xi.- Ares, el dios sin papas fritas

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La tarde siguiente, el 14 de junio, siete días antes del solsticio, el tren llegó a Denver. No habían comido desde la noche anterior en el coche restaurante, en algún lugar de Kansas. Y no se duchaban desde la colina Mestiza

—Intentaremos contactar con Quirón —dijo Annabeth—. Quiero hablarle de tu charla con el espíritu del río

—No podemos usar el teléfono, ¿verdad?

—¿Quién dijo algo de teléfonos?

—Necesitamos un lugar donde disimularlo

—Sería lo más inteligente

—¿De qué hablan? —Percy no entendía nada de lo que decían Annabeth y Rocío

—Tu solo ven, ojitos marinos —dijo comiendo su última gomita de frambuesa

Caminaron sin rumbo por el centro durante una media hora. El aire era seco y caluroso, y parecía raro tras la humedad de San Luis.

Al final encontraron un lavacoches con mangueras vacío. Se metieron en la cabina más alejada de la calle, con los ojos bien abiertos por si aparecían coches de policía. Eran cuatro adolescentes con aspecto de delincuentes, cualquier policía sabría que no tramaban nada puedo.

—¿Qué estamos haciendo exactamente? —pregunto Percy mientras Grover agarraba una manguera

—Bien, puedo crearlo, pero ustedes se encargarían de mantenerlo —Rocío ignoro a Percy

—¿No puedes mantenerlo tú?

—No gracias, la última vez que mantuve uno se prendió fuego

—Son setenta y cinco centavos —murmuró Grover—. A mí sólo me quedan dos cuartos de dólar. ¿Annabeth?

—A mí no me mires —contestó—. El coche restaurante me ha desplumado

—Ni a mí. Soy más pobre que una rata —dijo Rocío alzando los brazos

Percy rebusco el poco cambio que le quedaba de las gomitas y le paso a Grover un cuarto de dólar, lo que le dejó dos monedas de cinco centavos

—Fenomenal —dijo Grover—. Podríamos hacerlo con un espray, claro, pero la conexión no es tan buena, y me canso de apretar.

—¿De qué estás hablando?

Metió las monedas y puso el selector en la posición «LLUVIA FINA»

—Mensajería I.

—¿Mensajería instantánea?

—Mensajería Iris —corrigió Rocío—. O como yo le llamo "Mensajes Mamá". Mi madre transporta los mensajes para los dioses. Si sabes cómo pedírselo, y no está muy ocupada, también lo hace para los mestizos, si sabes pedirlo. Aún que para sus hijos es gratis y no es necesario decir "Oh Iris, diosa del arcoíris, por favor acepta mi ofrenda"

—¿Invocas a la diosa con una manguera?

—Un comentario más y golpeo, Percy

—Rocío haz tu magia —le pidió la hija de Atenea

La castaña hizo una referencia y paso la mano por el aire como si estuviera limpiando un vidrio, poco después había un arcoíris que Grover mantuvo con la manguera

—Colina mestiza —pidió Rocío

—¿De parte de quién? —se escucho preguntar una voz femenina

—Helena Rocío Glykó

—Por eso te decían así —comprendió Percy—. Creía que "Helena" era un apodo o tu segundo nombre

—Odio ese nombre —murmuro Rocío

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