Segundo Libro Capitulo 18

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A las nueve, me despierto. Bueno, me despierta el despertador. Lo pongo porque yo soy de dormir hasta las doce si nadie me avisa. Como siempre, estoy sola en la cama, pero sonrío al saber que es la mañana de Reyes.

¡Qué bonita mañana!

Ataviada con el pijama y la bata, saco mis regalos, que están guardados en el armario, y bajo la escalera dispuesta a repartirlos.

¡Vivan los Reyes Magos!

Paso por la cocina e invito a Simona y Norbert a unirse a nosotros. Tengo regalos para ellos también. Cuando entro en el comedor, Lauren y Flyn juegan con la Wii. El crío, en cuanto me ve, tuerce el gesto, y yo, dichosa como una niña, paro la música desde el mando de Lauren, los miro y anuncio feliz:

—Los Reyes Magos me han dejado regalos para vosotros.

Lauren sonríe y Flyn dice:

—Espera a que terminemos la partida.

¡La madre que parió al niño!

Su falta de ilusión me deja K. O. Vamos ¡igualito que mi sobrina Luz, que con seguridad estará gritando y saltando de felicidad al ver los regalos bajo el árbol! Pero dispuesta a no hacerle ni puñetero caso, levanto a Lauren del sillón cuando Norbert y Simona entran.

—Venga, vamos a sentarnos junto al árbol. Tengo que daros vuestros regalos.

Flyn vuelve a protestar, pero esta vez Lauren lo regaña. El crío se calla, se levanta y se sienta con nosotros junto al árbol. Entonces, Lauren se saca cuatro sobres del bolsillo de su pantalón y nos da uno a cada uno.

—¡Feliz Navidad!

Simona y Norbert se lo agradecen y, sin abrirlos, los guardan en sus bolsillos. Yo no sé qué hacer con el sobre mientras observo que Flyn lo abre.

—¡Dos mil euros! ¡Gracias, tía!

Incrédula, alucinada, patitiesa y boquiabierta, miro a Lauren y le pregunto:

—¿Le estás dando un cheque de dos mil euros a un niño el día de Reyes?

Lauren asiente.

—No hace falta que haga la tontería de los regalos —opina el niño—. Ya sé quiénes son los Reyes Magos.

Esa explicación no me convence y, mirando a mi Icewoman, protesto.

—¡Por el amor de Dios, Lauren! ¿Cómo puedes hacer eso?

—Soy práctica, cielo.

En este instante, Simona le entrega a Flyn una pequeña caja. El niño la abre y grita con entusiasmo al encontrarse un nuevo juego de la Wii. Encantada con su felicidad, aunque sea por otro jueguecito que lo mantendrá enganchado a la televisión, le doy a Simona y Norbert mis regalos. Son una chaqueta de lana para ella y un juego de guantes y bufanda para él. Ambos los miran con gozo y no paran de agradecérmelo mientras se disculpan por no tener ningún regalo para mí. ¡Pobres, qué mal rato están pasando!

Continúo sacando paquetes de mi enorme bolsa. Le entrego a Lauren uno, y varios a Flyn. Lauren rápidamente abre el suyo y sonríe al ver la bufanda azulona que le he comprado y la camisa de Armani. ¡Le encanta! Flyn nos observa con sus paquetes en la mano. Dispuesta a firmar la pipa de la paz con el niño, lo miro con cariño.

—Vamos, cielo —lo animo—. Ábrelos. ¡Espero que te gusten!

Durante unos instantes, el niño contempla los paquetes y la caja que he dejado ante él. Se centra en la enorme caja envuelta en papel rojo. Me mira a mí y a la caja alternativamente, pero no la toca.

Seré Solo Tu YaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora