Capitulo 27: Madre e hijo

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Un pequeño Ouroboros estaba sentado en una roca con una sonrisa inocente en su rostro.

Frente a él, quitándose sus guantes negros, estaba su madre.

—Hijo mío. ¿Estás seguro de que quieres verme? apenas tienes 13 años...

—Si, mamá. Me gusta verte trabajar —Respondió con inocencia. —Puedo ver que te esfuerzas muuuuuuuuuucho

Zayra se le acercó y le acarició el cabello con una pequeña sonrisa.

—Ya te lo había dicho antes, pero te lo diré de...

—Ya lo sé, mamá. No le diré nada a papá. Él nunca se va a enterar de lo que estás haciendo

Zayra acarició su cabello más rápido, haciendo reír a su hijo.

—Sabes, he estado trabajando un poco más. ¿Sabes por qué?

El inocente y pequeño Ouroboros comenzó a pensar en la respuesta.

Su esfuerzo era muy cómico y adorable.

—¡No sé!

—Ah, hijo. Creí que ibas a darme una respuesta muy buena. Pero está bien. No te preocupes

Zayra le agarró una mano y se la colocó en su barriga. Hizo que su hijo le acariciara el vientre.

—Estoy esperando un hermano para ti

Ouroboros se puso de pie y con esa noticia comenzó a saltar de alegría.

Estaba muy feliz al saber que iba a tener un hermano.

No pensó en jugar con él, pensó en cuidarlo.

Así como su madre lo cuidó a él.

—Mamá. ¿También lo llevarás con nosotros?

La sonrisa de Zayra desapareció ante la pregunta inocente de su hijo.

Lo miró directamente a los ojos.

La inocencia de su hijo era tanta que quería traer a su hermano a ver las personas que su madre mataba.

—Hijo mío. Lo que hemos estado haciendo es... algo que no está bien. Yo lo seguiré haciendo, pero... tú no. Lo mismo con tu hermano. Él no tiene que ver lo que hago

—¿Por qué? pero estás trabajando. Dijiste que matar era tu trabajo

Tuvo que sentarse al lado de su hijo y hablar sobre él de algo que tenía que haberle dicho hace mucho.

—Yo... no sé. Fui tonta al traerte conmigo y mostrarte lo que hacía. No pensé mucho. Tan solo...

Tan solo te necesitaba a mi lado para poder completar todos los trabajos, pensó Zayra.

Esas palabras nunca se las iba a decir a él.

Era un secreto que iba a guardar toda su vida.

Aunque, incluso con su inocencia, Ouroboros sabía que su madre lo estaba usando hasta cierto punto.

—Yo te amo mucho. Por eso quiero que escuches lo que voy a decirte

Ouroboros se mostró atento. Era muy obediente.

—Yo mato personas. Inocentes, malos. Tan solo hago mi trabajo. Un trabajo muy malo y horrible, pero lo hago. ¿Sabes por qué? porque me gusta. Lo he estado haciendo mucho tiempo y ahora... no puedo dejarlo

—¿Madre?

—Sin embargo, tú no debes ser como yo. Tendrás una vida normal. Nada debe atarte...

Su hijo tenía 13 años. Normalmente habría entendido las palabras de su madre, pero no quiso.

OuroborosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora