POV Alicia.
Si tuviera que llegar a una conclusión firme, diría que aquella noche acabó siendo una de las mejores que he vivido a lo largo de mi, de momento, corta pero intensa existencia. La velada transcurrió del mejor modo posible: entre risas, mimos, algún que otro juego que improvisábamos en el agua y un poco de alcohol. A decir verdad, quien más consumió aquella noche fue Laia, aunque eso fuera del todo predecible debido a que el estilo de vida que llevamos Lando, Carlos y yo nos impide consumir con regularidad ciertos alimentos y bebidas entre los que, por supuesto, se encuentra el alcohol, independientemente del nombre que recibiese éste. Pero no importa, yo fui feliz con mi copa de vodka azul con refresco de limón y con la compañía de personas realmente importantes en mi vida. Lo cierto es que la compañía fue tan grata que me atrevería decir que incluso nos hubiéramos divertido estando toda la noche en un banco comiendo pipas. Al fin y al cabo, siempre pienso que lo sustancial no es tanto el plan, sino la gente que te acompaña.
Tanto Carlos como Lando fueron unos verdaderos caballeros desde el inicio de la famosa y ahora memorable "doble cita" hasta el final de la misma. Alrededor de las 03:00h de la madrugada los pilotos de McLaren nos trajeron de vuelta al piso de Laia, y ambos se despidieron muy cariñosamente de nosotras: Carlos lo hizo regalándome un beso lo suficientemente especial como para luego estar recordándolo durante toda la noche, y para mi sorpresa, el británico depositó tímido un corto beso en la mejilla de mi amiga que provocó que la rubia se pusiese colorada y nerviosa al mismo tiempo. Ambas muertas de ternura, nos despedimos de ellos agradeciéndoles con efusividad la experiencia increíble que nos habían regalado aquella noche, y nos adentramos por fin al interior del bloque de pisos, no sin que antes girara la cabeza para dedicarle a Carlos un guiño travieso. Éste respondió mandándome un beso en el aire y con una mirada que me retransmitía ansia por que pasaran los días y llegara de una vez por todas ese fin de semana tan íntimo y anhelado.
Mientras subíamos unas cuantas escaleras con tal de llegar al piso de Laia, compartimos risas varias al mismo tiempo que me aseguraba que mi amiga no se cayese debido a los efectos del alcohol que llevaba consigo. Pero al final no fue así, llegamos a su portal sanas y salvas, y una vez dentro del domicilio y habiendo cerrado la puerta de un solo movimiento, nos despojamos de toda la ropa que llevábamos encima con tal de ponernos cualquier prenda que pilláramos por los alrededores a modo de pijama. Ambas nos desmaquillamos, hicimos uso del baño y a los pocos segundos caímos redondas en su cama; de hecho, para ser más precisa, nos quedamos dormidas como troncos en la postura con la que nos habíamos estrellado en su colchón. Había sido un día lleno de emociones y nuestro cuerpo lo notaba.
Al día siguiente me desperté por la enorme cantidad de luz que entraba a través de aquellas cortinas azuladas de algodón. Curiosamente, Londres había amanecido con un día de sol radiante que provocaba que, por unos segundos, tuviera la sensación de estar en mi preciada Barcelona.
Ojeé aquella extensa cama en busca de mi mejor amiga, pero no hubo éxito, pues no se encontraba en ella, por lo que supuse que, nuevamente, Laia se había despertado antes que yo, a pesar de habernos acostarnos a la misma hora. Es bastante obvio que Laia ya tiene interiorizado el horario común que siguen los británicos en su día a día. Por ese motivo, no me sorprendí demasiado, y tras abrir por completo mis párpados, cogí el iPhone que se hallaba en la mesita de noche y le desconecté el modo avión con tal de comprobar si alguien me había mandado algún mensaje a lo largo de la noche, y efectivamente así fue, me saltó en notificaciones uno de Laia y otro de... ¿Carlos? Para ser sinceros, sonreí como una boba con tal solo ver su nombre en la pantalla. Empecé por el de Lai debido a la extrañeza que me generaba el hecho de que me hubiese mandado un mensaje hallándonos en el mismo lugar.
Laia: Hey Ali!😊, escucha, cuando te despiertes y salgas de la habitación, no hagas ruido y camina a paso lento, ¿ok? - no entendía nada - Lo sé, tonta, lo sé, sé que te estarás preguntando que narices estoy tramando pero tú sólo hazlo, ¡lo sabrás en cuanto salgas! - me escribió hace media hora. Y si, verdaderamente me pregunté, "¿qué estará tramando esta chica a buena mañana?"
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Diez mil estrellas (Ten thousand stars) | Carlos Sainz
FanfictionAlicia Martínez es una famosa cantante que ya poco o nada le sorprende de este mundo, y que tiene claro que no quiere enamorarse, pero sus planes cambian drásticamente cuando acude por primera vez a una carrera de Fórmula 1 y conoce a un moreno de o...