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"Siempre tuve una imagen mucho más romántica que real del amor."

- Elísabeth Benavent

[ AIDAN]

PARTE 1

Me miró con esa mirada llena de culpa... Dios, ____. No. No hagas eso mi amor.

Permanezco en silencio, no quiero presionarla, incluso no se si quiero escuchar lo que sea que siga en su guión.

Tuve pánico.

Escuchaba el silencio y sus sollozos, sus pensamientos y hasta los latidos de su corazón. ¿O eran los míos?

- Amor, le he dicho a Gerald que sentía algo por él.

Y creí morir, porque en primera no uso mi nombre de pila, uso un adjetivo que me hizo dudar de todo el maldito cosmos y mi existencia, y luego aquella confesión no podría ser peor.

Mi corazón estaba bombeando sangre brutalmente y luego aquello estalló en un desastre, lo tenía hecho añicos, creía que iba a vomitar, o desmayarme. Pero sus ojos de pánico se llenaron de agua, tanto como los míos. Y a pesar de estar roto, y de lo más jodido, me dolía verla mal, y me preocupe.
Se dejó caer de rodillas y lloro con miedo.

-Shhht- dije llegando a su altura tirandome al piso y acariciando su cabello. Estaba mal, jodidamente mal, pero. ¿Qué no es esto también el amor? Sufrir... No sé definirlo.

En mi cabeza estaban dos cosas:
1. El amor. Y
2. La admiración.
Cualquiera podría tener esas dos cosas en el pecho y la cabeza cuando se trataba de ella, era jodidamente perfecta. No me sorprendía que ella sintiera algo por un tipo como él, y que él hubiera tenido aquel sentimiento por ella, que incluso me sentí mal porque sabía que ella le partió el corazón al mismo modo que lo tenía yo ahora, y no con la intención de hacernos mal, si no todo lo contrario.
Era la clase de chica que te puede mover el universo y hacerte desear más, algo que él quiso y yo quiero...
Es bastante peligroso formarse una imagen de las personas perfectas, porque sí; algunos tenemos el mismo significado de la definición y la imagen justa y clara.

-Todo está bien- dije creyendo mi mentira, inyectando adrenalina dentro de mí para mantenerme aún con vida.
-No, por su puesto que no lo está. No quiero hacerte daño, o a él o a mi.
-No me haces daño.- respire sintiendo en cenizas mi corazón. Por muy injusto que fuera que ella le declarara amor a su ex... Yo la amaba y no iba a perderla ahora que la tenía. Me rehusaba. Quería protegerla aunque fuera de ella misma.
-Eres un pésimo mentiroso, Aidan.
-Amor, dime... ¿Se lo has confesado, por qué?
-Porque me lo he creído.
-¿Te lo has creído? No es realmente aquello que sientes con el alma.
-Aidan, no sé... Estoy segura que te amo y que quiero pasar el resto de mi vida contigo, pero estaba ahí frente a él y mi cuerpo había reaccionado, quería tocar su cabello, besarle, escuchar aquellas cosas lindas que él sabe decir y...

Y se quedó muda.
Y yo me quedé muerto en vida, porque no es fácil escuchar al amor de tu vida compartir ese tipo de detalles.

-Pero, sólo fue aquel momento que extrañé, me ha pedido que me olvidé de esa idea.
-¿Él te lo pidió?
-Dice que sólo era una yo admirada y queriendo pagarle de alguna forma aquello que no pude dar cuando estaba rota. Dice que soy feliz contigo.
-¿Él lo dice?- dije con un aire de decepción. ¿Ella no lo veía así?
-Pero, también estoy segura de ello. No quiero nada más, estoy segura que lo tengo todo y me siento estúpida por desear más, por esa parte ambiciosa mía.
-Gerald es la clase de chico con la que quieres tener historia para gloriarte de ella en una charla casual de chicas. ¿No?

Desastrosa Coincidencia. (Aidan Gallagher)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora