En un desierto en medio de la nada, estaba Ouroboros.
Junto a él no había nada ni nadie.
Pero aún así, a pesar de no ver a nadie, podía ver la figura de un dragón oscuro con un cuerpo serpentino.
Él no estaba allí. Ouroboros lo sabía muy bien.
Todo era parte de un sueño.
Sueño que había comenzado a tener desde que se concentró para estabilizar la energía mágica de Stella.
Ese sueño siempre era igual.
Y, al ser igual, Ouroboros esperó algo más que tenía el sueño.
Algo que nunca había visto. Un ser que nunca conoció.
En ese desierto apareció un ser con forma de ataúd cubierto de vendas cremas en todo su cuerpo.
No podía verse sus brazos y sus piernas tampoco.
Lo único que podía verse era su forma y su cabeza.
Aún así Ouroboros era incapaz de ver la espalda o la nuca de ese desconocido ser que había aparecido allí.
Alrededor de ese ser habían distorsiones de diferentes colores, también pequeñas explosiones que no afectaron a nadie.
También podía escucharse el sonido del aire y el cantar de los pájaros a pesar de que los únicos en ese sueño eran él y Ouroboros.
—¿Qué eres? —Preguntó Ouroboros.
El ser no le respondió. Se quedó quieto, en silencio.
Ouroboros intentó quitar los vendajes de ese ser, pero no pudo.
Su fuerza fue insuficiente.
—Estoy cansado de esto. ¿Es esto algún milagro de sueño o mental?
—Puede ser...
En el momento en que Ouroboros escuchó su voz, sintió que su mente se puso en blanco y cayó de frente.
Inmediatamente abrió sus ojos, despertando en el interior de la carreta.
No pudo acordarse del contexto del sueño, pero no pudo olvidar al ser que vio.
Ese ser parecido a un ataúd de pie.
—Dormiste mucho. Parece que estás durmiendo mejor
A su lado estaba Stella, la cual sonrió al verlo despierto.
—¿Dónde está madre? —Ouroboros se puso de pie.
—Fue a hablar con el duende violeta. Parecía ser algo importante —Respondió Stella.
Ellos estaban en Luss. En el norte específicamente.
Estaban en un camino recorrido por mercaderes y vendedores ambulantes de diferentes lugares.
A diferencia de la mayor parte de Luss, ese lugar no estaba lleno de pobreza y no habían tantos problemas.
Incluso era un lugar donde ver humanos con monstruos era muy común.
Ellos estaban llegando a la Península nevada, la cual era uno de los lugares más fríos de todo el continente.
En la Península estaba la aldea en donde Zayra vivía.
Habían estado viajando todo por más de un mes para llegar hasta la Península nevada.
—El frío es malo para los reptiles —Comentó Stella. —Sin embargo, los dragones oscuros y los reptiles oscuros son una excepción. Por eso el frío no es tan importante para ti
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Ouroboros
FantasyOuroboros, un peón del imperio de los monstruos, lucha en el campo de batalla con el único objetivo de sobrevivir gracias a su única habilidad.