Capítulo 25.

4.2K 174 27
                                    

POV Alicia.

Carlos y yo nos encontrábamos en una amplia habitación del hotel en el que habíamos cenado recientemente. Estando dentro de la cama, me llamó por teléfono diciendo que necesitaba verme, y yo no pude decirle lo contrario... Mi corazón no me lo permitiría, de modo que, sin pensármelo dos veces, volví a vestirme con la ropa que había utilizado recientemente y subí de nuevo en ese vehículo tan elegante con el que me había estado moviendo durante la noche.

En el baño, me retocaba con la brocha el maquillaje que llevaba puesto y me aseguraba de llevar el cabello en condiciones. Ya no tenía el pelo recogido en un moño, sino que estaba completamente suelto. Resultaría en vano negar que sentía un despliegue de nervios constante en mi interior, por qué no sabía qué iba a ocurrir entre nosotros, no sabía cómo iba a acabar esta noche... pero sí de algo no tenía dudas era de la conexión que entre Carlos y yo había. Era sencillamente intensa. Tomé aire por unos segundos y lo fui soltando poco a poco para relajarme y salir de ese habitáculo. Y allí estaba Carlos, sentado en el borde de la cama mientras de forma calmada (y algo sexy, me atrevería a decir) se deshacía de la chaqueta que llevaba puesta. Yo le observaba apoyada en la pared. Al deshacerse de la prenda, conectó su mirada con la mía y dio golpes suaves en la cama en señal de que viniese a su lado. Yo empecé a acercarme lentamente a él, y sin llegar a sentarme, espeté tímida:

- Carlos, tal vez estamos yendo demasiado rápidos - mencioné sonrojada, posicionándome en frente suyo mientras jugaba con mis dedos.

Él curvó los labios para dedicarme una media sonrisa y tiró de mi mano para que entre nosotros ya no hubiera ni un centímetro de distancia. Me sentó a horcajadas encima suyo y empezó a acariciarme lentamente los muslos, acto que provocó que se convirtieran en gelatina.

- Si en algún momento quieres que paremos, sólo tienes que decirlo, ¿vale? - aseguró sereno y con una mirada tierna.

Yo me limité a asentir con la cabeza y le sonreí. La verdad es que no sé como lo hace pero, con pocas palabras, es capaz de relajarme por completo. Entonces apartó el cabello de mi hombro derecho para dejar al descubierto ese lado de mi cuello y conseguir un mejor acceso a él. Empezó a depositar tiernos besos por esa zona, provocando que me estremeciera. Eran besos suaves, cariñosos y muy sensuales. Inició un recorrido de ellos desde mi cuello, pasando por mi clavícula, hasta finalizar en mis labios. Y ahí empezó a ponerse la cosa candente. Los besos eran lentos y nos permitían a ambos saborearnos en profundidad. Nuestras lenguas se encontraron y también jugaban, tal y como lo hacíamos nosotros. Yo tenía las manos en su cuello, que sentía tensarse a cada segundo que pasaba, y él las tenía en mi cintura, la cual sujetaba con ímpetu, como si no quisiera perderme. Cuando los besos se tornaron más intensos, sentí que por un momento echaba en falta sus labios. Se separó para mirarme nuevamente a los ojos.

- ¿Quieres que pare? - preguntó preocupado.

Se me ablandó el corazón tras decirlo. Hasta ahora, las reacciones de su cuerpo me transmitían las ganas que tenía en llenarme de placer, pero su mirada... su mirada era mágica. En los ojos de Carlos veía, ante todo, amor y protección.

- No - e hice una pausa para coger aire - no quiero que pares - respondí decisiva pero con cierta timidez.

Carlos me agarró firmemente de los muslos para alzarme y depositarme en la cama de un solo movimiento. No tardó ni 5 segundos en posicionarse encima mío, e inició de nuevo un camino de besos entre mi cuello y mi clavícula que estaban al descubierto debido al tipo de escote llevaba. Sentí como Carlos dejaba pequeñas mordidas en mi cuello, y yo reaccioné gimiendo suavemente en su oído, lo que provoco que se encendiera más y volviera a mi boca para devorarla. Yo empecé a notar hormigueo en cierta zona... y también que estaba empezando a perder la cordura. Pero en el mejor de los sentidos. De hecho, no se me ocurría en esos momentos forma más bonita de hacerlo que esa.

Diez mil estrellas (Ten thousand stars) | Carlos SainzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora