Capitulo 157: Llanto del Coliseo

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-Escucha bien, Ilussio

Una mujer, cubierta de heridas, intentó hablar a pesar de que apenas podía hacerlo.

Sus ojos tenían un círculo dentro de otro y así sucesivamente, dándole un toque similar a un espiral.

Había huido lo más que pudo, pero sus heridas eran demasiadas. Perdió mucha sangre.

Estaba recostada de un árbol, tratando de detener el sangrado de una herida profunda en su vientre.

Manipuló las plantas para tratar de detener el sangrado hasta cierto punto.

Pero ya no podía hacerlo por mucho. Estaba mareada, su visión nublada.

Aún así, quería decir algo antes de partir.

-Mis hijas... me dieron la espalda. Hice todo lo que pude. Hice... mucho, de hecho. Le di protección a las ninfas, derroté a nuestros enemigos. Entonces... ¿por qué? ¿por qué me traicionaron?

Delante de ella había un niño con unos ojos idénticos a los de ella. Estaba escuchando todo atentamente.

-Te saqué a tiempo. Si te dejaba allí... tus tías iban a acabar contigo también. ¿Sabes por qué, verdad? -Acarició el rostro inocente del niño. -P-pero... incluso si muero aquí, mi legado va a seguir junto a ti

-Abuela. Las tías... ¿sabes por qué te dieron la espalda? -El niño le dio la espalda a la mujer. -Intentaste controlar la vida de todas tus hijas. Ya que no era suficiente, decidiste controlar la vida de otros monstruos también

-¿I-Ilussio? ¿qué estás diciendo?

Comenzó a toser, sangrando por su boca y sintiendo más dolor.

-¿Acaso estás del lado de ellas? ¿también me vas a dar la espalda?

-No. Yo también creo en el control. Pero, ya terminaste. Fallaste, abuela -Recogió un hongo del suelo. -Si fallas, debes aceptarlo. Y, al fallar, nadie debe seguir con aquello que nunca pudiste terminar

Volvió a mirar a su abuela. Se agachó para mirar fijamente los ojos de su abuela.

Los reflejos de ambos se veían a través de sus ojos.

Mientras que el niño tenía una mirada firme, la mujer estaba aterrada.

No por las palabras de su nieto, sino por el dolor y por saber que todo había terminado para ella.

-P-pero... somos uno. Yo no te puedo controlar, tu tampoco puedes hacerlo. Somos... somos los únicos que tenemos el control, Ilussio. Si yo me detengo, tu lo sigues. Debería... ser así

-Si lo hago, si sigo con tu control, sería parte de tu control, abuela. Y lamentablemente nadie me controla -Acarició el cabello de su abuela. -Ya. Admite tu derrota. Ese monstruo llamado Origin llegó y... todo terminó para ti

-¡No! *cough* Ilussio. Por favor, debes hacerlo. Debes seguir con mi control. Por favor, si lo lo haces... ¿quién lo hará?

-Nadie, supongo. Pero, no te preocupes. Yo también tendré mi propio control. Pero abuela, no seré como tú. Después de todo -Olió el hongo que tenía en una de sus manos. -A diferencia de ti, yo soy indispensable. Por ejemplo...

Señaló a su abuela.

-¿Por qué crees que estás herida ahora mismo? ¿qué sucedió con aquellos que debían protegerte?

-N-no... no puede ser...

Antes de escuchar una respuesta de su nieto, la mujer murió. Murió con un rostro lleno de terror, unos llenos de una derrota absoluta.

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