segundo Libro Capitulo 31

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Una tarde en la que Flyn y yo patinamos en el garaje cogidos de la mano, de pronto, la puerta mecánica comienza a abrirse. Lauren llega antes de su hora. Los dos nos quedamos paralizados.

¡Menuda pillada, y menuda bronca que nos va a caer!

Rápidamente, reacciono, tiro del muchacho y salimos del garaje. Pero Lauren nos pisa los talones y no sé qué hacer. No nos da tiempo a quitarnos los patines ni a llegar a ningún sitio.

Como una loca, abro la puerta que lleva a la piscina cubierta. El niño me mira, y yo pregunto:

—¿Bronca, o piscina?

No hay nada que pensar. Vestidos y con patines nos tiramos a la piscina. Según sacamos nuestras cabezas del agua, la puerta se abre, y Lauren nos mira. Con disimulo, los dos nos apoyamos en el borde de la piscina. Nuestros pies con los patines sumergidos no se ven.

Asombrada, Lauren se acerca hasta nosotros y pregunta:

—¿Desde cuándo uno se mete en la piscina con ropa?

Flyn y yo nos miramos, reímos, y respondo:

—Ha sido una apuesta. Hemos jugado a la Play, y el perdedor lo tenía que hacer.

—¿Y por qué estáis los dos en el agua? —insiste, divertida, Lauren.

—Porque Camz es una tramposa —se queja Flyn—. Y como yo la he ganado, cuando se ha tirado ella, me ha tirado a mí.

Lauren ríe. Le encanta ver el buen rollo que hay últimamente entre su sobrino y yo.

Con dulzura, dejo que me bese sin mostrar mis pies. Le doy un beso en los labios.

—¿Cómo está el agua? —pregunta.

—¡Estupenda! —decimos al unísono Flyn y yo.

Encantada, toca la cabeza mojada de su sobrino y, antes de salir por la puerta, indica:

—Poneos un bañador si queréis seguir en el agua.

—Vamos, cariño. ¡Anímate y ven!

Icewoman me mira, y antes de desaparecer por la puerta, contesta con gesto cansado:

—Tengo cosas que hacer, Camz.

En cuanto Lauren cierra la puerta, nos sentamos en el borde de la piscina. Rápidamente, nos quitamos los patines y los escondemos en un armario que hay al fondo.

—Ha faltado poco —murmuro, empapada.

El pequeño ríe, yo también, y sin más nos volvemos a tirar a la piscina. Cuando salimos una hora después de ella, Flyn se agarra a mi cintura.

—No quiero que te vayas nunca, ¿me lo prometes?

Emocionada por el cariño que el niño me demuestra, le beso en la cabeza.

—Prometido.

Esa tarde, Flyn se marcha a casa de Clara. Según él, tiene cosas que hacer. Su secretismos me hacen gracia. Lauren está seria. No está enfadada, pero su gesto me demuestra que le ocurre algo. Intento hablar con ella y al final consigo saber que le duele la cabeza. Eso me alarma. ¡Sus ojos! Sin decir nada se va a descansar a nuestra habitación. No la sigo. Quiere estar sola.

Sobre las seis de la tarde, Susto, aburrido porque Flyn se ha llevado a Calamar, me pide a su manera que vayamos a dar su paseo. Lauren ya ha salido de nuestra habitación y está en su despacho. Tiene mejor aspecto. Sonríe. Eso me tranquiliza. Intento que me acompañe, que le dé el aire. Pero se niega. Al final, desisto.

Seré Solo Tu YaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora