Desastrosa Coincidencia. (Aidan Gallagher)

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"Solo imagina lo precioso que puede ser arriesgarse y que todo salga bien."

-Mario Benedetti

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Cuando el barniz de mi uña índice boto, supe que había cruzado todos los límites de la desesperación.

Me negaba rotundamente a perder al amor de mi vida, pero las ideas sobre cómo pedir perdón se estaban agotando, y le sumaba la culpa para llevarme al borde del colapso. Era la segunda noche que cohabitabamos en la misma casa, e ignoraba que mi lugar favorito era aquí, con él. Soñando tanto dormida como despierta.

Respire. Y sirvió para una mierda. Pero respire.

Fue ahí cuando volví a escuchar la guitarra, entre sus múltiples posibles acordes que contaban historias en música, y preste atención al ladrido de Rob, ese que demandaba una caricia o atención, y la voz de Aidan, afuera del cuarto diciendo con aquella delirante voz:

"Si me vas a destruir
O me vas a abandonar
Hazlo con esos ojitos
Que no dejo de mirar

O si quieres despertar
Para siempre junto a mí
No desvíes esa mirada
Te juro, puedo morir

Por favor
No te lleves esos ojos, no
Porque solo a trevés de ellos te vi
Y hoy los quiero para mí..."

Tuve un par de acciones torpes, entre ellas golpear mi dedo meñique con la pata de fina madera tallada, de la mesa de noche, me picó la piel por el dolor de forma inmediata, pero no podía perder tiempo, él estaba concediendo tregua, y yo la necesitaba en medio de esta tonta guerra.

Abrí la puerta y lo primero fue Robin haciendo cosquillas con pelaje esponjoso entre mis piernas, había entrado al dormitorio en busca de cualquier cosa, y Aidan... Por dios. El chico de ojos verdes tenía el aspecto más angelical que había visto, el corazón me boto en locura de forma inmediata, verlo frente a mi, persiguiendo algún mensaje escondido entre las líneas musicales terminó de romperme. Él no iba a dejarme, y yo aceptaba aquello porque no quería perderlo. Estaba más que enamorada, estaba complementando lo que yo sería y lo que era, con él.

-Nunca quise hacerte daño- dije aprisa y sin respiar, tape mi rostro con mis manos y como lo único que hacía bien últimamente, me eché a llorar.
-Yo lo sé- dijo con ese tono sabiondo y dulce.

Un poco de esa ingenuidad e impulso que experimente se me fue entonces, siendo reemplazada brutalmente por miedo, sinceramente no esperas saber cuál es peor, si no cuál es la última emoción peligrosa. Porque entendí que dos personas que juran amarse no pueden no romperse intentando todo aquello que el mundo ve bueno, no pueden no sentir dolor si alguno falla... Y me hizo sentir adulta. Y como tal debía actuar y afrontar todo.

-Perdón- murmure.
-No me pidas perdón, ¿Vale? Para ser sinceros, yo también tengo esa forma de amar, te amo egoístamente y no voy a dejarte ir nunca, en ninguna vida.

-Entonces no dejes de amarme, es una petición, un ruego, un deseo, no puedo perderte, Aidan. Tú eres mi vida, mi vía Láctea, mi cosmos, mi aire, mi todo.

Y sus pasos acortaron la distancia que nos separaba, y como magia sentí car esa barrera que cruzaba entre nosotros. Paso su mano con una timidez sorprendente por detrás de mi espalda baja, su miedo me hizo sentir extrañamente en una primera vez.