Capitulo 133: Secta contra Gremio oscuro

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En aquella noche, un 31 de Octubre, la mayoría de los niños estaban buscando dulces en las casas de los vecinos.

Era un día que no todos celebraban, pero para los niños era un día fantástico.

Tocaron las puertas de sus vecinos para pedir dulces.

Sin embargo, no todos los niños estaban juntos.

Había uno que se negó rotundamente a estar con los demás niños.

Tenían la misma edad, pero no quiso relacionarse con los demás.

Después de todo, era el hijo de alguien importante.

Fue criado para tener amigos de alta clase nada más.

Llevarse bien con los niños de sus alrededores era algo que su familia nunca le iba a permitir.

Y, debido a eso, él creció menospreciando a los demás niños.

Pero, mientras esos niños eran felices juntos, ese niño siempre estaba solo.

Celebró ese día a solas ya que sus padres estaban trabajando.

Fue a pedir dulces a la única persona en los alrededores que era amigo de su padre y su madre.

Esa importante elegante, con un alto rango en la sociedad, le abrió la puerta al niño.

Ese hombre, quien no mostró su rostro, tenía una máscara. Una máscara de una calabaza.

—¿Dónde están tus padres hoy? hoy, en día de Halloween, creí que iban a quedarse contigo

El niño, con algo de inocencia, le sonrió al hombre.

Sonrió para no mostrar miedo. Después de todo, se sintió asustado.

Estaba a solas con un hombre que ni siquiera le estaba mostrando su rostro.

—En fin. Toma —Colocó varios dulces en la canasta del niño. —Tengo... mejores dulces en el interior. ¿Quieres verlos?

Estaban en el mismo rango en la sociedad.

No había razón para negarse.

Pero, antes de que pudiera negarse, el hombre se agachó y colocó ambas manos en la cintura del niño.

—No pesas nada. Aún así tienes un cuerpo saludable. Y, eres joven. Ni llegas a los 10

El pequeño vio una sonrisa a través de la máscara.

Quiso decir algo. Quiso gritar, pero no pudo.

—¿Quién te dio permiso a tan siquiera pensar en tal estupidez? —El hombre jaló al niño por un brazo. Lo entró a la casa a la fuerza.

—E-espera...

—¡¿Te atreves a responder sin mi permiso?!

El hombre golpeó al niño con su mano abierta. El golpe dejó al niño en el suelo, con lágrimas en sus ojos.

—No debería golpear a la mercancía. Pero, te lo ganaste. Aún así... deberías sentirte orgulloso de que yo lo hice —Levantó al niño. —Ahora, vas a obedecerme. Si no lo haces, si cometes un error, voy a explotar la casa de tus padres y también voy a cortarte en pedazos...

El niño no pudo hacer nada. Obedecer al hombre era lo único que podía hacer.

Después de todo, ese hombre era la máxima autoridad en esa casa.

Él no estaba en la cima. Él era la cima.

—Como sea. Tampoco podrás comer dulces. Te necesito sano. Necesito que estés... perfecto —Se sentó en una silla. —Ahora. Quítate la ropa. Necesito ver el producto antes de venderlo

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