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Horas más tarde, la habitación seguía a oscuras.

Lo preferí de esta manera; sentado en el alféizar de la ventana y mirando hacia el gran jardín al otro lado del vidrio.

Terminé aquí después de intentar saltar y darme cuenta de que la ventana ni siquiera se movía, y no tenía mi varita para levantar el maleficio. Aparte del hecho de que ni siquiera se me permitió usar magia fuera de Hogwarts en primer lugar.

De todos modos, todo fue un gran lío. Uno del que todavía no estaba muy seguro de cómo salir.

Entonces, antes de darme cuenta de eso, pensé que merecería un pequeño descanso sin hacer nada más que admirar. Pensarías que dormir durante más de una semana consecutiva te haría despertarte sintiéndote lleno de energía y relajado, pero, en realidad, fue todo lo contrario.

Me sentí atontada y exhausta, y francamente, no muy descansada. Y sabía que la noche que se avecinaba no iba a mejorar nada de eso.

Suspiré una vez, el sonido de mi propia respiración llenó la habitación antes de que el sonido de la perilla de la puerta girando hiciera que mi cabeza girara en su dirección.

Antes de que la puerta se abriera por completo, y antes de que revelara a alguien, me volví hacia ella, con las piernas colgando ahora del borde. -¿Draco?. -Pregunté en la oscuridad, sintiéndome emocionarme por el regreso.

Quería disculparme, dejar de discutir y pensar en algo con él. Algo que no terminaría con ninguno de los dos muertos, ahora que Voldemort ya no lo necesitaba.

Sin embargo, al darme cuenta de quién estaba parado en la puerta, mi respiración se entrecortó de una manera bastante desagradable. Mi cuerpo se puso rígido de inmediato al darme cuenta.

-No del todo. -dijo Voldemort, con un toque de diversión en su voz mientras cerraba y cerraba la puerta detrás de él. La luz de la habitación se encendió al mismo tiempo que la puerta caía sobre sus bisagras con un fuerte golpe.

El brillo repentino me hizo estremecer y cerrar los ojos con fuerza por un segundo antes de recordar quién acaba de entrar en la habitación.

La pequeña cantidad de buena energía que había allí fue absorbida tan pronto como entró, y ya se sentía mucho más frío. -Te ha estado visitando, ¿verdad? Qué dulce. -comentó claramente, con los ojos escaneando la habitación antes de aterrizar inevitablemente en mí. -Ahora, ahora. Si quisiera lastimarte, hubiera enviado a Bellatrix aquí. Sentí que deberíamos tener una pequeña charla, ¿no?.-

No podía dejar de mirar el lugar de su cara donde debería estar su nariz, o su cabeza calva, sus finos labios. Todo en él era repugnante; mi cuerpo me urgía, me suplicaba, que me alejara lo más posible de él.

Pero mi espalda ya estaba presionada contra el alféizar de la ventana, y no podía moverme más sin parecer asustado. Y no dejó de acercarse cada vez más a mí.

-No tengo nada que decirte. -logré decir. Tuve que tener todo dentro de mí para sonar tan tranquilo como lo hice.

-Ah, sí. -continuó, indiferente a mis palabras mientras una sonrisa tan espantosa que envió escalofríos por mi columna se formó en sus labios. Revelaba sus dientes podridos y sucios.

Y luego, vi cómo la prenda gris, vieja y polvorienta que llevaba se convertía gradualmente en un elegante traje negro. Fruncí el ceño ante su acción, aunque se admiró a sí mismo antes de que sus ojos volvieran a mirarme.

-¿Qué opinas?. -Preguntó, mirándose a sí mismo una vez más, sarcasmo entrelazando sus palabras. -Sé lo mucho que te gusta del chico Malfoy; tal vez esto te haga hablar.-

Potter?|| Draco Malfoy |Traducción.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora