Capítulo 49.

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POV Alicia.

"Quiero" pensé yo mentalmente, y al hacerlo, abrí los ojos asustada y de forma repentina, y me incorporé de la cama llevándome la mano derecha a mi pecho. No, no, no, ¡no!, ¡no puede ser!, otro sueño no por favor... y mucho menos éste... creo que muy en el fondo, anhelaba tanto que sucediese entre nosotros ese momento en el que todo se arreglaba y volvía a ser como antes, que mi mente recurrió a mi corteza cerebral para recrear un sueño lo suficientemente satisfactorio y perfecto como para que me hiciera sentir feliz... aunque ese sentimiento no fuese a permanecer para siempre, ni mucho menos fuera real.

Me llevé las manos a la cara para frotármela. Al despegarlas de mi rostro, encendí la lamparilla de noche y cogí el iPhone con intenciones de descubrir qué hora era. En mi pantalla figuraba un "00:30h". En realidad, no era tan tarde, estuve dormida alrededor de una hora, aunque tenía la sensación de haber dormido tan solo 10 minutos. Era todo muy confuso, muy raro... viví el sueño de una forma tan realista que, al despertar, me sentí del todo desconcertada, sin saber por unos segundos dónde me hallaba y con quién. Pero al final, caí en la cuenta de que allí me encontraba, sola y aturdida en una arisca habitación de hotel.

Y como si el destino tuviese la intención de burlarse de mí, escuché a alguien tocar la puerta, depositando en ellas un par de golpes sonoros, o al menos lo suficientes como para que yo lo escuchara. Me quedé inmóvil tras oírlo, ya no sabía qué pensar, ya dudaba en sí estaba inmersa en la realidad o todavía seguía en algunos de mis sueños. Fuese como fuese, empecé a levantarme de la cama para ponerme las zapatillas. Andaba insegura y dudosa al mismo tiempo. Me jugaría el pellejo a que no es Carlos... no, demasiada casualidad, ¿sueño que viene a mi habitación y cuándo despierto a los pocos minutos aparece en ella?, venga ya...

Al llegar a la altura de la puerta, me detuve en seco y giré parcialmente la cabeza para mirarme en el espejo. Lucía nerviosa y asustada, y no era para menos. Me entró una gran incertidumbre con respecto a abrir la puerta, pensé que tal vez fuese buena idea preguntar en voz alta quién era, pero hice desaparecer todos esos pensamientos negativos que atravesaban por mi cabeza de manera incesante, y de una vez por todas, decidí abrir la puerta. De todos modos, lo más probable es que me haya imaginado ese sonido, y que al otro lado de ella no se encontrase nadie. Pero al hacerlo, juro que me quedé atónita, estupefacta, anonadada. Allí estaba Carlos Sainz, con la mirada bajada hasta que escuchó el manillar moverse y se encontró de frente con mi persona. Entonces alzó el rostro y conectó sus intensos ojos castaños con los míos, provocando que no pudiera ni pestañear del nerviosísimo.

- Carlos... - espeté flojito.

- Hola Alicia - dijo con una media sonrisa - ¿puedo...? - preguntó al ver que no reaccionaba.

- Sí, sí, claro - respondí intentando tranquilizarme.

Procedí a posicionarme a un costado para que el piloto pudiese acceder a mi habitación sin problemas, y al igual que en el sueño, al pasar por mi lado... ese perfume embriagador me cautivó en milésimas de segundo.

- Lamento que haya venido a estas horas - expresó apenado.

- No te preocupes... - hablé todavía incrédula por la situación.

- ¿Es-estás bien? - interrogó el piloto de McLaren con una evidente preocupación - parece que hayas visto un fantasma o algo.

Cogí aire de forma calmada y me dispuse a sentarme en el borde de la cama, a un extremo para ser más exactos. Carlos imitó la acción acomodándose en el lado contrario, dejando entre nosotros un pequeño espacio que desearía con todas mis fuerzas que no existiese.

Diez mil estrellas (Ten thousand stars) | Carlos SainzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora