Coca-Cola fredda senza ghiaccio IV.
El bar tender mete sus dedos a la boca y saca un poco de residuo y se lo ofrece a Adam. Lo hace, y no para poder ser perdonado, Adam cree que puede ser algo excitante. La mano de Adam se mueve, sus dedos entran en la boca del otro. Santa madre ... Adam sólo estaba lambiendo los dedos y tragando su propio semen, pero aquel hombre estaba follándole los dedos. Tal vez le demostraba qué es lo que debería estar haciendo, pero le era imposible, ¿su lengua podría hacer esos movimientos? ¿Ese era el poder de doblar el palito de la cereza? El lado racional de su cabeza se enciende. La bebida.
—¿Le has puesto algo a la bebida? —Al sacar los dedos un hilo de saliva los une, pero luego desaparece y se arrepiente de ello. Las cejas filosas fruncidas indican que no ha sido algo que debes mencionar durante el sexo, eso y "te amo".
Lejos de alejarse, el bar tender hunde dos dedos dentro de Adam.
—Me acusas. —Suena molesto, pero aún tiene un toque de excitación en su voz.
—Soy un jodido turista paranoico.
—Lo eres. Pero no es excusa válida. Me ha ofendido. —Saca los dedos dentro de Adam y vuelve a levantarlo. Llegan al sofá y Adam no puede creer lo que va a pasar a continuación.
Después de dos nalgadas siente el cuerpo, otra vez, en llamas. La cuarta nalgada llega, espera otra, pero hay dos dedos deslindándose dentro de él.
—Te gusta.
No es una pregunta, pero asiente ligeramente con la cabeza.
—No puedes negar que ha habido algo entre nosotros.
Gime por respuesta. Es innegable. Está un poco feliz de que no sea el único en sentir aquella conexión.
La noche es joven, por lo que tiene todo un camino por recorrer.
Al día siguiente siente el cuerpo entero adolorido. No es una sorpresa no encontrarse al bar tender a su lado.
—¿Quieres desayunar?
Ahora que no está embelesado por aquel hombre, puede notar su voz, sus facciones y por alguna extraña razón nota un pedacito de su alma. Es un color, es un aroma, es un sabor, es algo que no puede atrapar.
—¿Te sientes ... bien? Lo siento, fui demasiado lejos ...
—Diría que fuiste demasiado profundo. —Sonríe. El bar tender ladea sus labios.
Es todo lo que necesita para encender la llama lujuriosa de él.