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"De todos los ojos del mundo, elijo los míos cuando tú los miras"

-Elvira Sastre.

[Aidan]

Sí le contaba a alguien que está noche, mientras los últimos rayos del sol agonizaban, las estrellas parecían susurrar alguna melodía que combinaba su voz con las olas del mar. Seguro me consideran un loco.
Aunque estar enamorado no es una acción muy cuerda, es la preciosa locura que todos quieren en su vida, la que piden al cielo que ha cambiado sus colores cálidos por un par de colores fríos igual de hermosos. ¡No estaba loco! Oía su voz sobre mis labios diciendo "Te amo" y eso para mí ya era un susurro celestial.

¿Alguna vez te han besado mejor que como imaginaste que sería tu primer beso, mejor que el beso soñado con el amor de tu vida?
Esos besos que te dan una dosis de euforia, de latidos desbocados, pero sincronizadamente furiosos, donde la realidad es impuesta y deja de ser un misterio el secreto del universo.
Eso era este momento, no restaba valor a ningún beso que le había dado, y había recibido de ella, pero sin duda este me había arrebatado no sólo un suspiro, se había llevado mi alma entera.

Despegó apenas unos segundos mis labios de los suyos; la falta de aire la ha llevado a moverse un poco, pero debo admitir que no me gusta el gesto, me siento perdido, por instinto aspiro aire suficiente y en un par de miradas fugaces la uno de nuevo a mi cuerpo para besarle.
Ella se junta más, aprieta sus senos cubiertos de tela blanca fina y pedrería, la escucho gemir, la escucho suspirar, eso me deja aturdido, pero no me rindo, devoró su boca, tocando las hermosas ondas de su cabello. Paseo una de mis manos, la que no agarra su cadera, por su cabello, hasta llegar al escote que dibuja un corazón en su pecho.

De nuevo se vacían nuestros pulmones, pegó su frente a la mía, y la veo despegar sus párpados con delicadeza, me sonríe de manera perfecta, bajo ambas manos de su espalda a su cintura, luego una de mis palmas desea pasar por su vientre, entre esas piedritas brillantes, a lo que sonríe.

-Te amo, al borde de la locura.
Las palabras salen de ella, con fuerza.
Por alguna razón, sus ojos hipnóticos me dejan fuera del juego de las frases románticas, de mi ser escapa un suspiro grande y claro, sus manos acobijan mis mejillas; disfruto su tacto tibio y cierro los ojos, al mismo tiempo que dejó que hable por mi mi corazón.

-Hoy he visto el sol salir mientras me besabas, y lo he visto marcharse de la misma manera, si esto es una vida contigo, los poetas tendrán que ser más creativos para describir un crepúsculo perfecto.

Su risa se combina con las olas del mar, el viento nocturno, y la loca idea que tengo de los susurros de estrellas brillantes.

-Y aún con ello, puedo apostarte que encontraremos una manera extra de que sea especial.
-Bueno, acepto- digo sin más. Me gusta la sensación de sus manos acariciando mi barbilla, al mismo tiempo que sus cuadradas uñas Rosen mi piel y hagan cosquillas.
-¿Sabes algo? Me encanta tu vestido.

Me mira poco convencida, no esperaba ese cumplido, lo cierto es que lo he visto, y lo he recorrido con mis manos, es una bonita elección, elegante y refinado.

-¿Así? "Pero se vería mejor en el suelo"- dice rodando sus ojos. Me gana la risa, pero trato de no demostrar la gracia de ello.
-¡Eres perversa! Lo decía demasiado enserio, me ha gustado.
-¡oh- es lo único que dice antes de que sus mejillas se pongan rojas, podrá estar la noche recién entrada, pero justo ahora he notado que todo el lugar tiene pequeñas velas con flores que dan más luz de la necesaria, tienen un bonito estuche de cristal que impide que el aire les quiere su magia, y se ve increíble. Parece que ella lo nota, y sonríe admirada.

Desastrosa Coincidencia. (Aidan Gallagher)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora