Cuarto Libro Capitulo 9

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El domingo por la mañana, tras levantarnos y dar de desayunar a los niños, Lauren me dice que ha quedado con Björn y que nos vamos a pasar el día con ellos.

Eso me pone de buen humor. Adoro a Björn y a Mel, y estar con ellos siempre es divertido. Flyn intenta escaquearse. Ya no le gusta venir con nosotros a los sitios, pero Lauren no se lo permite y, al final, mi pequeño gruñón nos acompaña a regañadientes.

Una vez conseguimos arreglar a los niños y cargar en el coche todo lo necesario para pasar el día fuera con ellos, nos dirigimos felices hacia el centro de Múnich. A la una de la tarde, Lauren y yo llegamos con nuestra tropa, incluida Pipa, a la casa de nuestros amigos. Con tres niños que llevamos nosotros y Sami, la niña de ellos, ¡la revolución está asegurada!

En cuanto nos ve llegar, Sami sonríe y corre hacia nosotros. Nos adora tanto como nosotros la adoramos a ella y, tirándose a los brazos de mi amor, pregunta:

—¿Me has traído un regalo, tía Lauren?

Me entra la risa. Sami es tan melosona...

Lauren, que es un blando con ella y nuestros niños, mete la mano en mi bolso y, como por arte de magia, saca un huevo Kinder.

¡Nunca faltan!

Al verlo, la niña lo coge feliz y, después, corre tras el pequeño Lauren, que ya está trasteando con sus juguetes, mientras que Flyn se sienta en un sillón con cara de circunstancias por no tener su móvil para wasapear.

Björn, mi guapo amigo, se acerca a nosotros y, quitándome a la ceporra de Cristina de los brazos, pregunta:

—¿Cómo está mi monstruito?

¡«Monstruito»! Björn la llama así por lo llorona que es.

La niña lo mira. Se plantea si llorar o no por el apelativo, pero finalmente sonríe. ¡Olé, mi niña! Si es que cuando sonríe es para comerse esos mofletes regordetes que tiene, pero oh..., oh..., de pronto arruga el entrecejo, contrae la cara y comienza a llorar.

¡Ea..., ya estamos!

Me río. ¡No lo puedo remediar! Y Björn rápidamente le entrega la niña a Lauren, que, al cogerla, le sonríe amorosa.

¡Qué paciencia tiene mi amor con Cristina!

Sin duda, la tiene porque es su pequeña morenita, porque, si no fuera su hija, estoy segura de que huiría de ella como de la peste.

Una vez veo que la niña deja de llorar, miro a mi buen amigo Björn y le pregunto:

—¿Has podido solucionar lo de tu página web?

Asiente, tuerce el cuello y afirma:

—Mañana volverá a estar operativa. Pero cuando coja a ese tal Marvel, te aseguro que me las va a pagar. Le voy a reventar la cabeza.

Mel, que se acerca a nosotros, mira a Flyn y pregunta:

—Cariño, ¿tu dedo está bien? Mamá me envió un wasap para decirme lo que te había ocurrido. ¡Qué dolor!

Flyn me mira para saber si sólo le he contado eso o algo más. Yo no muevo ni un músculo para admitir o desmentir, y finalmente el niño dice enseñándole la mano:

—Sí, estoy bien.

Björn, que observa a Flyn, murmura entonces:

—Tú y yo tenemos que hablar, jovencito. Me he enterado de algo que no me ha gustado nada de nada en referencia a tus notas.

Flyn resopla, me mira con ojos acusadores, y yo respondo:

—Yo no he sido. Habrá sido tu otra madre.

Seré Solo Tu YaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora