Capítulo 20.

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POV Alicia.

Al llegar, observé el reloj que llevaba puesto en la muñeca izquierda. Faltaba 1 hora y media para la hora acordada. Fui al aseo y empecé a arreglarme el pelo. Hice caso a Martina, nuevamente, y, con su ayuda, me arreglé un moño con una goma de pelo color nude y dejé la parte del flequillo suelto, el cual le di forma de tirabuzón gracias a la plancha. Con mi cabello ya listo, me puse, algo nerviosa, el vestido. Se trataba de un vestido largo hasta los pies, de color negro mate, que tenía una abertura en la pierna derecha, dejando a la vista parte de mi muslo y el resto de la extremidad. La parte superior de esta prenda era de manga corta, con escote corazón, y dejaba mis hombros al descubierto. Lo acompañé con unos zapatos de tacón del mismo color que el vestido, que evitaban que el mismo arrastrara y permitía que quedara a una altura ideal, así como de un bolso negro con detalles dorados y otros accesorios del mismo tono. 

Todavía quedaba media hora para nuestro encuentro y yo ya estaba lista

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Todavía quedaba media hora para nuestro encuentro y yo ya estaba lista. Me había apresurado, y lo achacaba al hecho de que estaba nerviosa, porque sabía que iba a volver a verle, y porque esto, aunque no lo hayamos especificado ninguno de los dos... parecía una cita.

Martina no dejaba de decirme lo guapa que iba. Es una amiga genial, la echaré mucho de menos cuando el domingo regrese a mi tierra natal. Entonces recibí un mensaje de Carlos. "Ya estoy abajo". Sentí mi corazón palpitar bruscamente.

- Me voy Martina - anuncié alzando la voz. Yo estaba en el pasillo, dirección a la puerta. Escuché unos pasos procedentes del interior del piso y Martina se acercó a mí.

- ¿Ya te vas? - me preguntó para confirmar lo que había oído.

- Sí, me ha mandado un mensaje diciendo que está ya abajo.

- Vale, Alicia - y entonces me dio un abrazo - pasadlo genial - dijo con una sonrisa mientras se alejaba nuevamente de mi para regresar a la sala de estar - oye, ¿me imagino que llevas condones, no? - interrogó con una cara pícara.

- ¡Martina! - exclamé yo roja como un tomate.

- ¿Qué? Hay que ir siempre preparada amiga, ya lo sabes - comentó entre risas.

Me reí yo también y salí del ático para pulsar el botón del ascensor. Sus puertas se abrieron automáticamente y me adentré en él. En cuestión de segundos, me dejó en la entrada del bloque. Y allí lo vi. La cristalera que acompañaba la puerta de salida me permitieron identificar a un joven apuesto que estaba esperando apoyado en un coche aparcado en frente del edificio. Observaba el barrio con las manos en los bolsillos de su pantalón. Vestía con un traje gris oscuro, junto con una camisa blanca. Yo lo veía, pero él a mi no, puesto a que los cristales eran completamente opacos. Entonces bajé las escaleras y abrí la puerta. Su mirada cambió de dirección drásticamente cuando oyó chirriar la puerta. Y entonces entreabrió la boca. Se quedó inmóvil, como un pasmarote, y yo me fui acercando a él, apresurada por darle un abrazo. Él reaccionó, y en cuanto tuvo la oportunidad, me abrazó con tal fuerza que parecía que habían pasado años desde la última vez que nos vimos. Cuando me soltó, me miró de arriba a abajo, esta vez sin ningún intento de disimulo, y se mordió el labio lentamente.

- Madre mía Alicia, estás...

No había terminado la frase y ya empezaba a ruborizarme, así que le tapé la boca con mi mano y le dije:

- Cállate - mencioné sonriendo por los nervios.

Él retiró mi mano y habló:

- ¿Por qué no quieres que acabe? - hizo una pausa y me miró directo a los ojos - ¿por qué te pongo tonta?

- Idiota - espeté.

Él rio y no dijo nada. Prefirió contestarme dejándome un beso de los suyos en mi mejilla. Yo sentí que el corazón me iba a mil. El muy imbécil... mira como logra ponerme. Me fijé en el coche con el que había venido. Era un McLaren GT, un vehículo muy elegante que llamaba la atención de los viandantes que pasaban por el lugar. Muy amablemente, me abrió la puerta del asiento del copiloto para que yo me sentara, y luego se dirigió al asiento del conductor para imitar la misma acción. Arrancó el coche y nos pusimos rumbo al lugar misterioso.

- ¿A dónde me llevas? - le interrogué curiosa mientras observaba el outfit que llevaba puesto. 

- Ahhhh... - emitió con la intención de querer mantener la sorpresa.

- Va, dime, no seas cabezón, si de todos modos voy a descubrirlo ahora.

- Está bien - se rindió mientras reía - vamos a un hotel.

Me quedé sin palabras, sorprendida, atónita. Ha dicho... ¿ha dicho a un hotel?, no, no puede ser. ¿¡Tan pronto!?

- ¿Cómo? - logré decir todavía patidifusa.

- No es lo que crees - aclaró mientras me miraba de reojo divertido y se percataba de la reacción que había tenido - hay un restaurante exclusivo en Madrid en el que se come muy bien y se ubica en el hotel al que estamos dirigiéndonos - especificó para que entendiese.

- Ah... vale - enuncié sintiendo el corazón todavía a mil.

- ¿Te pusiste nerviosa? - preguntó Carlos con esa risa contagiosa.

- ¿Qué? No - contesté aguantándome la risa y mirando por la ventanilla para que no viese que estaba conteniéndome.

El trayecto en coche duró poco, y por fin llegamos al lugar tan misterioso. De nuevo, quiso abrirme la puerta como todo un caballero. "Que cabrón, que bien lo está haciendo", reflexioné para mí misma. Un empleado del hotel nos abrió la puerta de entrada y otro nos acompañó hasta el restaurante. "Carlos había reservado en un lugar precioso... tengo ganas de ver qué sucederá esta noche", pensé esperanzada. 


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Holaaaa, ¿qué tal? nuevo capítulo aiiiiii!<3

Alicia y Carlos van a tener su primera "cita" y tengo ya escritos los próximos capítulos y de verdad, son la pareja más cuuute del mundo *-* estoy muy contenta con lo escrito hasta ahora, y con la novela en general. Y también de ver que os gusta tanto como a mí <3

Intentaré actualizar lo antes posible, I promise. Aprovecho para desearos un feliz fin de semana! Cuídense.

Besos, Echo. 



Diez mil estrellas (Ten thousand stars) | Carlos SainzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora