Capítulo 19.

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POV Alicia.

Una enorme felicidad invadió mi ser al ver en pantalla ese simple mensaje que me había enviado el piloto de McLaren con el dorsal 55. 

Alicia: Muy bien, ya había estado en otras ocasiones - y no pocas, pensé mientras tecleaba - pero, si te soy sincera, ya hacía tiempo desde la última vez que vine - y algo me decía que esta vez iba a ser especial. 

Carlos: Espero que a partir de ahora vengas más a menudo.

Yo miré hacia otro lado y sonreí. Tenía intención de escribir, pero vi que ya lo hacía él y me detuve.

Carlos: He pensado que podríamos cenar mañana.

Los nervios se hicieron presentes de una estocada. Llevaba toda la semana mentalizándome de esto pero fue inevitable. Despierta algo en mí que no soy capaz de controlarlo.

Alicia: Me parece bien, te paso mi ubicación para que sepas dónde se encuentra el piso de mi amiga 😉 - Seguí moviendo los dedos de forma acompasada - ¿a dónde me vas a llevar, por cierto?

Carlos: ¡Eso es sorpresa!

Alicia: venga, porfa, me muero por saberlo 🥺 - y de hecho era cierto, la intriga me estaba matando.

Carlos: Nooo, no me vas a convencer, tiene que ser sorpresa sí o sí.

Alicia: Dime, al menos, cómo debo vestir. ¿Es un lugar al que hay que acudir elegante?

Carlos: Sí, la verdad es que es un lugar formal, hay que ir bien arreglados. Tampoco te me vistas como si fueras a recibir un Óscar eh, que Jorge ya me ha contado que tienes una cantidad de ropa descomunal 😂😉 - escribió Carlos en forma de mofa.

Alicia: que gracioso eres - escribí irónica - bueno Carlitos, te dejo que estoy muerta. Mañana ya vamos hablando y - hice una pausa. Respiré profundamente - y nos vemos.

Carlos: Ansioso estoy de que llegue el día de mañana. Buenas noches Alicia - y lo acompañó de un corazón.

Alicia: Buenas noches Carlos - y respondí de la misma forma.

Suspiré y dejé el móvil en la mesilla de noche. Cerré los ojos feliz y caí en un sueño profundo al instante.

Al día siguiente me desperté por los finos rayos de luz que se colaban por la persiana de la habitación. Por eso, y porque empecé a olfatear algo que me estaba gustando. Me froté los ojos, salí de la cama y de la habitación, y en el pasillo me concentré en identificar de qué olor se trataba. "Ese aroma... parece que huele a tortitas", pensé. Llegué a la cocina y allí estaba Martina, con todo el desparpajo del mundo dándole la vuelta a las tortitas, efectivamente. Escuchó mis pasos y giró la cabeza sin dejar de sostener el mango de la sartén.

- ¡Buenos días bella durmiente! - comentó ella enérgica - mira, he hecho tortitas, ¿a qué huelen de maravilla?, he pensado que es una buena forma de celebrar que volvemos a estar juntas - comentó ella vivaracha - "Juntos, café para dos ..." - empezó a tararear.

- Oh, Martina, no hacía falta - dije yo con la voz algo ronca de haberme despertado recientemente.

- Claro que sí, además me salen riquísimas - decía mientras las colocaba en el plato.

- Tengo que compensarte - mencioné sonriente y empezamos a comérnoslas con chocolate y fresas.

Cuando acabamos de comer, le ayudé a limpiar, nos vestimos y nos fuimos de compras. Nos pasamos toda la mañana por aquí, por allá, en esa tienda, en esa otra... la gente, por supuesto, me reconocía, y me paraban para hacerse fotos conmigo. Al mediodía, la llevé a un restaurante italiano que conocí en mi último viaje a Madrid, y en el que se come fantásticamente bien. Yo me hice cargo de la cuenta en forma de agradecimiento por el desayuno de aquella mañana y por el simple hecho de haberme acogido en su hogar. Por la tarde seguimos charlando y visitando más tiendas de moda. Nos hallábamos en el Barrio de Salamanca, que es una de las zonas más adineradas de Madrid, y fuimos de boutique en boutique hasta que nos cansamos y decidimos entrar en un Starbucks y tomar algo antes de regresar a su casa.

- Tía, hay algo que no te he contado- le dije luego de dar un sorbo a mi frapuccino de vainilla.

- No me vengas ahora con que estás embarazada o algo eh, no me asustes - me respondió - es broma - rio - dime.

- Pues... tiene relación con Carlos.

Posó su mano encima de la mía y me miró.

- ¡¿Qué es?! - expresó emocionada a la par que impaciente.

- Esta noche vamos a cenar juntos... - comenté tímida.

- Pero amiga, ¡eso es genial!

- ¿No te molesta?

- Oh, no, claro que no, hemos pasado todo el día juntas y mañana también vamos a hacerlo. Además, que me hace mucha una ilusión que vayas a cenar esta noche con él, recórcholis - comentó sincera - ¿a dónde te lleva?

Alcé los hombros en señal de incertidumbre.

- No lo sé, es sorpresa, dice.

- Ai, chica, que romántico... - suspiró feliz - ¿y ya sabes qué te vas a poner? - no me dio tiempo a contestar porque ella se adelantó - ¿por qué no te pones el vestido que has comprado hoy? El negro - matizó - ese es el indicado para esa noche.

- ¿Tu crees? - esbocé todavía dudosa.

- ¡Claro!, yo te dejo unos zapatos y un bolso y voilà - y me convenció.

Y tras salir de ese establecimiento de bebidas para llevar, regresamos a su piso. Toca prepararse para la tan esperada cena. 


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¡Hey! Lo prometido es deuda, y os traigo un nuevo capítulo pal body :)

Esta semana estuve mirando por curiosidad las estadísticas de mi novela y me sorprendí enormemente al ver que no solo leen mi novela lector@s de mi país natal, sino también de muchos otros que están al otro lado del charco. Los más destacables son Argentina y México, pero hay varios más. Incluso de USA omg xD Me hizo ilu descubrirlo jeje. Sean de dónde sean, os mando un saludo enoooorme<3

Cuídense mucho! 

Besos, Echo. 

Diez mil estrellas (Ten thousand stars) | Carlos SainzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora