negó, juntarse con Kavinsky no le traía nada bueno, sólo podía usarlo.

Sueños, sin pesadillas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora