xiv.- Encuentros bajo tierra.

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Corrieron hasta quedar exhaustos. Rachel los mantenía alejados de las trampas, pero se movían sin otro objetivo que alejarse de aquella siniestra montaña y del rugido de Cronos.

Se detuvieron en un túnel de roca blanca y húmeda que parecía formar parte de una cueva natural. No escuchaban que los siguiera nadie, pero no por eso se sentían más seguros.

—No puedo seguir —jadeó Rachel, llevándose las manos al pecho.

Annabeth no había cesado de llorar durante todo el trayecto. Ahora se desplomó y escondió la cara entre las rodillas. El eco de sus sollozos rebotaba por todo el túnel. Rocío obligó a Percy a bajarla para poder consolar a su amiga. Nico y Percy se sentaron juntos. Él dejó su espada junto a la del hijo de Poseidón e inspiró, tembloroso.

—¡Vaya mierda! —dijo, expresión que resumía bastante bien la situación—. Perdón —masculló ante la mirada de Rocío.

—Primero cumple quince años, luego insultas.

—Tu insultas y no los has cumplido —se quejó.

—Porque soy una mala influencia ¡Duh!

—¡Nos has salvado la vida! —dijo Percy desviando la conversación antes de que los regaños le llegaran

Nico se limpió el polvo de la cara.

—Seguí a Rocío.

—Es agradable saber que mi novia confía tanto en mí.

—¿Novia? ¿Cómo que "novia"? —cuestionó mirándolo mal.

—Sobre eso... Salgo con Percy hace menos de un mes, o eso creo porque no llevo la cuenta, y le gusta usar bastante el título.

Percy solo pudo sonreír de manera inocente cuando Nico se levantó de golpe a apuntarlo con su espada y ponerse ante Rocío.

—¿No te basto con Bianca? ¿Ahora le sigue Rocío?

—Ya baja la espada, Ragazzo —replicó la castaña tomándolo del antebrazo y jalándolo hacia ella.

Nico se sentó entre las piernas de Rocío dando tropezones en su dirección. Seguía mirando mal a Percy, quien no sabia que cara poner ante la situación.

—Técnicamente no es mi culpa, ella acepto —dijo intentando zafarse.

—Técnicamente —repitió con un poco de molestia— si es tu culpa, roba-hermanas.

La hija de Iris hizo unas señas indicando que dejara el tema para otro momento.

Percy aceptó e iluminó la cueva con la linterna. Caían gotas de las estalactitas, como una lluvia en cámara lenta

—Nico, te has delatado —cambió de tema

—¿Qué quieres decir?

—Hombre, esa columna de piedra... Ha sido impresionante. Si Cronos no sabía quién eras, ahora ya lo sabe... un hijo del inframundo.

Nico frunció el ceño.

—¡Qué más da, Roba-hermanas! —espetó antes de acurrucarse en la castaña para no verlo—. ¿Por qué él? Hay tantos chicos en el mundo ¿Por qué te gusta? —preguntó mirándola.

«Pues es la reencarnación de Mathaios y Afrodita no me dejará tranquila hasta que tenga mi trágico romance», pensó más no lo dijo, quedo pensando en la pregunta del hijo de Hades, ¿Le gustaba Percy o solo era por todo lo que le decían las personas que la rodeaban?

Posó su mirada en el chico, intentando verlo como si fuera una chica normal y como si nunca hubiera escuchado algo sobre viejos amores, bodas o amigas insistentes.

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