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"Un beso tiene derecho a interrumpir cualquier frase."

Anónimo.

[ _____ ]

-¡Gallagher!

Las tres volteamos a ver al hombre de azul que golpetea las rejas escandalosamente con su tolete, ahora se que me duele la cabeza, puede ser el alcohol o la falta de sueño.

-Pagaron tu fianza, es todo, Te vas.

Arrugo la frente al mismo tiempo que siento mi nariz soltar aire caliente rozando con mis labios.
¿Gallagher?

Miro de mala gana a Kayli esperando que note mi molestia ante ello.
Sus ojos muestran la sorpresa que tiene, y desvía la mirada apenada.

-¡Vamos, no tengo todo el día señorita!
-¡Oye!- dice Bárbara con una sonrisa impecable y diabólica en su rostro. -No dejes de llamarme.
-Por su puesto que no, eres la mejor ¡La mejor, Barb!

Con autosuficiencia lleva dos dedos a su frente y se despide con el saludo militar, pero más moderno y un tanto informal.

Me despido con un gesto de mano, a lo que se ríe y añade.

-Curate esa mano, y práctica más con la zurda.

Mis ojos corren al dolor de los nudillos de mi mano izquierda, está morada de la sangre molida y tiene un par de cortes con sangre seca. ¡Ufs!

-¡Dios mío ____! Tenemos que ir al hospital- el pánico de la chica embarazada es infernal, realmente está preocupada, y eso a mi me da la incomodidad del infierno.

-Estoy bien, gracias.

Cortante, soy cortante. Me despido de mi compañera de celda, y mi siguiente movimiento es rematarme el dolor de la mano derecha, con un buen cachetadon a Aidan, sólo si es necesario.
Tengo un carácter de los mil infiernos, camino siguiendo al guardia que plática con familiaridad sobre Kayli y su embarazo.

Cuando salgo de los pasillos obscuros entre lámparas blancas, ya es de día, el sol brilla sobre el reluciente piso de azulejos blancos, y las ventanas enormes de la estación de seguridad más grande de California.
Frente a mi, tengo a un chico con una cara demasiado burlona.

-Hola, Señora Gallagher.

Gruño antes de devolver el saludo de manera educada, y me abalanzó a abrazarlo.

-Gracias por venir, Rich.
-Eres realmente testaruda, y mira que venir a meterte en líos en un país desconocido, te da muchos puntos a favor con la familia.
-¿Le avisaste a alguien más?
-Por su puesto que no, pero agradece que yo vine por ti.

Mis ojos corren en la habitación en la que estoy, entonces lo veo, con un alivio notable y una cara jodida, creo que la noche tampoco lo trato bien.

-¡Gallagher!- grita el oficial afroamericano.
-¿Sí?- contesta Aidan en cuestión de segundos, lleva un vaso enorme de café en sus manos, y camina con seguridad rumbo al guardia.
-Hablo con ella- su dedo grande me señala con fastidio, las piernas me tiemblan horrible, su gesto de Aidan, se contrae sin entender nada, me mira esperando una respuesta, y yo lo miro sin tenerla, con ganas que la tierra se parta en dos y me escupa en un paraíso.

Desastrosa Coincidencia. (Aidan Gallagher)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora