Capitulo 44

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Dos días después, tras la noche de sexo lujurioso que pasamos en el cuartito de juegos de Dinah y Zayn, la vida sigue su rumbo. Cada vez estoy más colgada por Lauren y ella cada vez está más pendiente de mí. Todo lo que necesito o deseo, antes de que yo lo pida, ella me lo da. ¿Se estará enamorando de mí?

Esa mañana, Zayn decide encargar una paellita en la playa. Sobre las dos de la tarde bajamos a comerla al chiringuito. Está deliciosa. La mejor paellita mixta que he comido en mi vida. El teléfono de Lauren suena continuamente y tan pronto leo el nombre de Taylor como el de Ale. No digo nada, ella ya lo dice todo con sus gestos. Tras la paella decidimos tirarnos en la playa un ratito a tomar el sol.

El teléfono de Lauren vuelve a sonar. Finalmente observo que teclea en él, pero poco después se agobia y le pide a Zayn que lo lleve al chalet. Su humor ha cambiado y, aunque lo intenta disimular, su cara no lo puede negar.

Rápidamente me levanto y comienzo a recoger las cosas. Lauren, al verme, me coge de la mano.

—Quédate con Dinah, cielo. Zayn regresará para estar con vosotras.

—No… no, yo me voy contigo —insisto.

—He dicho que te quedes, Camz… no quiero compañía. Me duele la cabeza y quiero estar sola.

Su humor me exaspera.

—Mira, chata, me importa un bledo si no quieres compañía, he dicho que regreso contigo y no se hable más.

—¡Maldita sea! —gruñe—. He dicho que te quedes.

Su gruñido no me asusta.

—No me gustan los numeritos y menos cuando no sé de qué van. Por lo tanto me lo vas a aclarar e iré contigo.

Pero Lauren se niega. Está irascible y, por más que intento convencerla, lo único que consigo es que se enfade a cada segundo más conmigo. Al final, Dinah se interpone entre las dos y pone paz. Zayn habla algo con Lauren y la tranquiliza. No entiendo por qué se ha puesto así y me niego a darle un beso cuando se marcha con Zayn.

Durante un rato, Dinah y yo permanecemos calladas mientras tomamos el sol, hasta que ella dice:

—Camila, no te preocupes. No pasa nada.

Me muerdo los labios. Estoy enfadada. Me siento en la toalla.

—Sí. Sí pasa, Dinah. Sus cambios de humor me desesperan. Tan pronto está bien, como…

—Os conocéis desde hace poco, ¿verdad?

—Sí. Hará unos dos meses más o menos.

—¿Sólo ese tiempo?

—Sí

Hace un gesto con la cabeza.

—Pues, chica… te aseguro que conozco a Lauren desde hace muchos años y nunca la he visto tan atontadita con una mujer.

—Sí… seguro.

—Te lo prometo, Camila. No tengo por qué engañarte.

Asiento, deseosa de creer lo que ella dice. Lo necesito. Pero entonces recuerdo lo enfadada que estaba.

—No la conozco apenas, Dinah. No me deja conocerla salvo en el plano sexual y, aunque con ella estoy descubriendo cosas que me gustan y que sin ella nunca habría experimentado, quiero y necesito saber de ella. De Lauren como persona.

Dinah arruga la comisura de los labios. Quiero preguntarle mil cosas.

—¿Quiénes son Ale y Taylor? Cada día recibe varios mensajes de ellas.

Noto que mi pregunta incomoda a Dinah.

—Sé que sabes de lo que hablo. No lo niegues. Por favor, dime qué pasa.

Dinah se sube las gafas de sol para mirarme directamente a los ojos y murmura:

—Camila…

Durante unos instantes, la miro a los ojos y finalmente bajo la mirada, rendida. Todo es hermético en torno a ella y murmuro mientras me tumbo en la toalla:

—De acuerdo, Dinah, tomemos el sol.

Seré Solo Tu YaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora