Capítulo 60.

2.5K 136 29
                                    

POV Alicia.

Quedaba 1 hora para el tan anhelado y esperado encuentro con nuestros dos hombretones de McLaren, y con el ouftit ya diseñado y escogido para ambas, Lai y yo nos encontrábamos en su cama pintándonos las uñas con colores neutros mientras chismorreábamos de todo un poco, como de costumbre. Resultó arduo escoger un look ideal para mi amiga debido a esa indecisión que tanto la caracteriza, pero como si de un milagro se tratase, en el lugar más recóndito de su armario, hallamos un vestido de seda de color azul turquesa que se ajustaba en la parte del pecho y quedaba holgado en el resto de la pieza. La parte superior estaba compuesta por un escote en forma de V no demasiado pronunciado, pero sí lo suficiente como para dejar entrever los atributos de Laia, así como dos tirantes de cierto grosor que iban acompañados de dos lazos muy coquetos, uno en cada hombro. Combinó este impoluto vestido con un tacón de aguja plateado de Bvlgari que le había prestado, a conjunto con la bisutería plateada que había escogido mi amiga para lucir el día de hoy.

Por mi parte, aposté por un vestido de acetato color púrpura en un tono pastel, con las mangas abullonadas y compuestas de una tela con transparencias, mientras que el resto del vestido era ceñido al cuerpo y llegaba hasta medio muslo. Como había escogido una tonalidad tan refinada y elegante a la vez, decidí rematar la vestimenta con un zapato de tacón de aguja blanco, así como unos pendientes de cristal de Swarovksi y un reloj de Michael Kors plateado con detalles violetas en los bordes de la esfera y en el interior de la misma.

Mientras discutíamos qué tipo de peinado hacernos para la ocasión, la música proveniente del iphone de Laia nos acompañaba en todo momento, consiguiendo que el ambiente fuese mucho más animado, y provocando que la letra de todas las canciones que ...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Mientras discutíamos qué tipo de peinado hacernos para la ocasión, la música proveniente del iphone de Laia nos acompañaba en todo momento, consiguiendo que el ambiente fuese mucho más animado, y provocando que la letra de todas las canciones que sonaban las relacionara con Carlos. Es un hecho: soy incapaz de sacármelo de la cabeza, y para más inri, todo me recuerda a él, absolutamente todo. Aunque fuera una temeridad, me pintaba las uñas de los pies mientras bailoteaba al ritmo de Todo de ti de Rauw Alejandro.

Contigo quiero despertar

Hacerlo después de fumar

Ya no tengo na' que buscar

Algo fuera de aquí

...

Aunque adorara escuchar esa canción día sí día también, le pedí a Laia que pusiera pausa a su playlist de Spotify porque me parecía escuchar el politono de mi teléfono emitirse desde la lejanía. Al hacerlo, efectivamente confirmé que estaba sonando y que éste se encontraba en la mesa principal de la sala de estar, ya que allí lo había utilizado por última vez. Me acerqué sosegada hasta él, pero al pronto sentí una punzada tremenda en mi estómago al ver su nombre. Me estaba llamando Carlos y no esperaba por nada del mundo que fuera él, y con más razón teniendo en cuenta todo el tiempo que faltaba hasta la hora acordada. Me asusté repentinamente al pensar que tal vez había sucedido algo de suficiente gravedad como para cancelar la cita planeada, por lo que me apresuré en contestarle antes de que fuese demasiado tarde.

Diez mil estrellas (Ten thousand stars) | Carlos SainzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora