Capítulo 57.

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POV Carlos.

Depositaba en el cuello de Alicia tiernos besos que provocaban que se estremeciese ligeramente, mientras acariciaba con suma atención el cabello ondulado de la catalana, que lucía largo y con un brillo especial aquella noche. La verdad es que no podía engañarme a mí mismo, por mucha rabia que me diese verla de nuevo con Lewis, en el fondo sabía que necesitaría regresar con ella. Es lo que siempre dicta mi corazón... muy a mi pesar, porque mucho me temo que ya me lo ha robado. Por ese motivo, luego de alejarme de todo el mundo para dedicarme un tiempo a entrar en calma, regresé a la discoteca en busca de la cantante. Reconozco que no fue fácil debido a la muchedumbre de personas, pero algo inexplicable hizo que mirará repentinamente a la pista de baile y entonces reconocí unos movimientos sensuales que sólo podía estar haciéndolos una chica que bien conocía, y que estoy ansioso por conocerla hasta el fondo.

Hace rato que había finalizado la canción con la que nos habíamos besado, pero nosotros permanecíamos juntos, muy pegaditos el uno del otro, como si el resto siguiera sin existir. Al separarme del cuello de Alicia, dediqué unos segundos a observar su rostro, y era de lo más tierno: sonreía mientras tenía los ojos cerrados y se agarraba a mi mano que estaba depositada en su oreja. Cuando los abrió, nuestras miradas volvieron a conectar de una forma mágica, y me impulsé de nuevo para besarla. Me moría por hacerlo en cada instante en el que no lo estaba haciendo. En medio de los besos, Alicia sonrió, provocando que nuestros labios se separaran, aunque siguieran permaneciendo muy cerca, casi rozándose.

- Te juro por mi vida que no querría que acabara este momento nunca - solté sin pensarlo. Las bebidas que había tomado a lo largo de la noche hicieron estragos en mí, provocando que dijese lo primero que se me venía en la cabeza pero, sinceramente, no me arrepentía en absoluto de soltar tal afirmación.

Alicia sonrió ampliamente para luego depositar sus manitas en mis mejillas.

- Yo tampoco Carlos, créeme que yo tampoco... pero tal vez deberíamos pensar en reunirnos con Laia, Lando y el resto, tal vez extrañen nuestra presencia - espetó mordiéndose el labio.

- Tienes razón... pero, quedémonos un poco más aquí, ¿quieres? - le rogué con un puchero.

No hizo una falta contestación verbal concreta. La castaña asintió con la cabeza feliz y se apresuró en juntar de nuevo sus labios con los míos. Me sentía tan sumamente lleno de felicidad que creía que todo estaba resultando ser un sueño, pero no. Dios me estaba regalando uno de los momentos más dulces de mi vida.

POV Lando.

- A ver, para que yo lo entienda - dijo Laia dejando su copa encima de la mesa de cristal - entonces, ¿no podéis hacer toda una carrera con los mismos neumáticos? - la rubia se pasó gran parte de la noche lanzándonos preguntas sobre Fórmula 1 porque la pobre no entendía mucho al respecto, aunque iba ya un poco ebria y no estaba muy seguro de que se estuviera enterando bien de toda la información que le estábamos dando y que estaba recibiendo. Fuese como fuese, lo que sí me di cuenta es que el resto de los presentes, véase Max, Daniel, George, y Pierre y Albon, que acabaron añadiéndose a la conversación más tarde, se lo pasaban en grande con Laia, riendo a carcajadas a más no poder. Yo, sin embargo, no podía de dejar de mirarlo embelesado. Era para comérsela.

- Noooooo - respondió Max riendo y bastante más ebrio que la chica. Sé de un holandés que mañana va a tener resaca.

- ¿Pero por qué?, ¿habéis visto el tamaño de esas ruedas? No me creo que no os aguanten, algo estáis haciendo mal.

- Todos, ¿no? - preguntó Pierre jocoso.

- Si, si, todos, el que me venga un día diciendo que ha hecho toda una carrera de Fórmula 1 con las mismas ruedas... - y Laia no finalizó la oración.

Diez mil estrellas (Ten thousand stars) | Carlos SainzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora