Tercer Libro Capitulo 14

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Oigo un sonido constante e incómodo.

¡Maldito despertador!

Intento moverme para apagarlo, pero no puedo. ¡Qué cansada estoy!

Ruido. Oigo voces. Qué jaleo.

Me llaman. Lauren me llama.

Intento abrir los ojos. No puedo. Oscuridad.

No sé cuánto tiempo pasa hasta que vuelvo a oír el despertador.

Esta vez puedo abrir los ojos y parpadeo. Muevo el cuello con cuidado y suspiro. Me duele la cabeza. ¿Qué he bebido? Abro lentamente los ojos y veo un televisor apagado anclado en la pared ¿Dónde estoy? Algo me sujeta la mano y, al mirar, veo la cabeza de Lauren apoyada en ella.

¿Qué ocurre?

Como un fogonazo, todo vuelve a mi mente. Carrera. Curva quince. Caída por encima de la moto. Suspiro. Madre mía, qué leñazo me he tenido que dar. Respiro. Me duele el cuerpo, pero eso no me importa. Sólo me importa saber que Lauren está bien. La conozco y sé que estará deprimida y asustada.

Miro su castaña cabellera. No se mueve, pero al mover yo la mano, rápidamente levanta la cabeza, me mira y a mí se me paraliza el corazón mientras murmuro:

—Hola, guapa.

Lauren se incorpora y, acercándose a mí, susurra:

—Pequeña, ¿cómo te encuentras?

No puedo hablar. Tiene los ojos enrojecidos, terriblemente enrojecidos, y pregunto:

—¿Qué te ocurre, cariño?

Y entonces hace algo que me deja totalmente sin habla, cuando su rostro, su bonito rostro se contrae y, con un sollozo ahogado, dice:

—No vuelvas a asustarme así, ¿entendido?

Sin entender aún qué ha pasado, quiero abrazarla. Quiero mimarla, consolarla y, tirando de ella, hago que me abrace. Las lágrimas se me saltan al notar cómo lo hace desesperada y llora. Icewoman, mi seria, gruñona y testaruda alemana, llora como una niña en mis brazos, mientras yo la arrullo y le beso la cabeza. Así estamos durante varios minutos, hasta que noto que su respiración se normaliza y, separándose de mí, murmura avergonzada:

—Lo siento, cariño. Perdóname.

Más enamorada que nunca de esta mujer, sonrío, le seco las lágrimas y respondo emocionada:

—No tengo nada que perdonarte, cielo.

—Estaba muy asustada... Yo...

—Eres humano y los humanos tenemos sentimientos, cariño.

Mueve la cabeza e, intentando sonreír, me da un beso en la punta de la nariz. Yo pregunto:

—¿Qué ha ocurrido?

Más tranquila al hablar conmigo, me retira con mimo el pelo de la cara y explica:

—Ha habido un accidente. Te has caído por encima de la moto, has perdido el conocimiento y no lo has recuperado hasta llegar al hospital. Me he asustado mucho, Camz...

—Cariño...

—Creí que te perdía.

Su desesperación me pone la carne de gallina. No quisiera haber estado en su lugar. Con lo histérica que soy, seguro que la habría liado parda. Intentando quitarle dramatismo al momento, pregunto:

—Pero estoy bien, ¿verdad?

Emocionada, Lauren asiente.

—Sí, cariño. Estás bien. Tienes un traumatismo craneal leve. —Traga el nudo de emociones que pugnan por salir y añade—: Pero estás bien. Te han examinado y no hay nada roto. Sólo una fisura en la muñeca izquierda.

Seré Solo Tu YaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora