CCXXXIII

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Dolor del corazón


El médico ya terminó el tratamiento de Jun Hua, pero la niña todavía estaba despierta, apretando los dientes para soportar el dolor. Esta fue la primera vez que hizo algo tan imprudente y deliberadamente dejó que el enemigo la lastimara para herirlo a él. A pesar de que estaba controlando el lugar de la herida, seguía siendo una herida profunda donde sentía un dolor extremo.

Cuando el médico terminó de limpiar sus cosas, la puerta se abrió de repente y apareció un joven. El médico quería detenerlo, pero ya se acercó a la cama y miró hacia Jun Hua con los ojos llenos de preocupación.

Los ojos de Jun Hua se abrieron levemente y pudo ver débilmente la silueta de un hombre joven, un hombre en el que a veces pensaba cada vez que miraba hacia el Reino Ming. Su boca se abrió levemente y susurró el nombre del hombre.

—Soujin...

Soujin se sorprendió al escuchar su nombre. Si no fuera por sus excelentes artes marciales, no podrá escuchar esa voz casi inaudible.

—Estoy aquí.

¿Cómo puede llegar aquí? El cerebro de Jun Hua volvió a funcionar por un momento, pero la somnolencia la golpeó mientras se quedaba dormida.

Soujin sabía que Jun Hua ya se había quedado dormida. Al mirar el vestido ligeramente rasgado y su rostro pálido, sintió que su corazón estaba destrozado. Pensó que ella estaría a salvo en el Reino Montañoso, lejos de la guerra solo participando como estratega. Pero, inesperadamente, la niña no puede quedarse callada y llegó al Reino Yuan en los momentos más desafortunados.

Tenía miedo de perderla. Encontrarse con ella de nuevo después de varios meses, ¿la perderá? Ese pensamiento lo llenó de miedo. Rápidamente se volvió hacia el médico.

—¿Cómo está ella?

El médico sabía que los dos debían haberse conocido por la forma en que Soujin la miraba. Suspiró aliviado al darse cuenta.

—La herida es profunda, pero no pone en peligro la vida. Es solo que habrá una cicatriz.

El tono del médico fue de arrepentimiento. ¿Qué tipo de mujer querría que su cuerpo estuviera lleno de cicatrices? Desde sus tiempos en el campo de batalla, Jun Hua ya estaba siendo lo suficientemente cuidadosa para no dejar ninguna cicatriz, aunque todavía había algunas cicatrices inevitables.

Soujin también lo sabía. Tampoco quería que el cuerpo de la niña tuviera una cicatriz. La chica linda en la cama era la chica más hermosa que había visto en su vida. Las cicatrices eran para hombres y no para mujeres, eso fue lo que pensó mientras miraba hacia la niña.

—¿No hay forma de borrar la cicatriz? —dijo con esperanza.

El doctor negó con la cabeza. —Lo siento.

No fue culpa del médico. Soujin dejó que el médico se fuera cuando sintió venir la presencia de Ming Hui. Él frunció el ceño. La niña no llevaba su velo hoy y su rostro se veía extremadamente hermoso. No quería que nadie más que él lo viera.

Antes de que Ming Hui pueda entrar, le dio una patada a la otra parte en la puerta y la cerró, impidiendo que nadie entrara.

Afuera, Ming Hui se sostuvo el estómago con una mueca. Soujin era realmente despiadado, no se molestó en reprimirse al patearlo.

—Yan, será mejor que no entres. Ese hombre te mataría si lo hicieras. —señaló Ming Hui hacia la puerta.

Yan asintió repetidamente. Esta vez, si incluso Ming Hui sintiera tanto dolor por haber sido expulsado a la ligera, seguramente la otra parte lo golpearía en negro y azul. No quería sentir dolor durante horas sin ninguna razón como esa. Después de todo, la situación aquí era bastante grave.

Jun Zhen Cian caminó hacia la puerta. —Joven, será mejor que abras la puerta.

Soujin no quería que nadie entrara, pero pensando en su relación que aún no era oficial, era imprudente permanecer juntos en la misma habitación. Si la gente murmurara, la que sufriría sería ella. Con desgana, caminó hacia la puerta y la abrió.

Jun Zhen Xian entró mientras los otros dos se apresuraron a salir del lugar antes de que Soujin les dijera algo.

Mirando hacia su nieta, Jun Zhen Xian suspiró aliviado cuando notó que su respiración aún era normal. Puede parecer débil ahora, pero seguramente se recuperará de esto. Se sintió realmente adolorido al ver a la chica tan herida.

Soujin eligió un asiento y miró a Jun Hua desde ese lugar. La batalla todavía estaba en el medio, no había señales de que llegaría al final pronto. Pero ya quería que la guerra terminara pronto, para poder pasar su tiempo con ella.

Soujin sonrió con ironía. Incluso en este momento, parecía pensar solo en cómo terminar la guerra más rápido para pasar más tiempo con la niña.

—Soujin. —dijo Jun Zhen Xian sin mirarlo. —¿Tus intenciones hacia mi nieta son serias?

Soujin no esperaba que Jun Zhen Xian le hiciera esa pregunta de la nada, pero aún estaba tranquilo. Si esa pregunta le hubiese sido dirigida antes en el Reino Ming, no podría responderla. Sin embargo, ahora ya tiene la respuesta.

—Lo son.

Dos palabras dichas con total determinación. Jun Zhen Xian suspiró profundamente. ¿Debería dejar a su nieta en sus manos? Él ya era viejo y ya no puede igualar el ingenio y la mente de la niña. Será mejor si tiene a alguien que lo reemplace para protegerla y atesorarla.

—Ya veo. —la reacción de Jun Zhen Xian fue aburrida. Debería haberlo esperado cuando se enteró de que este joven invitó a Jun Hua a ver a sus soldados en la frontera. Ningún hombre racional querría que se revelara su secreto, excepto la persona en la que más confiaba.

Y esa persona para Soujin es Jun Hua.

¿Debería contarle sobre el verdadero plan de la familia Jun? Jun Hua no pareció filtrar el hecho de que ella era Jun Min para él todavía. No quería interferir con la vida amorosa de su nieta como lo hizo con su hija.

—Si la lastimas, te perseguiré hasta el fin del mundo.

Esas palabras eran lo mismo que aceptar su relación. Soujin se sintió feliz, pero no lo mostró afuera mientras respondía con un rostro solemne.

—Ella es la única persona que amo y amaré en mi vida, nunca la lastimaría.

Al escuchar esa declaración, Jun Zhen Xian casi se atragantó con el aire.

Flores florecen desde el campo de batalla (II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora