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"Aprender que hay personas que te ofrecen las estrellas y otras que te llevan a ellas.
-Esa es la diferencia entre quien  quiere y quien ama."

- Mario Benedetti.

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Parte 1.

El corazón se me acelera en una revolucionaria sensación de adrenalina pura al ser consciente del abrumador sonido de la alarma. 

después de un estado de sueño profundo y los tan mencionados “dulces sueños” lo que menos esperas es que ¡BUM! llegue la hora de levantarse. 

el Sol ni siquiera muestra rastros de querer estar fuera. 

Busco mi móvil a puros manotazos que he dejado sobre la cómoda y ¡Bingo! pero… ¡este no es el que suena! ¿Qué demonios? Me muevo bajo las cobijas buscando la libertad de mi cuerpo y es cuando me doy cuenta que tengo un pie de lo más frío. ¡No tengo calcetín! 

joder. 

Miro bajo las cobijas y definitivamente no está. El celular de Aidan está nombrando de manera furiosa mientras choca a ritmo de la vibración con la madera y lo hace menos soportable. La pantalla dice 7:00 AM y creo que termina por hacerse mi pre-infarto. ¡Es super tarde!

Muevo mi cuerpo intentando no molestar a un Aidan que parece no haberse movido ni un poco, logro apagar el movil pero no estoy muy convencida que sean las 7, el sol parece retrasado con la teoria de la alarma. me siento más tranquila cuando deja de hacer ruido ese aparatito tecnológico, pero entonces veo a Aidan con mi calcetín en la mano. lo aprieta con una fuerza exagerada. ¡Lo va a asfixiar! mi pobre calcetín. 

Voy a quitarle mi bonito calcetín de gatitos azules, cuando veo que lo aprieta más y murmura con voz de sueño. 

–¿Acaso debo liberar a mi elfo?

–¿De qué hablas? 

– Si te doy tu calcetín, eres libre. – explica con una naturalidad increíble. Pero sigo sin entender su chiste, o su plática sonámbula. 

Espero en silencio un par de segundos, ahí descifraré si está dormido, o está loco. 

–Cuando Lucius le dio un calcetín a Dobby lo liberó.-- Continúa hablando con ese tono sabiondo y adormilado. 

–Amaneciste de muy buen humor, ¿No? 

Una sonrisa maliciosa se dibujó en su adormilado rostro, pero no está lo suficientemente dormido como finge, o no pensaría todo eso. 

Me bajo de la cama para rodearla y así quedar frente al secuestrador de calcetines y referencias cinematográficas.

–¿Así que no puedo ser libre, eh?

Pero no responde. 

Me acerco a su rostro y hago un par de cabellos desordenados a un lado de su endemoniadamente angelical y calmado rostro matutino., Le doy un beso y luego con agilidad en un movimiento raptó a mi calcetín. ¡Aleluya! 

–No ayudas a tu esposa a llegar temprano.-- masculló, mientras sostenía mi equilibrio en la cómoda y me ponía el calcetín. 

–¿No ibas a bañarte? 

–Sí, pero primero le daré de comer a Robin, me aseguro que hay agua caliente, leer las noticias, me aseguro que la hora que marcaba tu celular es la correcta, haré la lista de compras y luego voy a la ducha, para llegar a tiempo a la oficina. Tú sigue durmiendo, ojala la jefa no te lo descuente. 

Desastrosa Coincidencia. (Aidan Gallagher)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora