—¿Rrealmente son madrre e hijo? parrecen herrmanos —Dijo Sphynx al ver a Ouroboros y Zayra irse.
—Es lo bueno de serr una especie que vive mucho —Mario sonrió. —Porr cierrto, grracias porr venirr, hija
Sphynx mostró una mirada llena de indignación. No pudo creer las palabras de su padre.
—Erres un caso perrdido. Vine ya que el señorr Jude me lo pidió. ¿No te da verrgüenza? —Se cruzó de brazos. —De lo contrarrio no habrría venido a verrte
—Lamento eso. Me enterré de la guerra y...
—¿En serrio? no me digas. ¿Ahorra me dirrás que no vaya a la guerra? —Lo miró directamente a los ojos. —Soy una adulta. Estuve entrrenando por años y logrré converrtirrme en hérroe
Colocó un dedo índice en el pecho de su padre y lo miró con despecho.
—¿Sabes qué es lo peorr de todo? que siemprre estás en mi vida. La gente me acepta porr ti, soy una hérroe porr ti y... la gente me recuerrda porr ti —Miró hacia otro lado. —¿Hasta cuándo seguirrá esto? dime
Mario no dijo nada.
Sabía que ella tenía razón.
Al tener sangre de monstruo, no sería aceptada en el país como una ciudadana.
Claro, al menos que fuera una esclava.
Sin embargo, al ser hija del duque Mario, una de las personas más importantes e influyentes de Raavar, eso cambió.
La gente la aceptó a pesar de no ser completamente humana.
Todo era por él. La vida de Sphynx giraba en la autoridad de su padre.
—Encima de eso tienes el descarro de usarr al señorr Jude para llegarr a mi. ¿Acaso... no sientes verrgüenza? pues yo si, bastante
Mario se recostó sobre una pared y miró hacia arriba, viendo el sol desapareciendo entre las nubes.
Debajo de su bigote mostró una pequeña sonrisa que su hija no logró ver al estar mirando hacia otro lado.
—Hace varrios años un pintorr vino y me pidió 100 diamantes porr una pinturra. La hizo y le pagué. A Shilia le gustó, posiblemente porr corrtesía. Perro a nosotrros no. Porr eso...
—Es suficiente. Ve dirrectamente al grano
—Querría decirr que tú decidiste hacer la pinturra de nuevo. Y, a pesarr de no saberr pintarr, hiciste una obrra maestrra que, al día de hoy, sigue estando en la casa
En esa pintura estaba Mario junto a su esposa Shilia. Ese cuadro fue pintado por nada más y nada menos que su hija.
No solamente era un recuerdo de su fallecida esposa, pero también lo era de su hija.
Ese cuadro era sumamente importante para el duque, teniendo varios sentimientos hacia esa pintura.
—¿Y? ¿qué tiene que verr eso?
—La pinturra no la hice yo, no la pedí y sobrretodo no te dije que pensarras lo mismo que yo. Tan solo, Sphynx Onailati, decidió hacerrla por su prropia cuenta y... superró las expectativas de todos
—¿Y eso...?
—¿Y eso lo digo ahorra? —Mario la interrumpió. —Antes o ahorra, nuestrra rrelación no habrría cambiado. Cambió con la muerrte de tu madrre
Sphynx mordió sus labios. Estaba irritada con tan solo estar frente a su padre.
—En fin. Debes estarr enojada con estarr aquí. No te voy a quitarr más tiempo —Colocó una mano en su bolsillo. —Toma
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Ouroboros
FantasyOuroboros, un peón del imperio de los monstruos, lucha en el campo de batalla con el único objetivo de sobrevivir gracias a su única habilidad.
