Capitulo 12

3.4K 175 12
                                    

Una hora después, las dos tumbadas sobre la cama, degustamos las fresas. Para mi sorpresa, junto a las fresas y el champán, que ya ha sido reemplazado por otra botella llena, hay un cuenco de suave chocolate caliente. Mojar la fresa en ese chocolate y meterlo en la boca me hace gesticular una y otra vez.

¡Vaya maravilla!

Mis caras divierten a Lauren, que no para de sonreír. La noto tranquilo y distendida y me tranquiliza ver que disfruta del momento. Le encanta encargarse de limpiar con su boca las motitas de fresa y chocolate que quedan en mis labios y se lo agradezco. Ese contacto suave se asemeja a un dulce beso. Algo que Lauren nunca me ha dado. Sus besos son siempre salvajes y posesivos.

Un ruido llama mi atención. Su portátil está encendido y le indica que acaba de recibir un mensaje.

—¿Siempre lo tienes encendido? — pregunto.

Lauren mira el portátil y asiente.

—Sí. Siempre. Necesito estar al corriente de los temas de la empresa en todo momento.

Se levanta, mira el correo y, en cuanto lo hace, regresa a la cama junto a mí. Yo me meto una nueva fresa en la boca.

Están de muerte.

—Por lo que veo, te encanta el chocolate.

—Sí. ¿A ti no?

Se encoge de hombros y no responde. Yo vuelvo al ataque.

—¿No te gusta lo dulce?

—Si es como tú, sí.

Ambas reímos.

—¿En tu casa no tienes cosas dulces? — insisto.

—No.

—¿Por qué?

—Porque el dulce no me vuelve loca.

—¿Vives sola en Alemania?

No responde.

Pero por su gesto me doy cuenta de que no le ha gustado la pregunta.

Quiero saber de ella, si tiene perro o gato, cualquier cosa, pero no me deja conocerla. Es comenzar a hablar de ella y se cierra por completo. Inquieta, miro a mi alrededor y mis ojos se encuentran con la cámara de vídeo.

—¿Sigue grabando?

—Sí.

—¿Se puede saber qué estamos haciendo ahora que sea interesante de grabar?

—Verte comer las fresas con chocolate, ¿te parece poco?

Ambas nos reímos de nuevo.

—¿Se puede ver lo que ha grabado antes?

Lauren asiente.

—Sí. Sólo hay que enchufar la cámara al televisor.

Nunca me he grabado mientras practico sexo y verme me provoca una cierta curiosidad.

—¿Te apetece que lo veamos? — propongo.

Lauren da un trago a su copa y levanta una ceja.

—¿Quieres?

—Sí.

Lauren se levanta con decisión.

Saca un cable de su maletín, lo enchufa a la cámara y a la tele y, con un pequeño mando a distancia entre las manos, dice sentándose en la cama para sujetarme contra ella:

—¿Preparada?

—Claro.

Pulsa el botón e instantes después me veo en la pantalla de la televisión. Eso me hace gracia. Mi voz suena extraña, incluso la de ella. Mojo otra fresa en el chocolate y observo las imágenes. Lauren me hace tocar los pañuelos y nos reímos.

Seré Solo Tu YaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora