POV Alicia.
⁃ ¿Nos bañamos? - preguntó un Carlos impaciente y sumamente observador en todos y cada uno de mis gestos.En esos instantes me quedé muda. Me había perdido demasiado en esos ojos que me observaban con suma atención. Dicen que precisamente los ojos son el espejo del alma, que a través de ellos percibimos y entendemos todo lo que la otra persona no es capaz de decirnos con palabras. Y la mirada de Carlos era del todo penetrante, sin duda estaba ansioso por que le contestara afirmativamente.
⁃ ¿Ponemos música? - interrogó Lando inocente y sin haberse percatado de que Carlos y yo nos habíamos inmerso en un mundo totalmente paralelo. Primero observó nuestros rostros, y al no obtener una respuesta clara de ellos, ojeó el de Laia y ésta le contestó afirmando enérgicamente con la cabeza.
Mi amiga se levantó luego de haber estado en el borde de la piscina en cuclillas, tocando con la yema de sus dedos el agua, probablemente para descubrir su temperatura a través del tacto. Tras hacerlo, ambos compartieron una mirada de complicidad y acabaron acercándose al equipo de música que se hallaba justo al lado del mini-bar, dejándonos a Carlos y a mi de nuevo en nuestro juego de ligoteo.
⁃ Entonces, ¿qué me dices? - me interrogó sin despegar su vista de mi persona y mientras se deshacía de su pantalón. Ahora sí estaba al 100% listo para darse un chapuzón.
⁃ Yo... esto... - no sabía exactamente qué responder. ¿Cómo podía estar tan cortada?
⁃ Oh, vamos - me interrumpió - tienes que bañarte - y dibujó un puchero afable en su faz.
⁃ Tal vez el agua esté fría... - sugerí jugando con mis dedos cabizbaja. Carlos dio un paso hacia adelante, provocando que levantara la cabeza con tal de fijar mi mirada en él nuevamente.
⁃ Si pegas tu cuerpo con el mío, no creo que ese sea un problema - espetó con una media sonrisa, logrando que mi estómago diera un vuelco de los nervios que había experimentado en cuestión de segundos.
⁃ Yo... debería de quitarme el vestido antes de... - no logré acabar la oración tras escuchar a Carlos hablar.
⁃ ¿Quieres que te lo quite yo? - preguntó coqueto mientras se acercaba más a mi con una sonrisa de infarto y con la mirada fijada en mis labios. Tras escuchar la pregunta y observar el modo tan sugerente con el que me la había planteado, sentí un calor sumamente intenso en mis mofletes y aprecié como mi respiración se había entrecortado por un momento.
⁃ ¡No! - respondí roja y conteniendo la sonrisilla que había estado a punto de salirme - quiero decir... creo que puedo yo sola - y el madrileño respondió con una leve risa mientras se giraba lentamente.
⁃ Como usted diga, princesa.
Mientras me llevaba las manos por detrás de mi espalda para bajar la cremallera de mi vestido, Carlos se dirigió a la tumbona que se encontraba más cercana a él para dejar sus pertenencias encima. Entonces se acercó a una mesa de mimbre dónde reposaban en ella un conjunto de toallas perfectamente dobladas y listas para ser usadas en cualquier momento. Y yo, mientras tanto, me sentía una inútil de libro porque era incapaz de bajar la cremallera correctamente, prácticamente no llegaba a ella a pesar de la longitud de mis brazos, y cuando lo hacía, a duras penas la cremallera recorría mucho porque se enganchaba con la tela de mi vestido debido a la tremenda torpeza que me invadía el cuerpo aquellos instantes. Sabía que eso sólo indicaba una cosa: que estaba más nerviosa y temblorosa que un flan recién elaborado.
Volví a sentir el peso de la mirada de Carlos en mi dirección, y al conectar nuevamente, éste rio tras ver las dificultades que hallaba para deshacerme de esa pieza de ropa.
⁃ ¿Me... me ayudas Carlos? - le supliqué tímida.
⁃ ¿No decías que podías tu solita?
⁃ No seas malvado.
⁃ Está bien, te ayudo - afirmó con una sonrisa sincera.
Carlos se posicionó detrás mío mientras le seguía con la mirada muy atentamente. Tras ayudarse de sus dos extremidades superiores para apartar mi pelo de tal manera que cayese por encima de mis hombros, depositó una de sus manos en la cremallera y, con una sutileza asombrosa, empezó a deslizarlo suavemente hacia abajo, sin prisa ninguna, logrando que cada diente de aquel sencillo mecanismo de cierre se fuera desencajando del resto como si de un puzle se tratase. Cuando el trayecto de la cremallera llegó a su fin, Carlos apoyó su barbilla en mi hombro derecho y habló muy cerca de mi oído, logrando que mi corazón palpitara con vehemencia.
⁃ Cuando te pones así de nerviosa estás para comerte - susurró en un intento de enloquecerme.
El piloto caminó de nuevo a paso lento hasta quedar cara a cara. Yo le miré con una ceja enarcada y poniendo morritos.
⁃ No estoy nerviosa - refunfuñé.
⁃ Ajá, sí, claro... - se burló con una media sonrisa y guiñándome un ojo, a lo que yo respondí riendo y negando con la cabeza.
Tras percatarme de que mi vestido ya me estaba suelto, llegué a la conclusión de que había llegado el gran momento de la noche. Estaba a punto de deshacerme de mi ropa en presencia de cierto piloto de Fórmula 1 con el que sueño asiduamente desde el primer día que lo conocí, y con el que ya he admitido que, a estas alturas de vida, no me importaría en absoluto que sus labios viajasen por todo mi cuerpo. Sin lugar a dudas, la clase de sueño que tuve en el piso de Martina con Carlos no ha sido el único que he experimentado desde entonces...
Con la mayor elegancia posible, me empecé a quitar aquel vestido púrpura de Zara cuidadosamente, midiendo todos mis movimientos para que éstos resultaran acertados y me ayudaran a lograr mi único objetivo establecido en esos momentos, que era quedarme en traje de baño sin que cometiese ninguna torpeza. Sin embargo, resultó necesario que transcurrieran varios minutos para darme cuenta de la sensualidad que le estaba otorgando a la escena mientras extraía aquella vestimenta con tanta lentitud y esmero, mostrando poco a poco mi cuerpo prácticamente desnudo, mostrando en primer lugar mi pecho, luego mi abdomen, a continuación mis piernas... hasta que el vestido acabó precipitándose a mis pies, habiéndose quedado extraído completamente de mi, entonces, delicado y exuberante cuerpo.
Tras hacerlo, ojeé a Carlos con una curiosidad desbordante, y acabé topándome con un hombre que se había quedado totalmente de piedra. Con la boca entreabierta, la cerró a los pocos segundos de percatarse de ello y tragó saliva forzosamente, provocando que su cuello se tensara y que su nuez viajara hacia arriba y regresara de nuevo a su lugar de origen en centésimas de segundo. Carlos no tuvo ningún reparo en contemplar mi cuerpo de arriba a abajo con poco disimulo mientras se mordía el labio. De nuevo sus ojos conectaron con los míos propios, y un escalofrío recorrió mi ser cuando me percaté de que, por primera vez en mi existencia, veía a través de su mirada un auténtico deseo por devorar hasta el último rincón de mi piel, en una expresión de lascivia y lujuria inconmensurable.
Eché un vistazo rápido al bikini que llevaba puesto, a cómo aquella pedrería que lo decoraba brillaba con fuerza gracias al reflejo de aquella agua cristalina que emergía de la piscina. Me acerqué lentamente a Carlos mientras, estático, observaba con detenimiento cada paso que daba hacia él. Ya a su altura, lo observé atentamente y no pude evitar reírme tras cerciorarme de su estado.
⁃ ¿Quién dices que está nervioso ahora? - expresé con una sonrisa diabólica.
Carlos soltó aire por sus fosas nasales y me miró desafiante con una media sonrisa.
⁃ ¿Si estuviera nervioso haría esto?
Ojeé a Carlitos con una mirada de extrañeza absoluta mientras el piloto de McLaren cogía cierto impulso para acercar su boca con la mía, y así plantarme un beso fugaz en mis labios a la vez que depositaba sus dos manos en mi cuello. Por un jodido instante, me sentí tan bien, tan feliz, tan deseada por ese hombre del Olimpo con el que tantas mujeres sueñan. Separó muy lentamente sus labios de mi y cogió la distancia suficiente como para percatarse de que en absoluto esperaba una acción como esa y que, en consecuencia, me había puesto roja a más no poder; por ello, me llevé las manos a la cara con tal que no me viese, escuchando una carcajada sonora por su parte que resultaba ser música para mis oídos.
⁃ Gané - espetó satisfecho.
⁃ No vale - dije yo para luego apretar mis labios.
⁃ ¿Por qué no?
⁃ Porque no me lo esperaba - me quejé.
⁃ Eso da igual, si de verdaaad no estuvieses tan nerviosa, no te hubieses puesto así de tonta, ¿no? - y tras hablar, pensé "la revancha será inminente e irremediablemente real, mi querido Carlos Sainz" - por cierto - y de nuevo se acercó a mi persona con ese atractivo imposible de negar - un bello bikini para un cuerpo de ensueño como el tuyo, Alicia.
⁃ Idiota... - solté mientras pasaba mis manos por esas partes de mi cuello donde había tenido Carlos el gran placer de depositar para darme semejante beso de película.
⁃ Tu idiota - murmuró.
POV Laia.
⁃ No entiendo muy bien cómo funciona este cachivache... - expresé apenada mientras llevábamos ya varios minutos trasteando el equipo.
⁃ Creo que puedo conectar mi teléfono a través del bluetooth - contestó Lando concentrado - de ser así, ya estaría todo solucionado, pondría mi playlist y listo.
Mientras Lando se ocupaba de solucionar el tema de la música, giré el rostro para acabar de contemplar con mayor esmero aquella glamurosa azotea en la que íbamos a permanecer gran parte de la noche. Me fijé en las cientos de botellas que se hallaban en aquel estand al que habíamos llamado "mini-bar" pero que en realidad consistía en una coctelería de pequeñas dimensiones, compuesta de una barra enorme en forma de mesa, taburetes de cuero y un gran surtido de bebidas alcohólicas con tal de satisfacer la mayor cantidad de demandas posibles por parte de los comensales que, en aquella ocasión, éramos sólo nosotros. Entonces direccioné mi mirada a la piscina y me fijé en cómo Carlos y Alicia conversaban de esa forma tan cariñosa y afable con la que siempre lo hacen. Me reí al ver esa escena de coqueteo en la que, para ser sinceros, ambos se veían la mar de nerviosos y adorables a su misma vez.
⁃ ¡Listo! - expresó un Lando victorioso mientras los buffers de aquellos enormes altavoces empezaban a vibrar con la canción de Best I Ever Had de Drake. A pesar de su antigüedad, adoraba a más no poder esa canción.
⁃ ¿Has visto esos dos? - señalé hacia Carlos y Alicia - míralos que par de tortolitos - mencioné mientras me levantaba tras haber estado agachada, siendo imitada por Lando.
⁃ ¿Todavía no se han bañado?, vaya par de tontos - dijo entre risas.
Lando y yo empezamos a caminar sosegadamente hacia ellos, hacia la parejita del año.
⁃ ¿Qué hacen que no se bañan? - interrogó el británico en un tono de burla.
⁃ Aquí nuestra querida y sensible Alicia asegura que el agua está fría - ironizó Carlos.
⁃ Y es cierto - manifestó la catalana mientras propiciaba un leve empujón al madrileño, provocando que ambos riesen.
⁃ Yo he tocado antes el agua y está perfecta Ali - espeté serena.
Carlos y Alicia volvieron a esa especie de discusión entre risas y en forma de tonteo que tanto les encantaba practicar una y otra vez mientras Lando intervenía esporádicamente. Sin embargo, algo me llamó la atención en los movimientos de Lando, ya que aprecié cómo éste empezaba a desvestirse lentamente, por lo que sentí mi pulso acelerarse a medida que se deshacía de las piezas de ropa que llevaba encima. Empezó primeramente por los zapatos, para luego despojarse de la chaqueta de aquel maravilloso traje aterciopelado que había estado luciendo durante toda la velada. Por mi parte, decidí empezar a desvestirme de igual modo para que no resultara extraña la situación, sin embargo, algo me detuvo cuando intuí que una de las tiras del sujetador del bikini se había soltado, provocando que la sujeción que tenía en el lado derecho de mi sostén se hubiese mermado. Como había estado observadora hasta hace pocos minutos, aprecié con anterioridad un baño justo al lado de la coctelería, por lo que decidí hacer uso de él.
⁃ ¿Me disculpan? Voy a hacer uso un momento del baño, tuve un pequeño incidente femenino - enuncié junto con un mohín y con cara de inocente.
⁃ ¿Algo en lo que te pueda ayudar, bebé? - preguntó mi BFF intrigada.
⁃ No, creo que podré yo sola, de no ser así te aviso - respondí con calma.
Mientras Lando seguía desnudándose a la vez que hablaba animadamente con Carlos y Alicia, yo me adentré en el baño de mujeres y me despojé de aquella vestimenta para apreciarme en bikini delante del espejo. Me acerqué hasta él y me fijé en la tira que quedaba colgada en el hombro derecho. La agarré y la coloqué correctamente en el costado de mi sujetador, de tal manera que no se zafase en ningún otro momento. Y tras hacerlo, me aprecié de nuevo en el espejo y me peiné el cabello con los dedos algo temblorosa. Cerré los ojos y respiré profundamente, y tras soltarlo, no pude evitar sonreír como una boba. Todavía no había visto a Lando en bañador y ya estaba nerviosa, ¿alguien me explica cómo se entiende eso? Luego aprecié mi cuerpo en su totalidad y suspiré pesadamente. Tal vez no le guste, tal vez espere de mí algo distinto, tal vez sus expectativas sean demasiado altas. Me relamí los labios tras conectar fijamente mi mirada en el espejo y pensé, ¿qué narices? Yo soy bella tal y como soy, y punto.
Cogí mi vestido y lo colgué de mi brazo izquierdo, agarré mis tacones también con la mano izquierda y con la otra libre abrí la puerta del baño y salí por fin de nuevo a la azotea. El ruido que emitió la puerta era lo suficientemente leve como para que nadie prestara atención a él, y realmente así fue, porque Carlos y Alicia seguían jugando como de costumbre, pero no fue una norma que siguió Norris en esos momentos.
Con tal solo poner un pie descalzo en ese suelo de hormigón liso, Lando volteó el rostro en mi dirección y allí lo vi plantado, con un cuerpo delgado pero bien tonificado, con unos brazos ligeramente musculosos y un torso perfectamente definido que provocaron que la falta de aire no fuera una mera sensación, sino una auténtica realidad. Por su parte, permanecía sonriente hasta que me observó y quedó completamente congelado. Ojeó mi cuerpo fugazmente y luego bajó la mirada apretando los labios. Yo sonreí tras cerciorarme de su reacción y me acerqué a paso lento mientras por el camino dejaba mis cosas en una tumbona. Eran tales los nervios que sentía en aquellos instantes en mi cuerpo que me era imposible caminar con la vista al frente, la mayor parte del camino me la pasé mirando al suelo o a los lados, no podía seguir observando a Lando si es que no quería que me diese un vahído por el camino debido al seductor cuerpo que lucía aquel británico de sonrisa tímida y pecas encantadoras. Lando volvió a alzar el rostro para sonreírme y luego se dirigió a las escaleras de la piscina. Por su mirada, sabía que quería que le siguiese, y no fue necesario mucho más para que sus deseos fueran órdenes, con tal solo mirarme de la forma en la que lo hace es suficiente. Lando se atreve poco a mirarme directamente a los ojos, pero las pocas veces que se esfuerza en hacerlo, me produce una sensación mágica de la que no me cansaría nunca de sentir.
Ya con sus pies en remojo, Lando se giró de cuerpo entero y extendió su mano hacia mi persona, ya posicionada justo en el inicio de las escaleras. Para mi sorpresa, me miró directamente a los ojos y me invitó a meterme en la piscina con él.
⁃ Esto... ¿te bañas conmigo... Laia? - me interrogó prácticamente tartamudeando.
No fueron necesarias las palabras en ese preciso momento. De hecho, mi mente no me permitió que las pronunciara porque mi corazón latía con fuerza, tratando de asimilar y gestionar todas esas emociones que de algún modo u otro me estaban marcando probablemente de por vida, de modo que me limité a asentir con la cabeza y me agarré a aquella mano que me había ofrecido con todo su amor y con la mayor felicidad del mundo. Por primera vez, sentí una sensación indescriptible cuando su piel rozó con la mía, ya que nunca antes había sucedido, y era algo mágico, difícil de explicar pero increíble de sentir. Era como si su mano encajara a la perfección con la mía, como si el destino tratara de decirnos, en un grito ahogado, que estábamos hechos el uno para el otro.
Agarrándome con mi otra mano en la barandilla metálica, empecé a adentrarme a la piscina con lentitud: el agua empezó cubriéndome nada más que los pies, luego empezó a invadir mis piernas enteras, pasó por mi abdomen y acabó llegando a la altura de las clavículas. La piscina resultaba más honda a medida que nadabas hasta el extremo de ésta, por lo que Lando y yo decidimos posicionarnos en el ecuador de la alberca como si nos hubiésemos leído la mente. Volvió a ojearme nervioso, como para asegurarse de que permanecía a su lado, y me sonrió de la forma más tierna posible. Carlos se acercó al borde de la piscina más cercano a nosotros mientras Alicia dejaba su vestido y su bolso en la misma tumbona donde el madrileño había depositado sus posesiones con anterioridad.
⁃ ¿Qué, cómo está el agua? - nos preguntó a ambos.
⁃ Fantástica - respondió breve el chico de rizos castaños, los cuales se habían acentuado tras empaparse el pelo completamente.
⁃ Además, hace una temperatura ideal para bañarse en la piscina y el agua está muy limpia - comenté mientras flotaba como una medusa.
Me fijé en que Alicia me hacía un gesto de permanecer en silencio ya que, por algún motivo que desconocía, estaba posicionándose detrás de Carlos con una cara de travesura absoluta. Ojeé a Lando momentáneamente como tratando de entender aquella acción, y de nuevo, esa conexión mental que teníamos el británico y yo provocó que ambos abriéramos los ojos más de lo normal y nos separáramos con cierto disimulo de Carlos sin que éste se diese cuenta. Efectivamente, no lo hizo, porque siguió hablando como si nada estuviera ocurriendo a sus espaldas. Alicia... ¡no serás capaz!
⁃ ¿Lo ves Alicia?, deberías a escuchar más a La... - y a Carlos le resultó imposible terminar la frase porque se vio precipitado al agua tras recibir un malicioso empujón por la espalda por parte de una chica famosa que en esos momentos tenía problemas serios.
Sin quererlo, mi reacción fue soltar una carcajada sonora que contagió a Lando de forma inmediata. ¡Qué chica!, que tiemble en cuanto salga Sainz del agua.
POV Alicia.
Me encaminé hacia una de las varias tumbonas que habían en el lugar con el fin de dejar mis cosas en ellas, y cuando de nuevo me dirigí hacia la piscina, el destino quiso ponerme en bandeja mi dulce venganza hacia Carlos colocándome al piloto al borde de la piscina mientras charlaba con Lando y Laia. Me froté las manos malvadamente mientras trazaba un breve pero intenso plan en mi mente que me llevara a conseguir mi objetivo con éxito. "Carlitos... ¡ya eres mío!, pensé divertida.
Con el paso calmado, me empecé a dirigir disimuladamente por detrás de Carlos de tal manera que tuviera pleno acceso a su espalda con tal de propinarle al piloto de F1 un leve empujón que fuese lo suficientemente enérgico como para que perdiese el equilibrio y acabara cayendo al agua. Y efectivamente, fue tal las ansias que se apoderaron de mi cuerpo en esos instantes, que ni siquiera le permití acabar la frase. Apoyé mis manos en su ancha y corpulenta espalda y empleé cierta fuerza para empujarlo, provocando que cayese al agua. Tras hacerlo, empecé a reírme desconsoladamente mientras Lando y Laia apreciaban esa escena tan cómica que pronto sabían que iba a convertirse en dramática para mí en cuanto Carlos saliese del agua. Mierda, no he llegado a pensar eso, ¡ahora va a ir a por mí!
Carlos sacó con rapidez su cabeza del agua, y con un rostro desafiante, me buscó con la mirada hasta que por fin me fichó, y yo mientras tanto con una risa que no podía detener por más que quisiese.
⁃ Te vas a enterar - manifestó un Carlos empapado mientras se acercaba al límite de la piscina. Ni siquiera hizo el amago de acercarse a las escaleras, con la ayuda de esa fuerza descomunal que posee en sus brazos, se alzó de cuerpo entero para salir de la piscina mientras corría despavorida en busca de algún refugio que pudiera protegerme.
Tras ojear lo rápido que el moreno había salido de la piscina, grité asustada mientras ahora sí corría más que nunca por los alrededores de la azotea. Pero no había mucho dónde esconderse, de hecho, el lugar era lo suficientemente pequeño como para que Lando y Laia pudieran verme en todo momento. Esconderse no era una opción factible, por lo que opté por correr y zafarme del agarre de Carlos siempre que fuese posible. Desafortunadamente para mi, se me había olvidado por unos segundos que me enfrentaba con un atleta sin precedentes, con un aguante físico descomunal mucho mayor que el mío, sin lugar a dudas.
Me posicioné al bando contrario de la piscina con respecto al piloto, de modo que entre Carlos y yo nos separaba todo un trecho enorme de agua. A Carlos le costaba contener esa sonrisilla que ya prácticamente había nacido en su rostro, sin embargo, sus músculos estaban tensados y predispuestos a hacer todo cuanto fuese necesario para atraparme.
⁃ Carlos, Carlos, Carlos, fue sin querer - espeté mientras no podía aguantar la risa - lo prometo.
Éste no contestó, empezó a correr para atraparme mientras yo huía de él dirigiéndome al lado contrario dónde él se encontrase. Mi táctica funcionó hasta que me engañó con uno de sus movimientos y logró finalmente llegar hasta mi bando. Corrí hacia las tumbonas con tal de protegerme detrás de ellas, pero de poco o nada sirvió. Volví a correr sin rumbo alguno y acabó alcanzándome, colocó sus mojadas manos en mi cintura y me atrajo a él mientras emitía un grito de socorro, me giró de cuerpo entero con una fuerza realmente atractiva y fueron pocos los segundos en los que me pude permitir fijarme en los ojos de Carlos; sus pupilas estaban dilatadas, se encontraba ansioso por tirarme al agua de una vez por todas, y por ello, de un solo movimiento, me alzó de tal manera que parecía un saco de papas encima de su hombro.
⁃ No, no, no, Carlos, por favor, lo siento, lo sientoooo - exclamé mientras intentaba zafarme de su agarre y escuchaba a Lando y a Laia reírse.
Carlos no contestaba a mis suplicas. Tan sólo lo escuchaba reírse y me agarraba con ímpetu con tal de asegurarse que no me escapaba de ninguna de las maneras. Y es que realmente no podía. Que fuerza tenía el maldito...
Pero a decir verdad, me encantaba la situación, me encantaba el modo en el que Carlos y yo jugábamos, reíamos, nos entendíamos... adoraba el hecho de que me llevara encima suyo porque me recordaba a aquella preciada y memorable noche de Madrid, aquella en la que las estrellas fueron testigos del nacimiento de un amor sincero y perfecto entre dos jóvenes intrépidos en un mundo lleno de oportunidades para ambos. Y como no, también adoraba esa sensación un tanto erótica de su piel mojada haciendo contacto con la mía.
Salí rápidamente de mis pensamientos al ver que Carlos había frenado el paso. Eso solo podía significar una cosa.
⁃ Carlos, ¡¡¡ no me tires !!! - le rogué una última vez antes de que me lanzara al agua.
El madrileño volvió a sujetarme con una notoria firmeza de mi cintura y me depositó en el suelo. Tenía la oportunidad de huir, sin embargo, sus manos en mi cuerpo provocaron que permaneciese estática y expectante por saber qué iba a hacer conmigo ese Carlos sonriente y a la vez enigmático, pues no sabía exactamente qué se le debía estar pasando por la cabeza. Pero me sonrojaba el modo con el que me miraba, eso era un hecho. En pocos segundos, me alzó de tal modo que parecía una princesa en sus brazos, con mis delgadas y largas piernas colgadas por un lado y mi cabeza por el otro.
⁃ Te quiero, no me mates, no me odies, ¿si? - formuló atropellando las palabras entre sí - ¡al agua pato! - gritó antes de coger impulso y saltar a la piscina conmigo.
Al final consiguió lo que se propuso y acabó tirándome al agua como él tanto deseaba. Pero lo que él no sabe es que yo también conseguí mi objetivo, enamorarme todavía más de aquel hombre. Su modo de tocarme, mirarme, sonreírme... conseguía que sintiese que jamás en la vida fuese a encontrar a alguien tan especial como él.
Tras sacar mi cabeza al exterior, le lancé agua a Carlos mientras los 4 reíamos y entonces alcé mi rostro para observar el cielo. De nuevo, éste estaba plagado de cientos de miles de estrellas, todas ellas relucientes en ese amplio y oscuro cielo que todavía las resaltaba con más evidencia.Suspiré. Las estrellas siempre me acompañarán en esos momentos de mi vida en los que mi corazón lata con más fuerza que nunca.
----------------------------------
¡Hola preciosas de mi corazón!<3 Echo de vuelta con una nueva actualización ayyy:)
¿Qué tal están?, ¿me echaron de menos? Yo tenía ya unas ganas tremendas de subir nuevo cap, y que mejor que con uno de 4210 palabras, ¿verdad? Morí de ternura con este capítulo, es que son tan adorables los 4, de verdad, ambas parejas son super couple goals*-* . Por cierto, tengo bastante decidido lo de hacer la novela de Lando y Laia muy probablemente al finalizar ésta, así que sólo puedo deciros que mil gracias a todas por los comentarios que me dejasteis... Al final, ustedes son mi inspiración, no lo olviden<3.
Bueno, por hoy no tengo mucho más que contaros porque vuestra querida escritora tiene sueño :c así que, antes de despedirme, quisiera desearos un feliz fin de semana, disfrútenlo al máximo y de la mejor manera posible;) y no olviden votar para más caps jeje.
Tampoco olviden cuidarse! Hasta pronto<3!
Besos, Echo.
ESTÁS LEYENDO
Diez mil estrellas (Ten thousand stars) | Carlos Sainz
FanfictionAlicia Martínez es una famosa cantante que ya poco o nada le sorprende de este mundo, y que tiene claro que no quiere enamorarse, pero sus planes cambian drásticamente cuando acude por primera vez a una carrera de Fórmula 1 y conoce a un moreno de o...