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"Todo el mundo debería tener amor verdadero, y debería durar como mínimo toda la vida."

-Jonh Green.

[ _____ ]

El ambiente huele delicioso, el sonido de las burbujas hirviendo en la estufa a causa de las altas temperaturas, parecen componer una melodía que acompaña el tarareo de Aidan.

El chico cocina como si toda la vida lo hubiera hecho, sus músculos se marcan por su camisa azul cielo, mientras menea en círculos rítmicos, la salsa roja de los espaguetis.

-¿Te duele?- digo en mi segundo recorrido por sus manos.
-¿Qué?- me presta atención, casi al mismo tiempo que cambió mi dirección con la mirada. - ¡ah! ¿esto?- levanta el dedo pulgar y lo mira de cerca, con su índice comprueba la línea de corte que se hizo. No tiene gesto alguno de dolor.

-Estoy bien.
-No me dejaste que te curara.
-No pasa nada, sólo es un ligero corte, igual gracias por preocuparte por mi.
-¿Preocuparme? ¡Oh, no es eso Gallagher!, sólo sería muy feo comer ese espagueti que huele delicioso con tu ADN y glóbulos rojos.
-¡Oye!- se ríe sin poder detenerlo, me mira con mucha ternura y cuestiona; -¿Te sientes mucho mejor ahora?

Y la verdad es que el ánimo me cambio lo suficiente para tontera con y para él.

-La verdad, es que me siento aliviada.
-¿Y qué dices? ¿Algo que agregar al botiquín del baño?
-No, me parece que adquiere una calificación apropiada, joven Gallagher, muy acertada la marca de pasta dental que ocupas.
-¿Mi pasta dental?
-Es una buena marca, ya sabes la sonrisa perfecta, encaja bien contigo.
-Pues que bueno que no tengas problema con "esa" marca de crema dental, porque tengo muchas para cuando vivamos juntos.
-Me parece justo, yo decidiré el jabón.
-Me parece que es un trato justo, pero igual debo aportar el visto bueno.
-¿Dónde aprendiste a cocinar?

La curiosidad me pica por todos lados, y me es casi imposible no preguntar tanto cuando mi cabeza lo quiere almacenar todo en mi archivero favorito: Aidan R. Gallagher, con un corazón puntualizado.

-Planeaba vivir solo, así que tenía que aprender a hacer muchas cosas.
-¡Me alegra mucho que tú también vayas a cocinar!
-Será un gusto consentirte.

Su brazo derecho deja un plato blanco, de porcelana, con un acomodado de la pasta tan bonito como en los recetarios de mi abuela, está adornado con pequeñas hierbas verdes, y el Tomatito le dio un color rojo espectacular.

-Provecho, bonita.
Y para finalizar, me da un beso en la frente, basta con ello para que me sienta la persona más afortunada de este caótico mundo.

Su cuerpo se acomoda en el bonito asiento a un lado de mi, deja su plato, y enseguida se levanta para tomar dos copas y una botella de vino de la nevera.

-¿Tomaras vino?
-¡Sí! ¿Por qué no tomaría?
-Ya sabes, el bebé- bromea con esa sonrisa juguetona en su rostro.
-Ja ja, Aidan- ruedo los ojos, pero en su recorrido, los obligó a parar y ver un punto fijo.

¡Maldición!

Me llevo la mano a la frente, mientras que aprieto los ojos y tomó una gran bocanada de aire, luego me río un poco, llevando mi mano a otro destino, mis labios.

-¿Pasa algo?- su tono cambio radicalmente de mofa a nervio, es impresionante conocer y sentir a una persona sin siquiera preguntarlo.

-Sería una pésima madre.
-¿Por qué dices eso?
-Aidan... Olvidé la comida de Robin.
-¡oh, no!- su risa es tan tierna como macabra, se mofa de mi, pero aún con ello, el amor le pone un escudo, no es cruel, es gracioso. - No creo que le haga mal comer hoy un poco de pasta.
-Espero que no.
-Empieza a comer y yo le sirvo un pequeño tazón.
-Aidan.
-¿Sí, bonita?
-Eres el amor de mi vida.
-Ya lo sabía, pero tu fuiste muy difícil.
-Que bobo.- y sonríe con esa aire de autosuficiencia que siempre posee, y que me sigue disparando el pulso a una velocidad mortal.

Desastrosa Coincidencia. (Aidan Gallagher)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora