Segundo Libro Capitulo 9

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Cuando me despierto no sé qué hora es. Miró el reloj. Faltan cinco minutos para las diez.

Salto de la cama. Los alemanes son muy madrugadores y no quiero parecer un oso dormilón. Me doy una ducha rápida y, tras ponerme un informal vestido de lana negro y mis botas altas, bajo al salón. Al entrar no hay nadie y camino hacia la cocina. Lauren está sentada a una mesa redonda, leyendo un periódico. Al verme, cierra el diario.

—Buenos días, dormilona —me saluda sin sonreír.

Simona, que está cocinando, me mira y me saluda. Definitivamente, he quedado como un oso dormilón.

—Buenos días —respondo.

Lauren no hace amago de levantarse ni besarme. Eso me extraña, pero reprimo mis instintos mientras rumio mi pena por no recibir mi beso de buenos días.

Simona me ofrece embutidos, queso y miel. Pero al ver que niego con la cabeza y sólo pido café, saca un plum-cake hecho por ella misma y luego me empuja para que me siente a la mesa junto a Lauren.

—¿Has dormido bien? —inquiere ella.

Hago un gesto afirmativo e intento no recordar mi excitante sueño. Si ella supiera...

Dos minutos después, Simona deja un humeante café con leche sobre la mesa y un buen trozo de plum-cake. Hambrienta, me meto una porción en la boca y al percibir su sabor a mantequilla y vainilla, exclamo:

—¡Mmm, está buenísimo, Simona!

La mujer, encantada, asiente y se marcha de la cocina mientras yo continúo con el desayuno. Lauren no habla, sólo me observa, y cuando ya no puedo más, la miro y pregunto:

—¿Qué pasa? ¿Por qué me miras así?

Sin sonreír, se echa para atrás en la silla y responde:

—Todavía no me creo que estés sentada en la cocina de mi casa. —Y antes de que yo pueda decir nada, cambia de tema y añade—: Cuando termines, iremos a casa de mi madre. Debo recoger a Flyn y comeremos allí. Después he quedado. Hoy tengo un partido de baloncesto.

—¿Juegas al baloncesto? —pregunto, sorprendida.

—Sí.

—¿En serio?

—Sí.

—¿Con quién?

—Con unos amigos.

—¿Y por qué no me habías dicho que jugabas al baloncesto?

Lauren me mira, me mira, me mira, y finalmente, murmura:

—Porque nunca me lo has preguntado. Pero ahora estamos en Alemania, en mi terreno, y puede ser que te sorprendan muchas cosas de mí.

Asiento como una boba. Creía conocerla y de pronto me entero de que hace tiro olímpico, juega al baloncesto y supuestamente me va a sorprender con más cosas. Sigo comiendo el delicioso desayuno. Volver a ver a su madre y conocer al pequeño Flyn son situaciones que me ponen nerviosa, por lo que no puedo callar lo que pulula por mi cabeza.

—Cuando dijiste que aquí no erais muy efusivos en los saludos, ¿significa también que tampoco habrá besos de buenos días?

Noto que mi pregunta la pilla por sorpresa, pero contesta mientras vuelve a abrir el periódico:

—Habrá besos siempre que los dos queramos.

Vale..., me acaba de decir que ahora no le apetece a ella. ¡Mierdaaaaaaaaaaa...! Me está dando a probar mi misma medicina y yo soy muy mala enferma.

Seré Solo Tu YaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora