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"Ella no es mía, tampoco soy suyo, lo nuestro es temporal, somos un préstamo voluntario de momentos inolvidables que, quizás, podrían durar la vida entera".

— J. Sabines.

[Aidan]

El reloj de pared marca las 5:50 A.M.
Estoy debatiendo con mi mismo sobre, ¿es mala idea poner música ahora mismo?
Creo que nunca es un mal momento para escuchar música, sonrió cuando una idea cruza de manera fugaz por mi cabeza, y tecleo rápido en mi móvil.

He observado a ____ durante una hora entera, he dibujado con la punta de mi índice el contorno de sus angelicales facciones faciales.

La línea blanca indica que la canción a iniciado, los primeros trece segundos son una magnífica mezcla musical de cuerdas y promesas; lo que hago, es comenzar a cantar/susurrar en su oído de mi bonita.

La canción es de the Beatles, y no dice algo que no sienta o quiera decir:

"You'll never know how much I really love you...
You'll never know how much I really care
Listen, do you want yo know a secret?
Do you promise not yo tell?
Let me whisper in you ear...

Say the words you Long near
I'm in love with you..."

Me siento alucinado entre el momento en que la letra de esa canción cobra sentido en mi vida y la suya, ¡demonios! Estoy profundamente enamorado de ella.

Sus movimientos adormilados me hacen saber de manera indirecta que ya está conciente.

-mmhh que delicia despertar así, definitivamente quiero abrir mis ojos y verte a ti primero que al mundo.
-Buenos días, mi bonita- digo casi enseguida saboreando la sonrisa- ¿Sabías que tienes ciento doce pestañas?

Abre los ojos de manera rápida, a lo que se arrepiente instantáneamente, los cierra para parpadear repetitivas veces y poder enfocar.

-¿Qué?- se ríe suavemente, y me contagia enseguida.
-Tienes un ciento más una docena de pestañas en tu ojito derecho.

Con cuidado, acaricio con delicadeza sus obscuras y largas pestañas, a continuación un suspiro involuntario me invade.

- Estás muy loco, amor.
-Bueno, si sentir lo que siento por ti es estar loco, creo que enloqueci.

Sus alegres e insinuantes ojos me hacen alucinar entre un recorrido eléctrico interno y las chispas externas que ambos podríamos ver como fuegos artificiales.

-La noche es para dormir, Aidan.
-Y dormí, pero me gusta también verte dormir a ti.
-¿Qué voy a hacer contigo, Gallagher?- su voz es tan dulce, tan clara, tan mágica, que puedo contestarle ya mismo que haga lo que desee, porque me siento afortunado de haber coincidido con ella en este mundo, y que la misma estoy seguro, dure toda la vida.
-Soy un chico con suerte- murmuró mientras tocó su mejilla con total suavidad.
-Lo eres- dice con autosuficiencia y un coqueteo modesto. Eso me alegra, le sale bien la fase.
-Ya es hora; a la ducha, bonita.
-No- susurra cerrando sus ojos- 5 minutos más.
-El sol no tarda en aparecer, debemos ir al club.
-No quiero levantarme- su puchero es maravilloso, una mezcla dulce y colosal, siento una ternura desmesurada.
-¡Vamos! Si no te levantas, te llevaré cargando a la ducha- uno de sus ojos se abre para mirarme divertida, a lo que del mismo modo no verbal, respondo levantando una ceja como advertencia, al mismo tiempo que el estómago me da una vuelta juguetona.
-mmnh
-Te ha gustado la propuesta, ¿he?
-Incluso si quisieras bañarme, por mi estaría bien.
-No tientes a la suerte.

Desastrosa Coincidencia. (Aidan Gallagher)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora