Desastrosa Coincidencia. (Aidan Gallagher)

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"Quiéreme en voz baja. Tan bajita que la gente piense que no somos nada. El amor mientras menos ruido hace; más tiende a durar."

-El principito

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-Es bonito al mismo tiempo que peligroso, ¿no?

A regañadientes me obligó a mi misma a ser cortes y agradable para contestarle a April, es cuando arrastro mis ojos para verla conduciendo con extremada felicidad en esta carretera, tan peligrosa, es ahí cuando comprendo que habla del camino que hemos tomado para ver parte de la península Ibérica.

-¡ah! Te referías a la carretera- digo pensando en voz alta.

Una risa que combina con sus facciones tan angelicales inunda el auto, y por algún motivo eso me tranquiliza.

-¿Alguna historia a la Abelardo y Eloísa que quieras compartir? Aún tenemos un par de minutos antes de llegar.

Sonrió, la referencia parisina me parece algo genial, y un tanto diferente, a pesar que París es la ciudad del amor y el corazón iluminado de la esperanza, no deja de tener su tragedia entre dos almas, pero este; definitivamente no es el caso.

-Sí, y no- contesto rápido- la realidad es que Amo a ese sujeto tanto como estoy segura que me ama él, no es una tragedia amorosa del todo, incluso mamá me pidió que le diera una oportunidad sin saber que ta portaba un anillo de matrimonio.

Levanto mi dedo con mucho orgullo y siento la furia en mis latidos, April me mira feliz y radiante, como si nos conociéramos de todas las vidas y fuera feliz porque lo hemos superado.

-Entonces, ¿sólo decidieron venir aquí y casarse?
-Algo así, siempre hemos sido una mezcla desastrosa y confusa de mucho amor, Aidan era ese caótico desastre que llegó a sacudir mi vida, deseaba muchas cosas, pero nunca desee tanto algo como pasar todos mis días a su lado.
-Pues, créeme que van a ser muy felices.
-Así será, Gracias April, por todo.
-Soy una aficionada de las historias de amor
-Por su puesto, tú naciste en la ciudad del amor.

Su sonrisa aparece en un fantasmal gesto, es felicidad melancólica.

-¿Extrañas París?- dejó la pregunta al aire, me gusta escuchar hablar a las personas de aquello que para sus ojos son extraordinarios.
-Sí, si lo extraño. Era malditamente feliz comiendo un extravagante congelado frente a la torre Eiffel, pero todo eso pareció tan normal después de conocer a Andreu, él era la melodía que esperas escuchar toda tu vida y sea tu favorita no importa tu humor, no deseo mi vida sin él, y aquí y ahora somos felices fingiendo ser agentes que trabajan para algún cupido, no importa si es Paris o es España, somos nosotros y eso ya lo es todo.

Declara con un infinito amor que derrama sus pupilas, mi dedo índice traza una imaginaria línea de la tela del vestido hasta la piel desnuda de mi pierna que se ha erizado.

-Quizá pudieran ser nuestras guías turísticas en la luna de miel
-¿Irán a Paris?

Para ella debe parecer lo más trillado para una luna de miel, la realidad es que ese detalle estaba omitido en todas nuestras charlas, nunca lo comento ninguno de manera seria.

-No lo sé- admito- debo regresar a trabajar, últimamente hemos cometido locuras al por mayor, y descuido de sobre manera todas las actividades de mi empresa.
-Así que eres una chica de negocios, Y Aidan...
-Aidan trabaja conmigo- respondo para completar su historia.
-Nunca me canso de escuchar magníficos párrafos que construyen best sellers. Pero, ¿Tú eres la dueña de tu emporio?
-Sí, así es- digo con esa emoción y orgullo que se filtra sin querer.
-Y él...
-Aidan y yo nos conocíamos de hace muchos años, pero no fue hasta que la coincidencia de años después de un corazón roto, lo puso frente a mi, y agradezco aquellas líneas que escribió el universo para mi, con él.
-¡Genial! ¿Entonces retrasarán la luna de miel?
-¿Algún lugar que me recomiendes para iniciar el viaje de miel?
-Cariño, estas a punto de casarte en Cabo Ortegal, tu boda y tu luna de miel empezaron desde que aterrizó el avión.