Segundo Libro Capitulo 43

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A las siete de la mañana, cuando todavía estoy en la cama, suena mi móvil. Miro la pantalla y no reconozco el número. Lo cojo y escucho:

—¿Qué has hecho?

—¿Cómo? —pregunto adormilada, sin entender nada.

—¿Por qué has renunciado, Camila?

¡Lauren!

Gerardo ya le ha debido de informar de lo que he hecho y, airado, grita:

—¡Por el amor de Dios, pequeña, necesitas el trabajo! ¿Qué pretendes hacer? ¿En qué pretendes trabajar? ¿Quieres ser camarera otra vez?

Alucinada por esas preguntas y, en especial, porque me llame «pequeña», siseo:

—No soy tu pequeña y no vuelvas a llamarme en tu vida.

—Camz...

—Olvída que existo.

Corto la llamada.

Lauren vuelve a insistir. Corto la llamada.

Al final apago el móvil y, antes de que llame al número de mi casa, desenchufo el teléfono. Enfadada me doy la vuelta y continúo durmiendo. Quiero dormir y olvidarme del mundo.

Pero no puedo dormir y me levanto. Me visto y salgo. No quiero estar en casa. Llamo a Nacho y me voy con él a su taller. Durante horas, observo los tatuajes que hace mientras hablamos. A la hora de cerrar, llamamos a los amigos y nos vamos de jarana. Necesito celebrar que no trabajo para Jauregui.

Cuando llego a casa son las tres de la madrugada. Voy directamente a la cama. Tengo un pedo colosal.

Sobre las diez de la mañana llaman a mi puerta. Con gesto pesaroso me levanto para abrir. Me quedo de piedra cuando veo que es un mensajero con un precioso ramo de rosas rojas de tallo largo. Intento que se las lleve. Sé de quién son, pero el mensajero se resiste. Al final me las quedo y van derechas a la basura. Pero la cotilla que hay en mí busca la tarjetita y el corazón se me acelera cuando leo:

Como te dije hace tiempo, te llevo en mi mente desesperadamente.

Te quiero, pequeña.

Lauren Jauregui

Boquiabierta, releo de nuevo la nota.

Cierro los ojos. No, no, no. Otra vez, ¡no!

A partir de ese momento no puedo encender el móvil sin recibir una llamada de Lauren. Agobiada decido desaparecer. La conozco y en horas la tengo en la puerta de mi casa. Por Internet alquilo una casita rural. Cojo mi Leoncito, y esta vez me voy para Asturias, concretamente a Llanes.

Llamo a mi padre y no le digo dónde estoy. No me fío de que no se lo cuente a Lauren. Se llevan demasiado bien. Le aseguro que estoy bien, y mi padre asiente. Sólo me exige que lo llame todos los días para saber que estoy en condiciones y que lo avise cuando llegue a Madrid. Según él, tenemos que hablar muy seriamente. Accedo.

Durante una semana paseo por esa bonita localidad, duermo y pienso. Tengo que decidir qué voy a hacer conmigo después de Lauren. Pero soy incapaz de pensar con claridad. Lauren está tan metido en mi mente, en mi corazón y en mi vida que apenas puedo razonar.

Lauren insiste.

Me llena el buzón de mensajes y, cuando ve que no le hago caso, comienza a mandarme e-mails que leo por las noches en la habitación de la preciosa casa que he alquilado.

De: Lauren Jauregui

Fecha: 25 de mayo de 2013 09.17

Para: Camila Cabello

Seré Solo Tu YaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora