Segundo Libro Capitulo 41

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Al día siguiente, Lauren no aparece por la oficina. Llamo a Björn y me indica que está en Múnich. Me tranquiliza saberlo. El viernes por la tarde, cuando salgo de la oficina, tomo un vuelo a Alemania. Taylor me va a buscar, y aunque se enfada, insisto en que quiero ir a un hotel a dormir. Si Lauren y yo nos arreglamos quiero tener dónde llevarla. El sábado por la mañana quedo con Dinah. Me cuenta que Björn prepara una fiesta en su casa esa noche, y Lauren cree que yo voy a aparecer. Niego con la cabeza. No pienso ir. No quiero jugar sin ella.

Por la tarde, voy a casa de Clara. La mujer me abraza con cariño y se emociona al verme. Cuando menos me lo espero aparece Simona, que al saber que había viajado a Múnich decide ir a visitarme. Cuando me ve, me abraza con cariño y, entre risas, me cuenta cómo va el culebrón de «Locura esmeralda». Pero uno de los mejores momentos es cuando aparece Flyn. No sabe que yo estoy allí y, cuando me ve, corre a mis brazos. Me ha echado de menos. Tras varios achuchones y besos, me enseña su brazo. Está totalmente recuperado y me cuchichea que Laura y él ahora se hablan. Ambos nos reímos, y Clara disfruta de las risas de su nieto.

Después de comer, cuando estamos Flyn y yo jugando con la Wii, aparece Lauren. Su gesto al verme es frío. Se acerca a mí, y cuando me da dos besos y su mejilla toca la mía, tiemblo. Cierro los ojos y disfruto de ese delicado roce entre las dos. Taylor y Clara, varios minutos después, se llevan a Flyn a la cocina. Desean dejarnos solas. En cuanto nadie está a nuestro alrededor, Lauren pregunta:

—¿Has venido a la fiestecita de Björn?

No contesto. Simplemente la miro y sonrío.

Lauren maldice, y sin darme tiempo a nada más se marcha. No me da la oportunidad de hablar. Me enfado conmigo misma. ¿Por qué he sonreído? Con tristeza, a través de los cristales veo que ha venido en su BMW gris. La veo marcharse. Suspiro. Taylor al verme me agarra de los hombros y murmura:

—Esta hermana mía, como siga así, se va a volver loca.

Yo también me voy a volver loca..., pienso. Al final, vuelvo a jugar con Flyn ante el gesto triste de Clara. A las siete, vamos al hotel. Me cambio de ropa y, a diferencia de lo que piensa Lauren, me voy de fiesta con Taylor. No quiero jugar con nadie que no sea ella. No puedo. Nos vamos al Guantanamera. Aquí están esperándonos Arthur, Anita, Reinaldo y varios amigos.

Nada más entrar exijo ¡mojitos! para olvidarme de Lauren y, tras varios, ya sonrío mientras bailo salsa con Reinaldo. Esas personas que han sido mis amigas todos esos meses en Alemania me reciben con cariño, abrazos y mucho amor.

A las once de la noche recibo un mensaje de Dinah: «Lauren está aquí».

Me inquieto. Se me corta el rollo.

Saber que Lauren está en una fiestecita privada sin mí me altera. ¿Jugará con otras mujeres? A las once y media, me llama. Miro él móvil, pero no se lo cojo. No puedo. No sé qué decirle. Tras varias llamadas de ella que no cojo, a las doce es Dinah quien lo hace. Corro a los baños para escucharla.

—¿Qué ocurre?

—¡Aisss, Camila! Lauren está muy cabreada.

—¿Por qué? ¿Por qué yo no esté en la fiestecita?

Dinah ríe.

—Está cabreada porque no sabe dónde estás. ¡Madre mía!, la que se ha liado, Camila. Eso de saber que estás en Múnich y no tenerte controlada la está matando. Pobrecita.

—Dinah, ¿Lauren ha participado en algún juego?

—Pues no, cariño. No tiene cuerpo para eso, aunque ha venido acompañada.

Seré Solo Tu YaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora