Capítulo 46.

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POV Alicia.

Empezaba a sentirme del todo desconcertada... pensé que Carlos se alegraría más de verme, y que no iba a darle tanta importancia con quién hubiese venido hasta aquí. Por supuesto, identifiqué celos por su parte... pero tenía la esperanza de que, hablando sosegadamente con él, desapareciesen, porque Lewis y yo solo somos amigos, punto.

- Carlos... ¿estás bien? - pregunté tratando de descubrir qué clase de emociones estaban gobernando en él.

- Sí, claro, ¿por qué no lo iba a estar? - respondió algo seco.

- Te noto raro - afirmé.

- No lo estoy Alicia, simplemente estoy jodido por lo que ha sucedido en la clasificación - y al escucharlo me entristecí, pero al pronto fruncí el ceño cuando acabó de hablar - y además... no me esperaba esto.

- ¿El qué? - le interrogué extrañada.

- Pues eso, tú y Lewis amigos, como si nada - espetó resignado, dirigiendo su mirada a un costado.

- Carlos, solo estuvimos tomando un café y charlando, nada más - aclaré con la intención de restarle importancia a lo sucedido.

- Si, bueno, ¿cuánto tiempo estuvieron juntos?, menudo café más largo - soltó sin más.

- Ehm, ¿bromeas, Carlos? - le hablé separándome ligeramente de él - ¿es que hay estipulado en algún sitio el tiempo reglamentario que debe durar un café entre dos personas? - y puse los ojos en blanco - estuvimos cómodos hablando y ya está, Carlos.

- Se te veía cómoda, es cierto, solo había que ver cómo ibas agarrada al brazo de Lewis mientras caminabais... - añadió borde a la conversación.

Carlos estaba empezando a sacarme de mis casillas. ¿A qué viene ahora todo este culebrón de novio celoso?, ¿no tengo yo más motivos para estarlo, acaso? Y como si el destino me hubiese escuchado, invocó a una rubia que vi a lo lejos acercarse a nosotros, una joven de rostro angelical caminando por detrás del piloto de McLaren. Y juro por Dios que era la persona que menos ganas tenía de ver en esos momentos...

Al llegar a nuestra altura, rodeó la cintura de Carlos con sus finos brazos y apoyó su barbilla en el hombro del piloto. Fue un gesto que provocó en mi un auténtico y corrosivo manojo de celos.

- Pero bueno, Carlos, ¿dónde te habías metido?, te he estado buscando todo este rato y... - Lidia no finalizó su oración tras depositar su mirada en mí. Como si se tratara de la primera vez que nos conociésemos, abrió los ojos en señal de sorpresa, ignorando la escena vivida en los baños de McLaren de esta mañana. Se separó del madrileño para ponerse a un costado y se llevó las manos a la boca - ¡no me lo puedo creer!, tu eres... ¡eres Alicia Martínez!, ¿verdad? - preguntó como si nada.

- Sí... soy yo - respondí no muy alegre.

- ¡Madre mía! - espetó fingiendo estar emocionada - ¡no me creo que te esté conociendo en persona!, soy una gran admiradora tuya, lo prometo, tus canciones son lo más - y yo respondí con una sonrisa falsísima - hey, vosotros dos os conocéis... de hecho, sois amigos, ¿no es así, Carlos? - y el piloto se limitó a asentir con la cabeza, no muy feliz de tener a aquella chica a su lado - ¿por qué no nos presentas?

- Pues... Lidia, ella es Alicia Martínez, como ya sabes... y Alicia, ella es Lidia Giménez - sentenció. La situación que se había creado era realmente incómoda.

- Encantada - dije algo seca y forzada.

- Igualmente, de veras lo digo - y sentí que me entraban arcadas cada vez que Lidia se hacía la simpática, porque sabía perfectamente que era mentira, y que ella no quería ser así conmigo, más bien lo contrario - oye Alicia, os he visto antes a Lewis y a ti juntos... ¿parece que os lleváis muy bien, no? - y en este punto sentí que lo dijo con retintineo.

Diez mil estrellas (Ten thousand stars) | Carlos SainzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora