POV Alicia.
Ni a Martina ni a mi nos apetecía cocinar. Eso era un hecho indiscutible. Hoy es domingo, típico día en el que no viene de gusto hacer nada más que estar en el sofá y dejar que éste te engulle para el resto del día, de modo que decidimos pedir comida china a domicilio. Estuvimos comiendo mientras ella me contaba que estaba realizando sus estudios en una Escuela de Moda y Diseño que quedaba relativamente cerca de su casa, a unos 15-20 minutos andando. Su padre, que es controlador aéreo y posee, por lo tanto, un trabajo bien remunerado, se pudo permitir pagarle a su hija la matrícula de estudios en uno de los mejores centros de toda España. En su clase hay pocos alumnos, bueno, podríamos hablar más bien de alumnas, porque me contó que eran todas mujeres, menos dos varones; son un total de 16 de estudiantes, y me especificó que todos son hijos/as de personas adineradas o con un poder adquisitivo notorio. Ella cree que es un bicho raro en clase, porque su padre se gana bien la vida, pero nada en comparación con los progenitores del resto de sus compañeras. Yo le pregunté por el tipo de personas que había en su aula. Ella me explicó que son un poco prepotentes, la mayoría, y que tienen un carácter más bien arisco y antipático (totalmente contrario a Martina, que es una persona abierta y sociable a más no poder). Pero a pesar del panorama, me habló de una amistad que había hecho en clase, y yo me alegré una infinidad por ella.
- Voy al baño a recoger la ropa que he dejado tirada en el suelo, quiero poner una lavadora - comentó Martina con naturalidad mientras se levantaba de su asiento.
- Yo voy a barrer un poco - anuncié tras observar detenidamente el suelo.
Ambas nos pusimos manos a la obra en las tareas domésticas pertinentes. Al pasar 10 minutos, alguien llamó al timbre de abajo, haciendo sonar el telefonillo. Martina se acercó hasta el mismo, que se hallaba junto a la puerta.
- Sí, hola, ¿quién es? - la escuché decir - ¿un paquete?, ¿a mi nombre?, yo no estoy esperando... ajá... - prosiguió - bueno, está bien, suba, a ver de qué se trata - y le dio a un botón para que la puerta de entrada de su edificio se abriera.
- ¿Quién era? - cuestioné intrigada desde la cocina.
- Ni idea, algo para mí dicen... - respondió mi amiga indecisa.
Entonces se escuchó el timbre de la puerta. Martina la abrió.
- Hola, buenos días... - y no escuché nada más. Se quedó sin habla - esto... Alicia, ¿puedes venir?
¿Yo?, ¿para qué?, tal vez se trataba de un paquete voluminoso y quería que la ayudase.
- Sí, claro - contesté sin entender nada y con una incertidumbre más que evidente en mi rostro.
Con tan solo asomarme por el pasillo lo comprendí todo al instante. El repartidor llevaba en sus manos un ramo de rosas, y no de pocas, precisamente. Martina giró su cabeza para mirarme con cara de asombro. Yo estaba estática. No puede ser.
Me acerqué y mi amiga firmó un papel mientras intentaba aguantar la risa. Dejó que yo cogiera el ramo porque dedujo que eran para mí. Cerró la puerta y estalló. No podía aguantar más.
- A ver, a ver, seamos coherentes, lógicamente son para ti - hizo una pausa mientras se secaba con el dorso de la mano la lágrima que corría por su mejilla. Debía reír por mi cara, que seguramente era un poema - para mí no son, no tengo ningún noviete ni ningún romance en mi vida ahora mismo - aclaró ella mientras cruzaba los brazos bajo su pecho.
- Tal vez es de algún admirador secreto - comenté yo mientras miraba detenidamente las rosas. Son preciosas, para que mentir.
- Bueno, lleva una nota, descubrámoslo - propuso ella segura - léela tú, te concedo los honores.
Procedí a sacar la nota que se hallaba entre las flores mientras Martina sujetaba el ramo. La abrí y mis ojos empezaron a moverse de un lado a otro, leyendo las palabras escritas en ella. Sin poder contenerme, sonreí como una tonta y negué con la cabeza.
- Bueno, ¿confirmado no? Qué chico - dijo mientras miraba estupefacta el ramo - ¡sí que le has calado hondo, sí!
- Que va... - espeté yo con cara de boba, releyendo una y otra vez la carta.
- ¿Qué no? A la vista está - mencionó Martina a la vez que tocaba con la yema del dedo índice los pétalos de las rosas, con mucha delicadeza.
- Pero.... necesitan agua y yo esta noche cojo un vuelo... - me percaté.
- Tranquila - y entonces mi amiga señaló la parte inferior del ramo. Había un tubo alargado de plástico con agua. En él, se hallaban los tallos y parte del pedúnculo de las rosas - ha pensado en todo. Chico listo. Las pondremos mientras en un jarrón y cuando te vayas, volveremos añadir agua al tubo éste. Ya cuando llegues a tu casa, las pones en remojo de nuevo. Yo creo que, de esta forma, van a aguantar, al menos la mayoría.
Y así hicimos. Pusimos las rosas en un jarrón con agua y las dejamos en la mesa principal de la sala de estar. Yo las conté, habían unas 12 rosas, por lo menos.
¿La nota?, en ella encontré escrito lo siguiente:
"No podía dejar que te fueras de mi ciudad sin darte este detalle. Además, es mi forma de demostrarte que no soy tan malo... ;)
Te echaré de menos,
Carlos."
Juro que no esperaba por nada del mundo esto. ¿Un mensaje?, muy probable, ¿una llamada?, tal vez, ¿qué viniera a verme?, algo improbable, pero cabía la posibilidad. ¿Pero esto?, esto no, esto no me lo esperaba. No dejaba de mirar las rosas atontada. Será idiota... un idiota que está empezando a gustarme más de lo que yo creía.
Llegó la noche y Martina me acercó al aeropuerto. Me despedí de ella en el coche brindándole un abrazo enorme.
- Gracias por todo. A la próxima te vienes a mi casa, eh - articulé con simpatía.
- Me parece buena idea, cuídate mucho Alicia - respondió sonriente.
- Tu igual. Vamos hablando - le dije mientras alzaba mi móvil con la mano derecha.
- ¡Hecho!
Bajamos del auto para abrir el maletero. Llevaba en la mano derecha el asa de mi maleta, y en la izquierda el ramo, claro está. Me adentré al aeródromo con la intención de coger un vuelo a Barcelona. Y así lo hice. Al llegar a tierras catalanas, allí estaba Héctor esperándome. Él siempre tan puntual, es el mejor chofer del mundo. Salió para ayudarme con la maleta, y una cara de asombro se hizo presente en su faz al ver el gigantesco ramo de rosas que me habían acompañado durante el trayecto, a lo que yo reí.
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¡Hola! nuevo cap os traigo el día de hoy, aiiiiiiii!<3
Jolines cuanto tiempo:( se me ha hecho eterno, ¿me echaron de menos? yo a ustedes sí :(( tuve mucho trabajo que hacer estos días y por eso no tuve tiempo de actualizar... pero lo importante es que volví y que os agradezco un montón vuestra paciencia:) y el apoyo claro está.
Cuídense mucho.
Besos, Echo.
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Diez mil estrellas (Ten thousand stars) | Carlos Sainz
FanfictionAlicia Martínez es una famosa cantante que ya poco o nada le sorprende de este mundo, y que tiene claro que no quiere enamorarse, pero sus planes cambian drásticamente cuando acude por primera vez a una carrera de Fórmula 1 y conoce a un moreno de o...