Por la mañana, cuando me levanto, lo primero que hago es llamar a mi padre. Estará intranquilo.
Le comunico que estoy bien y me emociono al oír su voz de felicidad. Está pletórico de alegría por mí y por Lauren, y eso me hace sonreír. Me pregunta si me ha gustado la casa que Lauren me ha comprado. Me sorprende que mi padre lo sepa, pero me confiesa que ha estado al tanto de todo. Lauren se lo pidió y él, encantado, aceptó controlar las obras y guardar el secreto.
Mi padre y Lauren se llevan demasiado bien. Esto me gusta, aunque me inquieta al mismo tiempo.
Una vez acabada la llamada, abro la puerta y curioseo a través de ella. No veo nada; sólo oigo música. Me parece que el que canta es Stevie Wonder. Me lavo los dientes, me peino un poco y me pongo unos vaqueros. Al entrar en el amplio salón, ahora unido a la cocina, la veo sentada en el sofá leyendo un periódico. Lauren sonríe al verme. ¡Qué atractiva es! Está guapísima con la camiseta gris y morada de los Lakers y los pantalones vaqueros.
—Buenos días. ¿Quieres café? —pregunta con buen humor.
Frunzo el ceño y respondo:
—Sí, con leche.
En silencio veo que se levanta, va hasta la encimera de la cocina y llena una taza blanca y roja con café y leche, mientras yo me fijo en sus manos, esas fuertes manos que tanto me gustan cuando me tocan y consiguen que yo me vuelva loca de placer.
—¿Quieres tostadas, embutido, tortilla, plum-cake, galletas?
—Nada.
—¡¿Nada?!
—Estoy a régimen.
Sorprendida, me mira. Desde que nos conocemos nunca le he dicho que estuviera a régimen. Esa tortura no va conmigo.
—Tú no necesitas ningún régimen —afirma mientras deja el café con leche ante mí—. Come.
No contesto. Sólo la miro, la miro y la miro, y bebo café. Una vez que lo acabo, Lauren, que no ha levantado su vista de mí, dice:
—¿Has dormido bien?
—Sí —miento. No pienso revelar que no he pegado ojo pensando en ella—. ¿Y tú?
Lauren curva la comisura de sus labios y murmura:
—Sinceramente, no he podido pegar ojo pensando en ti.
Asiento.
¡Qué rico lo que ha dichooooooo!
Pero esa miradita suya me pone cardíaca. Me provoca. Por eso, para alejarme de la tentación, o soy capaz de arrancarle la camiseta de los Lakers a mordiscos, me levanto de la silla y me acerco a la ventana para mirar al exterior. Llueve. Dos segundos después, la noto detrás de mí, aunque sin tocarme.
—¿Qué te apetece hacer hoy?
¡Guaaaaaau!, lo que me apetece hacer lo tengo claro: ¡sexo! Pero no, no pienso decirlo, así que me encojo hombros.
—Lo que tú quieras.
—¡Mmm...! ¿Lo que yo quiera? —susurra cerca de mi oreja.
¡Madre, madre, madre! A Icewoman le apetece lo mismo que a mí. ¡Sexo!
Escuchar su voz e imaginar lo que está pensando me ponen la carne de gallina. Sin que pueda evitarlo, me vuelvo para mirarla, y ella añade con ojos guasones:
—Si es lo que yo quiera, ya puedes desnudarte, pequeña.
—Lauren...
Divertida, sonríe y se aleja de mí tras tentarme como una auténtica demonia.
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Seré Solo Tu Ya
FanfictionLauren Jauregui es una empresaria que viaja a España por cuestiones de trabajo. Ahí conoce a Camila, al poco tiempo siente una enorme atracción por ella, y ella no se resiste. Las dos empiezan a tomar parte de una relación extremadamente apasionada...