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"Y no culpó a la flor, ¿sabes? Era de esas hermosas flores que deseaba poder oler, admirar y tocar, ignorando por completo que sus espinas podían dañarte sin compasión..."

-SHS

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¿Por qué debemos enamorarnos así? A ese grado de perder la cabeza, sentir los latidos del corazón en la boca, y tener siempre presente la sensación de pérdida cuando la otra persona parece no estar.

Esa demoníaca posesión de destrucción sin saber cómo quitarte la fugaz estrella de que se acaba todo, incluso si eso parece no ser posible.

Es la décima vuelta que doy en el lado izquierdo de la cama, su aroma está más que fusionado con las sábanas y el espacio, respiro hondo y me quedo quieta al escuchar un par de pisadas tan suaves que puedo apostar que Robin tampoco puede dormir.

La perilla de la puerta baila a rítmicas vueltas intentando hacer el menor ruido para luego dar acceso a la figura masculina bien conocida en mi mapa mental.

Observo lo que hace sin que sepa que lo observo, abre un cajón y luego saca una pequeña manta.

-No deberías dormir en el sillón- digo acomodando mi cuerpo para quedar sentada en la cama.
-No quería molestar.
-¿Estás pasando frío?- digo mientras con los ojos señalo una imaginaria líneaa la manta.
-No, en realidad derrame mi vaso de agua en la otra.

Asiento, supongo que debo insistir, pero no se exactamente como.

-No deberías estar descansando en el sofa, está es tu cama y yo me siento una intrusa.
-El sofá es cómodo- intenta convencerse él mismo, para poder pasar de mi, pero no funciona, hoy es de esas noches en que sientes que las estrellas del firmamento va en sobre ti. De esas noches en donde la noche no te cobija, sólo te sientes aplastado.
-Supongo que tienes razón- puntualizó para dar por finalizada la conversación.

Escucho sus movimientos, escucho la madera chocar una con otra después de que cierra el closet, y al final escucho lo liviano que es cada paso que da.

-¿Has estado llorando?

Paseo mis dedos por abajo de mis ojos, la verdad es que he sentido como quemaba su recorrido de dos o tres lágrimas, pero no pensé que realmente haya sido más.

- No lo sé- y lo digo enserio.
-Tenemos que hablar.
-Es tarde, mejor hay que dormir.
-¿Realmente puedes o quieres dormir?- pregunta con un dominio de la respuesta en su cabeza, sólo quiere escuchar.

Enciendo la lamparita del Buró, y hago una seña para que se sienta en la cama, ahora lo veo, su rostro tiene una pinta siniestra, su cabello parece haber sufrido un huracán, y aún con todo ese demoníaco aspecto, creo que es el demonio más hermoso que he mirado.

-Ahora entiendo porque no confías en mi.

Sus ojos se arrastran a los míos, me dice mucho pero nada es bonito, es un poema de los que debes leer una y otra vez para entender la métrica del dolor.

-Vale, punto uno; yo si confió en ti, y eso es parte de mi historia. Así que te pido que ahora escuches mi versión y dejes un momento de creer en la tuya.

Desastrosa Coincidencia. (Aidan Gallagher)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora