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La Mazmorra era estrecha, oscura y olía a aire húmedo y muerte.

La idea de Luna Lovegood, de todas las personas, aquí abajo sola hizo que un escalofrío recorriera mi espalda; el contraste entre su personalidad burbujeante y la atmósfera que reinaba aquí era inmenso.

El estado de ella no hizo nada mucho mejor.

Todavía llevaba su jersey de cuello alto rojo, aunque parecía mucho más gastado que la última vez que la vi. Había motas de tierra salpicadas alrededor de la tela, así como su rostro pálido, el moretón debajo de su ojo izquierdo aún visible.

Aunque, cuando se fijó en nosotros, sonrió. A pesar de todo, ella todavía nos dedicó su sonrisa descuidada.

-Oh, qué lindo ver caras más amistosas. -dijo con su voz aireada, inclinando la cabeza después de entrar en nuestro campo de visión.

Suspiré, aliviada de que ella pareciera estar bien en su mayoría, y mis brazos se extendieron a través de los barrotes para tomar su mano en la mía. Tuve que contenerme para no darle un fuerte abrazo a pesar del metal que nos separaba.

-¿Estás bien? ¿Te están lastimando?. -No pude evitar sentirme protectora con ella. Sabía que ella era muy capaz de arrebatársela; ella lo demostró en múltiples ocasiones.

Aunque ahora, en la luz tenue y poco favorecedora, atrapada en un calabozo húmedo y mohoso, parecía tan indefensa; definitivamente la última persona que debería estar aquí.

-Oh, no. No han puesto un pie aquí desde que llegué. -comenzó a explicar. -Debo admitir que no estoy seguro de cómo me sentiría si no tuviera compañía. Pero estoy bien, en su mayor parte.-

Aunque me sentí aliviada, no podía simplemente ignorar la información que me acababa de revelar. Una mirada a Draco mostró que no estaba tan sorprendido como yo.

-¿Compañía?. -Le pregunté con el ceño fruncido, sin estar muy segura de a quién esperar en la mazmorra con ella. Fue un pensamiento extraño, y por un mero momento pensé que podría haber inventado un amigo imaginario, o que conoció a un fantasma que encontró consuelo, pero luego un hombre extraño, con la espalda un poco encorvada y larga, el cabello blanco fue en lo primero que me di cuenta, salí de las sombras detrás de ella.

-Señor Olivander, por supuesto. -dijo con una pequeña sonrisa, sintiendo su presencia detrás de ella antes de hacer un gesto hacia él.

Sentí a Draco estremecerse cuando la figura dio un paso más hacia la luz que habíamos proyectado, y el estado de él era considerablemente peor que el de la chica. Parecía que había estado aquí durante semanas, si no meses.

Desnutrido y débil, nada más que el caparazón de un cuerpo.

-La señorita Lovegood realmente me levantó el ánimo, debo admitir. -Su voz era desaliñada, sus palabras sonaban secas, pero su labio se torció en una sonrisa, y asintió lentamente mientras me examinaba a Draco ya mí.

Una mirada de reconocimiento golpeó sus rasgos mientras sus ojos escaneaban a Draco, aunque cuando se movieron para encontrar los míos, el reconocimiento en sus rasgos se desvaneció y frunció sus pobladas cejas un poco más apretadas.

Le di una cálida sonrisa, repentinamente consciente de las barras de metal entre nosotros. Solté las manos de Luna, aclarándome la garganta y negando con la cabeza.

-¿Por qué no tenemos esta conversación en un... -me detuve, mirando los fríos pisos y techos de piedra de la Mazmorra. -...ambiente más agradable?. -Suspiré. -Abre la puerta, Draco.-

Me hice a un lado, dejando espacio para que él la desbloqueara con un hechizo. Después de todo, él era el único que tenía una varita y el poder para hacer magia aquí.

Potter?|| Draco Malfoy |Traducción.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora