Capítulo 40.

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POV Alicia.

- Vaya, vaya... fíjate a quién tenemos aquí, pero si es la famosísima y fabulosa Alicia Martínez - soltó con retintineo.

Seguía estática y rígida como una piedra. No podía creerme a quién tenía delante.

- Bueno, ¿sabes qué?, dejémonos de pamplinerías, creo que ambas sabemos perfectamente quiénes somos, así que vamos a saltarnos todo el rollo de presentarse y aparentar lo que no somos, ¿te parece? - añadió al ver que no decía nada. Me sorprendió ver cómo alguien con un rostro y una apariencia tan dulce podía ser tan ruda.

- Tu eres... Lidia Giménez - mencioné casi incrédula, en un hilo de voz.

- Sí, soy yo - respondió escueta, formando un nudo bajo su pecho con los brazos.

En esos momentos, me encontraba confundida a la par que sorprendida, aunque no en el mejor de los sentidos. ¿Qué hace ella aquí?, ¿estará aquí por Carlos?, ¿y por qué actúa de esa forma delante de mí?, ¿de esa forma tan soberbia? Podría ser un poco más maja, para variar.

- Bueno - espetó con el fin de romper el hielo - así que... tu eres la amiga de Carlos, ¿verdad?

Y sentí quebrarse un trozo de mi corazón. No supe que responder. Aunque muy a mí pesar... por ahora, así era.

- Sí... soy su amiga - contesté algo apenada, es evidente que siento algo más que amistad por Carlos...

- Pues, que siga siendo así, ¿entendido? - y abrí los ojos en señal de respuesta.

¿Me está amenazando, acaso? Me vi incapaz de contestarle de vuelta porque tras decir eso, abandonó el aseo. Esto... esto es de locos, esto no puede estar pasando. ¿Qué narices hace ella aquí?, si esto es una broma de Carlos, no me hace puñetera gracia, para ser francos... es evidente que le voy a preguntar cuando estemos a solas en el motorhome, mi cabeza está hecha un lío y necesito aclarar las cosas. Daba vueltas por el aseo mientras analizaba lo sucedido e intentaba dar respuesta a cuestiones múltiples que me surgían. E inevitablemente, las lágrimas amenazaban en salir en cuanto pensé que Carlos y Lidia podrían seguir juntos... y yo como una imbécil metiéndome de por medio. Pero no, intentaba tranquilizarme de todas las maneras posibles... no puede ser, si estuvieran juntos, Carlos me hubiese dicho, estoy segura, segurísima de ello, sabe que confío plenamente en él... no ultrajaría de esa manera mi confianza... no, sé que él no.

Al salir del baño, dirigí mi mirada a aquel lugar en el que previamente me había parecido haberla visto, y efectivamente, se encontraba en él, charlando con otras dos chicas jóvenes. No había sido una alucinación, no... previamente de ir al aseo la había avistado.

Al salir del hospitality, intenté disimular todo lo vivido ahí dentro. Carlos dirigió su mirada a la entrada del edificio en cuanto escuchó la puerta chirriar, y me sonrió con esa dentadura deslumbrante que tiene; yo me limité a hacerlo con los labios.

- Ya estoy - dije sonando firme - ¿nos vamos? - interrogué hacia el madrileño, quien limitó a asentir con la cabeza.

- Claro - me respondió apoyando su mano en mi hombro.

- Luego os vemos - afirmó Alfonso.

- Lo dicho, no os demoréis - añadió Carlos padre en plural, pero mirando solo a su hijo.

(...)

En el camino hacia el motorhome de Carlos, me interesé por saber qué tal estaba empezando la temporada, y me detalló su relación con el coche, con los ingenieros, con Zak, con todo el mundo en general... ya solo me falta saber los detalles de su relación con una persona que yo sé.

Diez mil estrellas (Ten thousand stars) | Carlos SainzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora